Pensé que Roberto y su familia me estaban jugando una broma. Ellos no podían entrar a la casa de mi abuela, era suya aunque estuviera muerta. O todo caso era mía, pero nunca de Roberto.
Empecé a mover mi cabeza en señal de negación pero no esperaron mi aprobación para entrar. Roberto bajó del auto con una mochila y sacó un artefacto para fundir la cerradura de la puerta.
En tan solo unos minutos logró abrirla. Parecía que tenía experiencia en ello porque ni siquiera generó mucho ruido y era medianoche. La puerta era gruesa y resistente, o al menos eso pensaba porque él lo hizo ver como un objeto ligero.
Leticia y Eva bajaron del coche. Las quise detener para proteger el patrimonio de mi abuela, pero ni siquiera me prestaron atención y fueron directas a la entrada.
—¡Esta es la casa de mi abuela! —finalmente exclamé desde el auto.
Los tres hicieron una expresión de burla. Podía percibir que me observaban como una niña berrinchuda. No me respetaban y mis advertencias fueron insignificantes.
A pesar de querer evitar que entraran a la casa, no supe qué hacer. Era medianoche y a los policías no les interesaba mi bienestar. Tampoco deseaba generar un escándalo con los vecinos. Ellos desconocían que existía Roberto y me avergonzaba que vieran la clase de papá y familia que tenía.
Roberto y Leticia empezaron a aventar sus maletas a la entrada de la casa. No les importó que sus pertenencias azotaran con los muebles. Era evidente que no sabían el precio de las cosas en la casa porque nunca serían capaz de pagarlas.
—¡Alto! —me dirigí a Roberto.
—Tranquila, hija. Todo va a estar bien —me ignoró, le parecía una pérdida de tiempo hablar conmigo.
—No. Esta casa es lo único que me queda de mi abuela.
—Y por eso vamos a estar contigo, pa' que no estés sola.
—Solo necesito a Jovita.
Roberto borró su rostro de complacencia.
—Ella ya no tiene trabajo. No tenemos pa' pagarle.
—¿Entonces cómo le harás con la casa de mi abuela?
Roberto no contestó, sino Leticia. Estaba molesta. Desde el día anterior ansiaba gritarme y ahora había encontrado el momento.
—¡No seas una ingrata! —dijo Leticia quien tenía su pelo recogido con un chongo, aunque su cabello rizo salía por todos lados. Era diez centímetros más alta que yo y también tenía su cadera más ancha. No era gorda, pero definitivamente no estaba delgada como Roberto—. Todavía que te sacamos de ese mugreso, ¿así le agradeces a tu papá?
Noté su mirada retadora.
—No me gusta que entren así a la casa de mi abuela —traté de tomar una posición más mediadora.
En ese instante Roberto dejó de prestarme atención y fue por unos costales que tenía en la cajuela del coche. Tenía objetos de metal adentro y los siguió aventando a la entrada de la casa sin importarle mis advertencias.
—Tu abuela ya está muerta —dijo Leticia regocijada.
—Pero no pueden tratar esta casa así —me molestó que se dirigiera de esa manera a mi abuela.
Pude notar que Roberto le pidió a Leticia que se alejara de mí con una mueca, aunque ella seguía ardida por mis contestaciones.
Mi papá permaneció callado pero visiblemente incómodo. Sabía que no le convenía discutir conmigo porque los vecinos me conocían y podía armar un escándalo. Aunque mi atención se cortó cuando escuché un objeto romperse en el segundo piso. Volteé hacia las escaleras y supe que ese sonido venía de mi cuarto.
Eva no estaba con nosotros en ese instante y entendí que ella lo había generado. Me dirigí rápidamente a mi habitación, no había tenido tiempo para resguardar las cosas valiosas cuando los policías me llevaron a la Casa Hogar, incluso, ahí seguía mi celular.
Subí las escaleras y apenas entré vi a Eva hurgando en cada cajón.
—¿Qué haces en mi cuarto? —le pregunté asombrada—. Necesito estar aquí a solas.
Me barrió con sus ojos. Luego me sonrió como si hubiera estado esperando ese instante por largo tiempo.
Caminó lentamente hacía mí.
—Este ya no es tu cuarto —dijo Eva disfrutando mi reacción.
—No toques nada... —reaccioné cuando abrió los cajones del tocador.
Ella tomó una bailarina de porcelana y la dejó caer al piso.
—Haré lo que se me dé la chingada gana —dijo retándome.
Eva tenía su cuerpo alzado, sus hombros abiertos, el cuello extendido y su larga cabellera negra caía con firmeza. La combinación de su tez morena, ojos verdes y labios carnosos la hacían ver imponente. Nunca había visto a mi hermana tan de cerca y al mismo nivel. Ahora éramos iguales.
Tampoco imaginé que fuera así de agresiva. Cuando iba a casa de Roberto ella siempre estaba en una esquina o lejos de mí. Vestía con ropa casual y nunca le prestaba importancia, pero ahora era como si su personalidad se apoderara de su cuerpo.
—¡Ése me lo trajo mi abuela de Madrid! —protesté al ver la muñeca rota en el piso.
—Qué lástima. Ya no podrá ir otra vez a traértelo —dijo quitada de la pena mientras abría más cajones.
No entendía porqué estaba comportándose de esa manera. Incluso, me acerqué para tratar de detenerla, pero reaccionó enérgicamente. Se sacudió como si quisiera defenderse y con la fuerza de su cuerpo me tiró al piso como si fuera un alfiler.
—¡No me toques! —me advirtió mientras me señalaba con su dedo índice.
Me asustó que hubiera reaccionado de esa manera. También me impacté de lo fuerte que era, pude sentir cómo sus músculos se tensaron a pesar de ser tan delgada como yo.
Una vez en el piso, no supe qué hacer durante los primeros segundos. Nunca había estado en una pelea porque nadie me había atacado. Ni siquiera había discutido con mi abuela o mis amigas.
Ante el miedo, me levanté y salí del cuarto. Bajé las escaleras como si mi hermana me estuviera persiguiendo y me fui de la casa a pesar de que fuera de madrugada.
Creí que lo mejor sería estar en otro lugar. Vivir con esa clase de personas sería imposible. Teníamos valores distintos y éramos de mundos opuestos. Pensé que mis amigas Ana Pau y Sofi serían la solución a mis problemas y fui con ellas.
ESTÁS LEYENDO
Isa y Eva. Hermanas y rivales.
Teen Fiction¿Qué tanto podrías odiar a tu media hermana? Isa y Eva son medias hermanas pero vivieron en realidades opuestas desde niñas. Isa creció en un mundo lleno de lujos gracias a su abuela, mientras que Eva lidió en un ambiente lleno de carencias y peleas...