Capitulo 14

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Las palabras de Max seguían resonando en su mente: "¿Por qué lo desperdicias, Sergio?" Esa frase, esa mezcla de burla y posesión, había encendido algo en Sergio, algo oscuro, algo que lo hacía desear más, aun cuando su cuerpo suplicaba descanso

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Las palabras de Max seguían resonando en su mente: "¿Por qué lo desperdicias, Sergio?" Esa frase, esa mezcla de burla y posesión, había encendido algo en Sergio, algo oscuro, algo que lo hacía desear más, aun cuando su cuerpo suplicaba descanso. Sentirlo otra vez era lo único que quería, lo único que necesitaba. El rastro viscoso seguía cayendo por sus piernas, y esa simple realidad, el hecho de que Max lo había llenado tanto que ahora su cuerpo no podía retenerlo, lo hacía sentir completamente poseído. Totalmente de Max.

Max no se detuvo allí. Después de murmurarle al oído, sus manos se movieron con más decisión, recorriendo la espalda de Sergio mientras sus labios seguían marcando su piel con besos y mordiscos. El cuerpo de Sergio temblaba bajo el control absoluto de Max, su mente aún luchaba entre el agotamiento y el creciente deseo que lo consumía.

Sin previo aviso, Max lo tomó por las caderas y, con una fuerza que siempre lo sorprendía, lo levantó ligeramente, obligando a Sergio a soltar un jadeo ahogado. Max lo cargó con una facilidad que hablaba de la confianza que tenía sobre su propio cuerpo. Las manos de Sergio buscaron anclarse en los hombros de Max mientras el agua seguía corriendo sobre ambos, envolviéndolos en un velo de vapor. Max lo mantuvo suspendido durante un segundo, su respiración pesada resonando en el oído de Sergio mientras lo apoyaba suavemente contra la pared de la ducha.

—Eres tan ligero en mis manos —murmuró Max, dejando que sus labios rozaran la oreja de Sergio antes de morderla suavemente. Las piernas de Sergio rodearon instintivamente las caderas de Max, buscando equilibrio, mientras sentía cómo las manos firmes de Max se aferraban a sus muslos, manteniéndolo en su lugar.

El agua caliente seguía cayendo, pero la verdadera intensidad venía del calor que emanaba del cuerpo de Max, de cómo lo sostenía contra la pared sin esfuerzo alguno, su fuerza contenida alimentando el deseo de Sergio. Max bajó una mano desde el muslo hasta su trasero, acariciando con firmeza, mientras su otra mano subía por el costado de Sergio, recorriendo cada centímetro de piel mojada, hasta que finalmente se detuvo en su nuca, inclinando su cabeza hacia atrás para reclamar nuevamente sus labios.

El beso fue más profundo esta vez, más hambriento. Las lenguas de ambos se encontraron en una batalla que Max lideraba con una maestría abrumadora. Sergio apenas podía respirar entre gemidos, su cuerpo completamente sometido al control de Max, mientras las manos fuertes de su amante lo mantenían suspendido contra la pared. La posición, el peso del cuerpo de Max contra el suyo, y el firme agarre en sus caderas lo hacía sentir vulnerable pero increíblemente deseado.

De repente, Max rompió el beso, bajando lentamente su boca por el cuello de Sergio, mordiendo y chupando la piel húmeda mientras sus manos se movían con más intencionalidad. Sin previo aviso, Max deslizó una mano hacia abajo, pasando por su trasero hasta llegar a la parte más íntima de Sergio. Acaricio ligeramente la entrada húmeda con la yema de los dedos, provocando un temblor involuntario en su cuerpo.

—Relájate... —le susurró Max con voz grave, su aliento caliente contrastando con el agua que seguía cayendo sobre ambos. Sus dedos comenzaron a explorar con más firmeza, encontrando la entrada de Sergio aún con rastros de semen  y trazando círculos lentos, jugando con su cuerpo de manera que Sergio conocía demasiado bien. Un gemido escapó de los labios de Sergio, su cabeza cayendo hacia atrás contra la pared, abandonándose por completo al control de Max.

Max no se apresuraba. Sabía lo que hacía, y lo disfrutaba. Primero, solo un dedo. Lo deslizó lentamente, permitiendo que la entrada un tanto hinchada de Sergio se ajustara a la sensación, cada milímetro de avance estaba perfectamente calculado para intensificar el placer sin abrumarlo demasiado rápido. Sergio arqueó la espalda, dejando escapar otro gemido, mientras sus piernas se tensaban alrededor de la cintura de Max.

