Corazon roto

50 12 2
                                    

Dicen que el primer amor para una niña es su padre. Para Towa, Gojo no solo fue su primer amor, sino su héroe. De pequeña soñaba con casarse con alguien tan fuerte, tan bondadoso como él. Gojo había estado siempre a su lado, en cada momento importante de su vida. La abrazó cuando dio sus primeros pasos, la levantó en brazos tras su primer día en el kínder, celebró su excelencia académica en la primaria, su reconocimiento como estudiante de honor en la preparatoria, y lloró de alegría cuando entró a la universidad. Cada una de esas memorias se sentía como una puñalada en el pecho ahora.

El dolor no venía de la taquicardia, sino de su corazón roto. La traición. ¿Cómo pudo su padre serle infiel a su madre? Rin era joven, hermosa, talentosa, dedicada. ¿En qué momento dejó de verla a ella, la mujer que le había dado todo, para mirar a otra? El pensamiento la devastaba. Towa no podía imaginar el dolor de su madre al descubrir la verdad, y esa incertidumbre solo la hacía sentir peor. No lo entendía. No podía.

El silencio entre ella y Riku en el coche era espeso, casi sofocante. Aunque intentara mantener la compostura, él sabía que algo andaba mal. Notaba el dolor en su mirada perdida y en el temblor apenas perceptible de sus manos. No sabía qué hacer. Quería ayudarla, pero ¿cómo?

Decidió frenar el auto una calle antes de llegar a su casa. Por primera vez en todo el trayecto, Towa lo miró, sorprendida.

—¿Por qué te detienes? Aquí no es.

Riku no respondió con palabras. En su lugar, la abrazó, con cuidado, como si temiera romperla aún más. —Todo pasará. Estoy aquí contigo.

Towa no dijo nada, pero se aferró a él, hundiendo su rostro en su pecho. Solo tomó unos segundos para que Riku sintiera cómo su camiseta se humedecía por las lágrimas silenciosas de Towa. Y él, aunque no podía aliviar su dolor, permaneció a su lado, sosteniéndola, sin soltarla.

El silencio continuaba llenando el espacio entre ellos, pero ya no era incómodo. En su abrazo, Towa encontró un refugio temporal para su dolor, un lugar donde podía desmoronarse sin temor a ser juzgada. Las lágrimas, que había contenido durante tanto tiempo, finalmente fluyeron libremente, cada una de ellas cargada de desilusión, de tristeza y de una angustia que la consumía por dentro. Riku no la soltaba, sosteniéndola firmemente, aunque sentía el peso de su impotencia. ¿Cómo se puede reparar un corazón roto cuando ni siquiera se entiende el porqué?

Finalmente, después de lo que parecieron horas, Towa se apartó ligeramente, secando sus ojos con el dorso de la mano. Sus labios temblaban, y cuando alzó la mirada hacia Riku, sus ojos aún estaban llenos de lágrimas, pero también de algo más. Una tristeza profunda, un dolor indescriptible, como si todo el peso de su mundo se hubiera derrumbado.

—No lo entiendo, Riku —susurró con la voz quebrada—. ¿Por qué haría algo así? Mi mamá… ella no lo merece. Nadie lo merece.

Riku suspiró, mirando hacia el frente, buscando las palabras que pudieran darle algún consuelo, pero se sentía tan perdido como ella. Sabía que no existía una respuesta que pudiera arreglar el daño hecho, ni palabras mágicas que borraran la traición. Lo único que podía hacer era estar allí, ser su apoyo, su ancla.

—No lo sé, Towa. A veces las personas cometen errores, incluso las que más queremos. Pero eso no significa que tú tengas que cargar con esa culpa, o con ese dolor. No es tuyo.

Towa cerró los ojos con fuerza, tratando de contener el torrente de emociones que seguía amenazando con desbordarse. En su mente, las imágenes de su infancia pasaban en un bucle constante, como si estuviera reviviendo cada momento de felicidad, solo para que ahora se sintieran vacíos, rotos. El hombre que había sido su héroe, su ejemplo, se había desmoronado ante sus ojos, y no sabía cómo lidiar con eso.

Temptations | Tentaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora