El día del cumpleaños número 15 de Mark llegó envuelto en un aire de emoción y expectativas. Desde la mañana, su casa había estado llena de risas y música, con amigos y familiares que llegaban a celebrarlo. Haechan, como siempre, era uno de los primeros en llegar, su energía contagiosa iluminando el ambiente. Se conocían tan bien que era como si la celebración no estuviera completa sin la presencia del otro.La fiesta fue un torbellino de juegos, risas y regalos. Mark recibió muchos presentes, pero su corazón se sintió más cálido cuando Haechan le dio un pequeño álbum de fotos, lleno de recuerdos de su infancia juntos. "Para que nunca olvides todos los momentos que hemos compartido", le dijo, su sonrisa llena de sinceridad.
Al caer la noche, el bullicio de la fiesta empezó a disminuir. Los amigos comenzaron a marcharse, y el hogar de Mark se llenó de un ambiente más tranquilo y acogedor. Después de despedir a sus amigos, Mark se sintió un poco nostálgico, la idea de que ya no eran niños pequeños, sino adolescentes, pesaba en su corazón. Haechan, al notar su cambio de ánimo, le propuso quedarse a dormir.
-¿Te gustaría quedarte a dormir, Haechan? -preguntó Mark, una chispa de esperanza en sus ojos-. Sería genial tenerte aquí para celebrar como antes.
-Por supuesto, ¡no podría perderme la fiesta de cumpleaños más épica del año! -exclamó Haechan, bromeando y haciendo una pose exagerada-. Además, siempre hay tiempo para más aventuras.
Ambos se acomodaron en el sofá, hablando sobre la escuela, sus sueños y todo lo que querían hacer en el futuro. Mientras las horas avanzaban, la casa se sumía en un silencio profundo. Alrededor de la medianoche, Mark se levantó de repente, con una idea que brillaba en su mente.
-Oye, Haechan -dijo, tratando de ocultar su entusiasmo-. ¿Qué tal si vamos a la terraza a mirar las estrellas?
Haechan levantó una ceja, intrigado. -¿A estas horas? ¿Qué pasó con dormir?
-Vamos, es mi cumpleaños, ¡y quiero hacer algo especial! -insistió Mark, casi suplicando.
-Está bien, está bien. ¡Solo porque es tu cumpleaños! -respondió Haechan, levantándose y siguiéndolo a la terraza.
La brisa nocturna los recibió al salir. Miraron hacia arriba, donde un manto de estrellas brillaba intensamente en el cielo. Se sentaron en el borde de la terraza, disfrutando del silencio que los rodeaba.
-¡Wow! -exclamó Haechan, señalando una constelación-. ¡Mira eso! ¿Sabías que los antiguos creían que las estrellas eran las almas de los héroes?
Mark sonrió, disfrutando de la curiosidad de su amigo. -No lo sabía. Tal vez todos los que miran hacia arriba están buscando algo más que solo estrellas.
Haechan lo miró, dándose cuenta de que la conversación había tomado un giro más profundo. -¿Qué buscas tú, Mark? -preguntó, curioso.
Mark se sintió un poco vulnerable al compartir su sueño, pero sabía que podía confiar en Haechan. -He estado pensando mucho en esto... Siempre he querido ser un idol. -Su voz era suave, casi un susurro en la noche-. Creo que sería increíble poder subir al escenario y cantar. Hacer que la gente se sienta feliz.
Haechan lo miró, y aunque al principio se mostró sorprendido, pronto esbozó una sonrisa. -¿Un idol? ¿En serio? ¡No sabía que tenías ese sueño! -bromeó, guiñándole un ojo-. Tal vez podrías cantar en lugar de jugar al fútbol.
Mark rió, sintiéndose aliviado por la reacción de Haechan. -Sí, tal vez deberíamos hacer un dúo, tú y yo. Pero yo sería la estrella, por supuesto.
-Claro, claro -respondió Haechan, riendo también-. Yo solo seré el respaldo, el que hace los pasos de baile ridículos.
Ambos se rieron, disfrutando de la ligereza de la conversación. Sin embargo, a medida que el silencio volvía a caer, Mark se sintió más serio. -En serio, Haechan. Me gustaría hacerlo. He estado practicando en secreto, y creo que podría tener lo que se necesita.
-Si alguien puede hacerlo, ese eres tú, Mark. -Haechan lo miró fijamente, sus ojos reflejando la luz de las estrellas-. Siempre has sido increíble en todo lo que haces.
-Gracias. -Mark sonrió, sintiendo que la confianza de Haechan lo empujaba hacia adelante-. Pero, ¿y tú? ¿Qué harás en el futuro?
-Yo quiero ser arquitecto -respondió Haechan, como si esa respuesta hubiera estado lista en su mente desde siempre-. Me encanta diseñar cosas, crear espacios donde las personas puedan vivir y sentirse cómodas.
-Eso suena increíble. -Mark lo miró con admiración-. Siempre he pensado que tienes un talento especial para eso.
-Gracias. -Haechan sonrió, sintiendo que la confianza de Mark lo empujaba hacia adelante-. Pero, de verdad, espero que cumplas tu sueño de ser un idol. Me encantaría verte en el escenario, iluminando el lugar con tu voz.
Mark se quedó en silencio por un momento, contemplando las palabras de Haechan. La idea de compartir sus sueños con alguien que lo apoyara tanto era reconfortante. -En serio, Haechan, eso significa mucho para mí. No sé qué haría sin ti.
La conversación fluyó naturalmente, entre risas y recuerdos compartidos. Haechan comenzó a contar historias sobre su infancia, momentos de travesuras y aventuras que habían vivido juntos, mientras el cielo estrellado se convertía en su telón de fondo.
-Recuerdo aquella vez que intentamos construir un fuerte en el parque y terminamos cayendo de él -dijo Haechan, riendo-. Fue un desastre total.
-¡Y tú te caíste y terminaste lleno de barro! -agregó Mark, riendo a su vez-. Pero nunca dejaste de intentar construir cosas.
Haechan se encogió de hombros, con una sonrisa traviesa. -No me rendí, ¿verdad? Así es como se construyen los sueños.
Ambos se quedaron en silencio, mirando las estrellas y sintiendo la conexión que los unía. En ese momento, bajo el vasto cielo estrellado, comprendieron que, sin importar lo que sucediera, siempre tendrían la amistad que los había llevado hasta allí. La noche se deslizaba suavemente, y mientras se sumergían en sus pensamientos, una sensación de esperanza y posibilidad se cernía sobre ellos, prometiendo un futuro lleno de sueños por cumplir.
Finalmente, la temperatura comenzó a descender, y Haechan se encogió un poco, frotándose los brazos. -Tal vez deberíamos volver adentro. No quiero que te resfríes en tu cumpleaños.
-Tienes razón -dijo Mark, levantándose y estirándose-. Pero antes, una última estrella fugaz, ¿de acuerdo? -Juntos cerraron los ojos y pidieron deseos en silencio, sellando ese momento con la promesa de un futuro brillante.
Al regresar adentro, el hogar seguía envuelto en un suave aroma de pastel y risas. Mark, con una sonrisa en el rostro, sintió que su cumpleaños se había vuelto más especial de lo que había imaginado. No solo había recibido regalos, sino también el apoyo incondicional de su mejor amigo, algo que siempre atesoraría en su corazón. Mientras se acomodaban en el sofá nuevamente, la noche continuó, llena de sueños compartidos y la promesa de un futuro en el que ambos podrían seguir sus caminos, pero siempre llevándose mutuamente en el corazón.