Una vez que Jovita me advirtió de mi futuro incierto, los policías no tardaron en aparecer en mi casa. Yo seguía confundida por las palabras de mi nana por lo que ni siquiera nos dio tiempo de planear algo.
Los policías, incluido Gómez, entraron sin tocar la puerta. Apartaron a Jovita de mí y me pidieron que subiera a su patrulla como si hubiera cometido un delito y no pude tomar mi celular. Ahora no me debían respeto. Era como si al enterrar a mi abuela cualquier trato especial hubiera sido parte del pasado.
Vi el rostro de preocupación de mi nana a lo lejos porque no sabía a dónde me llevarían. Nos alejamos en el auto y lo primero que pensé fue que íbamos a la colonia Nativitas, es decir, donde mi papá vivía. Sin embargo, no fue así y me tranquilicé, aunque al pasar de las cuadras mi confusión se multiplicó.
Finalmente el policía Gómez rompió el silencio y me dijo que me llevarían a una Casa Hogar. Me harían pasar por una niña huérfana, y aunque me resistí, no sabía si eso era mejor o ir con mi papá. Nativitas era una zona peligrosa y ahora ya no tenía chofer o una persona que me cuidara.
El policía trató de mostrarse más tranquilo para ganarse mi confianza. Me prometió que resolverían mi caso rápido para que no durara mucho tiempo ahí. Quise confiar en sus palabras porque él me conocía y creía que le preocupaba mi bienestar.
Cuando llegué a la Casa Hogar con una bolsa de ropa, que los mismos policías tomaron de mi casa, sentí la mirada de los demás niños de inmediato aunque no les presté importancia. Creí que solo estaría ahí por unas horas, así que ignoré las grietas de las paredes, el color grisáceo del techo y los resortes desgastados de las camas porque pronto me iría.
Cuando me acosté les di la espalda para no observarlos y me cubrí con una sábana delgada. No quise preguntar si había cobijas, y no solo porque no me interesaba socializar, sino porque continuaba triste, con un hueco en el corazón por la muerte de mi abuela que me había tomado por sorpresa.
La noche transcurrió y escuché cómo las ráfagas de viento golpeaban las ventanas. Los demás niños se movían de lado a lado en sus camas y lo sabía por los resortes desgastados que tenían los colchones. Tenía miedo que uno de los niños se parara frente a mí en la noche y me atacara porque nunca había dormido con desconocidos, pero no sucedió.
El cansancio provocó que durmiera por un par de horas, pero apenas desperté en la mañana, tendí la cama porque creí que el policía Rojas no tardaría en llegar por mí.
Esperé y esperé. Observaba por la ventana para advertir la llevada del policía pero no sucedió. Mis compañeros me observaban de manera más extraña con el paso de las horas porque continuaba sin hablarles. No me quería involucrar en sus vidas llenas de sufrimiento porque ni siquiera estaba en condiciones de ayudarlos. Aunque a la vez, empecé a considerar que el policía Gómez no cumpliría con su palabra. Lo peor era que no podía comunicarme con mis amigas o Santi. Nadie sabía que me encontraba ahí
Al tercer día estaba cansada de los alimentos sin sal, los baños compartidos y la incomodidad de las camas. No podía más. Ahora saludaba a los otros niños, pero lo hacía más por obligación que por gusto. Sabía que con el paso de los días tendría que interactuar más, y mientras trataba de decidir quiénes lucían más amigables, el policía Gómez apareció finalmente.
Fui de inmediato a mi cama y recogí mis pertenencias. No podía existir otro motivo de su presencia. Los demás niños me vieron sorprendidos ya que ni siquiera tuvieron la oportunidad de conocerme a fondo, pero no me importó.
Una vez que recogí mis cosas me dirigí a la salida, y en efecto, el policía Gómez me llamó.
Salimos y subí a su patrulla sin pensarlo. Estaba confiada que me llevaría con Jovita, pero apenas empezó a manejar supe que no íbamos con Jovita porque ella vivía en un pueblo a los alrededores de la ciudad. Al contrario, íbamos al centro, a la colonia que iba cada mes con mi chofer, es decir, a casa de Roberto.
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Isa y Eva. Hermanas y rivales.
Teen Fiction¿Qué tanto podrías odiar a tu media hermana? Isa y Eva son medias hermanas pero vivieron en realidades opuestas desde niñas. Isa creció en un mundo lleno de lujos gracias a su abuela, mientras que Eva lidió en un ambiente lleno de carencias y peleas...