—Así... tranquilo —murmuró Max, su tono autoritario, pero al mismo tiempo, lleno de deseo. Su dedo se movía con lentitud, entrando y saliendo, y a la vez expulsando más rastros de semen que alojaban aún en Sergio. Cada movimiento parecía encender una nueva oleada de sensaciones, mezclando la tensión con el placer que crecía dentro de él.

Max añadió un segundo dedo, esta vez con un poco más de rapidez. El ritmo aumentó, los movimientos de sus dedos se volvieron más seguros, más intensos. Sergio podía sentir cómo sus músculos se relajaban bajo el toque firme de Max, dejándose llevar por completo por la invasión. Los dedos de Max se movían con una precisión que lo volvía loco, cada embestida lenta pero profunda lo llevaba más cerca del borde. El placer se acumulaba con cada movimiento de Max, su respiración entrecortada llenaba el espacio mientras su cuerpo respondía instintivamente.

Max observaba cada reacción de Sergio, cómo su cuerpo temblaba y se arqueaba bajo su toque, y eso lo excitaba aún más. Lo que más disfrutaba era esa rendición completa, cómo Sergio se abandonaba a él, sin reservas. Aumentó el ritmo, los dedos entrando y saliendo con una intensidad creciente, creando ruidos obscenos, mientras con su otra mano seguía sujetándolo firmemente. Las piernas de Sergio temblaban, pero Max lo mantenía firme, asegurándose de que no cayera, de que sintiera cada centímetro.

El placer en el cuerpo de Sergio se intensificaba a cada segundo, su miembro completamente erecto, presionado entre su abdomen y el cuerpo de Max, mientras los dedos de Max lo llevaban más allá de cualquier límite. Max notó el temblor en el cuerpo de Sergio, el gemido ahogado que escapó de su garganta, y sin detenerse, añadió un tercer dedo. El estiramiento hizo que Sergio soltara un jadeo alto, su cabeza cayendo hacia atrás, sus manos aferrándose desesperadamente a los hombros de Max.

Max sonrió contra la piel de Sergio, sus labios rozando su cuello mientras continuaba con el ritmo firme de sus dedos. Podía sentir cómo el cuerpo de Sergio se tensaba, cómo sus gemidos se volvían más rápidos, su respiración más pesada. Estaba cerca. Muy cerca.

—Mírate, Sergio... —susurró Max con un tono lleno de posesión—. Estás completamente a mi merced.

Sergio no podía contestar, su voz se había roto en una serie de jadeos entrecortados, su cuerpo temblaba bajo las caricias expertas de Max. Solo podía aferrarse más fuerte, dejándose llevar por la oleada de placer que lo consumía desde dentro. El calor en su abdomen se hacía insoportable, y cuando Max volvió a morder suavemente su cuello, presionando sus dedos con la misma intensidad, Sergio finalmente se dejó llevar, un grito ahogado escapando de sus labios mientras su cuerpo se convulsionaba bajo el clímax.

Max no lo soltó. Continuó manteniéndolo en su lugar, dejando que el placer se apoderara por completo de él, sus dedos aún dentro, moviéndose con más lentitud mientras el cuerpo de Sergio temblaba en sus brazos. El agua seguía cayendo, pero para Sergio, todo lo que existía era la sensación de Max, el control absoluto que tenía sobre él, y cómo su cuerpo seguía ardiendo bajo su toque.

Cuando Sergio comenzó a relajarse, sus músculos aún temblando, Max retiró lentamente sus dedos, acariciando su trasero con ternura antes de levantarlo por completo en sus brazos, llevándolo aún más cerca. Max lo sujetaba con firmeza, pero también con cuidado, como si fuera algo valioso que debía proteger.

—No hemos terminado —le susurró Max en el oído, con una sonrisa oscura—. Solo acabamos de empezar.

Y con esas palabras, Sergio supo que Max no se detendría hasta que lo hubiera reclamado por completo una vez más. Y eso lo emocionaba tanto.

Cortito, falto inspiración 👩‍🦯Pero esto aún no acaba ☝🏻🤓

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Cortito, falto inspiración 👩‍🦯
Pero esto aún no acaba ☝🏻🤓

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