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Aburrida, así se sentía.
Estar encerrada en esas cuatro paredes era asfixiante, sobre todo sin poder moverse por órdenes (amenazas) de la señora LittleFlower, quien le prohibía estrictamente en siquiera levantarse, a no ser que sea necesario, en todo caso, era su necesidad natural de ir al baño, lo unico por lo que podia moverse
A pensar de que ya habían pasado dos semanas.
Durante ese tiempo, la señora LittleFlower le había contado lo sucedido al Rey, haciendo que la pobre yegua casi tuviera un colapso de nervios, pero que la yegua mayor se encargó de calmar, avisándole que el Rey nada más quería su completa recuperación para poder continuar sus tareas, el doble de las que ya tenía.
Twilight no sabía si aliviarse de que no habría ninguna represalia por su condición o odiarlo por ponerla a trabajar más después de que estuviera curada. Sea cuál sea el caso, algo estaba segura.
El Rey era un idiota.
Uno que no se preocupaba por la condición de alguien herido, exigiendo una recuperación casi absurda.
Era aburrido estar allí, esperando a que la señora LittleFlower o otra de sus compañeras entrara por esa puerta para atraer sus tiempos de comida, o traerle un libro para entretenerse, pero aunque le sorprendiera decirlo, está vez no quería leer, queria salir de ese lugar, no queria estar mas postrada en una cama, sin hacer nada.
Está vez leería, pero en la biblioteca o talvez iría al jardín o algún otro lado donde no la aburriera o le causará claustrofobia de no hacer nada por tanto tiempo.
Ese día, la señora LittleFlower le aviso que era día de volver a lavar las sábanas, así que no estaría la mayoría servidumbre en el palacio, así que aprovecho eso, ya que ella no la veria salir con el yeso caminando fuera de obligatorio encierro.
Así que espero hasta la hora del desayuno, ya que ella había llegado hace no mucho a dejarle su desayuno mucho más temprano para darle la noticia del lavado al lago, asi que tomaría esa oportunidad para pasar el rato y respirar aire fresco.
Cuando el sol desapareció de su vista en la ventana hacia más arriba del horizonte, puso en marcha su escapada completamente justificada.
Se quitó las sábanas que cubrían de su cintura para abajo y con cuidado bajo su para con el yeso del soporte de almohadas, sentadose con cuidado a la orilla de la cama. Lentamente se fue apoyando en el suelo con sus patas traseras, colocando de forma correcta su pezuña, cuando apoyo las patas delanteras, su cadera quedó un poco alta debido a la posición del yeso, pero no le dolía tanto como la primera vez que intento pararse, así que podía continuar sin problema.
