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Mirando todo con tremendo odio tallado en su marcada expresión de enojo contenido, un oscuro semental caminaba a pasos firmes y un tanto veloces hacia la dirección que la yegua en su espalda le dió hacia su casa.
Todo quién lo miraba se asustaba al ver su mirada y rápidamente lo reverencian pensando que está de mal humor por algo que paso en su paseo, hasta que cuando pasan a su lado se fijan que lleva encima a una pequeña mancha morada y celeste que dormitaba encogida en la espalda del semental, cumpliendo de no decir nada más que la dirección de su casa a este. Más pasando los minutos el cansancio y el suave mecido de la espalda del otro y su suave respiración le empezaron a dar fatiga, tanto que lucho con todas sus fuerzas de no cerrar los ojos porque no podía dormirse en el lomo del rey porque temia que se enojara con ella por hacer tan cosa, pero fallo terriblemente, soltando un último suspiro para finalmente cerrar sus párpados, acurrucándose sin darse cuenta en el calor contrario.
Por otro lado el semental estaba respirando tranquilamente para no tirar a esa poni de su espalda e irse al palacio, le costaba todo su autocontrol no hacerla viendo que la idea le gustaba mucho, la verdad la hubiera dejado tirada en el parque y marcharse sin importarle el como ella llegaría a su casa con las patas como gelatina, pero su amor por las manzanas se lo impidió, en especial al ser estás cocinadas en una talvez deliciosa tarta que la poni morada le prometió al salvarla de no romperse nada, Sombra odio tenerle tremendo afan a las manzanas pero en su defensa tenia hambre, y si es por dicha fruta, tenia apetito siempre.
Cuando diviso una panadería que suponía era el hogar de la poni en su lomo que obedeció sus órdenes de cerrar la boca en todo el camino, se quedó frente a esta, esperando que la hembra dijera algo.
Espero, pero no escucho nada más que una suave respiración que sus orejas detectaron al prestarle atención, así que girando su cabeza, vio que la pequeña poni morada estaba dormida en su lomo, y por lo que vio, estaba muy cómoda en ella.
Apretando la mandíbula, contuvo un grito de pura rabia, sintiéndose un simple objeto dónde la hembra podía dormir a gusto, estaba seguro que si no hacia algo la tiraría al suelo, pero se contuvo, no sabía porque si podía hacer
- maldita sea - gruño y entro a pasos firmes al local, llamando la atención de los que estaban adentro, quién al ver que se trataba del nuevo monarca del imperio se reverenciaron a él - ¿Quienes son los padres de esta poni? - señalo a su lomo, poniéndose un poco de perfil para que los ponis que atendían el mostrador la miraran.
