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La vida de Mark y Haechan había cambiado drásticamente desde la trágica muerte del padre de Mark. Era un día soleado cuando Haechan se enteró de la noticia; el cielo azul parecía burlarse del dolor que invadía su corazón. Había estado sentado en su habitación, rodeado de libros de texto, cuando su teléfono vibró con un mensaje de Mark. La urgencia en el tono de Mark lo llevó a dejar todo de lado y correr a su casa.

Al llegar, la atmósfera era pesada. Mark estaba sentado en el sofá, el rostro pálido y los ojos hundidos, una imagen que Haechan nunca olvidaría. La tristeza que emanaba de su mejor amigo era casi tangible, y Haechan se sintió impotente al no poder hacer nada para aliviar su sufrimiento.

-Mark -dijo Haechan suavemente-. Estoy aquí. ¿Qué pasó?

La voz de Mark se quebró mientras pronunciaba las palabras: -Mi padre... ha muerto.

La realidad de la situación golpeó a Haechan como un balde de agua fría. Se lanzó a abrazar a Mark, sintiendo cómo el cuerpo de su amigo temblaba. Las lágrimas comenzaron a fluir, y Haechan se dio cuenta de que no había palabras que pudieran consolarlo. En ese momento, solo podía estar presente, ofreciendo su apoyo silencioso.

Los días que siguieron al funeral fueron un mar de emociones contradictorias. Mark trató de mantenerse ocupado, pero la pérdida era una sombra constante que lo seguía a todas partes. Haechan se aseguraba de estar a su lado, pero había una inquietud en su interior: el Mark que conocía estaba desapareciendo.

Una tarde, mientras caminaban por el parque, Haechan no pudo evitar notar cómo el rostro de Mark reflejaba una profunda tristeza. Había una distancia en su mirada, como si estuviera mirando a través de un cristal empañado. Haechan, con el corazón en la mano, decidió preguntarle cómo se sentía realmente.

-Mark, sé que esto es difícil, pero necesito que me digas cómo estás -le dijo, su voz temblorosa.

Mark se detuvo y miró al horizonte. -Me siento vacío, Haechan. Mi padre siempre fue mi mayor apoyo. Ahora, no sé qué hacer sin él.

-Siempre será parte de ti. Te enseñó a ser quien eres, y estoy seguro de que querría que siguieras adelante -respondió Haechan, tratando de darle algo de aliento.

Pero Mark se encogió de hombros, como si el peso de la tristeza fuera demasiado para llevar. -No sé si quiero seguir con mis sueños de ser un idol. No puedo imaginarme en el escenario sin él mirándome.

La preocupación de Haechan creció. Mark había soñado con ser un idol desde que eran niños. Había imaginado cómo sería recibir el reconocimiento y el amor del público, y cómo su padre lo animaría desde la primera fila. Pero ahora, la idea de seguir ese camino parecía como una traición a la memoria de su padre.

-¿Y si decides cambiar de rumbo? -preguntó Haechan, sintiendo que había llegado el momento de plantear la opción que había estado considerando-. Puedes hacer lo que realmente quieras, Mark. No tienes que seguir un camino solo porque lo habías planeado.

Mark lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de confusión y esperanza. -¿Qué quieres decir?

-Siempre has tenido una pasión por escribir. ¿Por qué no consideras estudiar letras? Podrías usar tu talento para contar historias y expresar lo que sientes. Tal vez eso te ayude a encontrar un nuevo propósito -sugirió Haechan.

Un silencio cayó sobre ellos mientras Mark contemplaba la idea. Finalmente, dijo: -Quizás tienes razón. No sé si podría seguir actuando, pero la escritura siempre me ha gustado.

Con el tiempo, Mark empezó a considerar más seriamente la opción de estudiar letras. La idea de dejar de lado su sueño de ser idol le causaba dolor, pero la perspectiva de seguir un camino que realmente lo llenara parecía más atractiva. Haechan lo animó a tomar esta decisión, apoyándolo en cada paso del camino.

En otra vida ... (Markhyuck)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora