Haechan y Mark habían estado disfrutando de su vida juntos durante algunos años. Se sentían más conectados que nunca, no solo como pareja, sino también como cómplices en sus sueños y aspiraciones. Haechan había logrado establecerse como un arquitecto prometedor, diseñando no solo casas sino también espacios que reflejaban la esencia y la historia de las personas que los habitaban. Su hogar, construido con mucho amor y cuidado, era un testimonio de su trabajo y un refugio donde podían soñar y construir su vida juntos.Mark, por su parte, había estado escribiendo canciones para varios idols y grupos. Sus letras resonaban en el corazón de muchos, y su habilidad para contar historias a través de la música había sido reconocida en la industria. Cada canción que escribía llevaba un pedazo de su alma, y su amor por Haechan siempre estaba presente, inspirando su arte de maneras profundas.
Una mañana, mientras Haechan organizaba su estudio, recibió una llamada inesperada. Era un mensaje de una amiga que trabajaba en una organización que se dedicaba a ayudar a niños en adopción. Habían encontrado un pequeño niño que necesitaba un hogar y pensaron en ellos. La emoción y la ansiedad llenaron el corazón de Haechan.
-Mark -gritó mientras salía de su estudio-, ¡tienes que escuchar esto!
Mark, que estaba en la sala, corrió hacia él, notando la energía palpable en el aire. -¿Qué sucede?
-Me acaban de llamar de una organización de adopción. Tienen un niño que podría ser perfecto para nosotros.
La sonrisa de Mark se ensanchó, pero su mirada también reflejaba cierta preocupación. -¿Qué niño es?
-Un pequeño chino llamado Chenle. Solo tiene tres años y están buscando un hogar para él. Quieren que lo conozcamos -respondió Haechan, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.
Ambos se miraron con una mezcla de emoción y nerviosismo. Sabían que adoptar un niño era un paso importante, pero estaban listos para este desafío.
La tarde del mismo día, llegaron a la oficina de la organización, donde una mujer amable les recibió. Llevaba una carpeta con documentos y, detrás de ella, se podía escuchar el ruidito de un niño que jugaba con juguetes en el área de espera.
-Hola, Haechan y Mark -dijo la mujer sonriendo-. Estoy emocionada de que estén aquí. Chenle está ansioso por conocerlos.
Haechan sintió que su corazón se aceleraba. El sonido de la risa infantil resonaba en la sala mientras la mujer los guiaba hacia el área donde estaba Chenle.
Cuando entraron, el pequeño estaba jugando con bloques de construcción, su carita iluminada por una gran sonrisa. Tenía ojos brillantes y una energía contagiosa que llenaba el espacio.
-¡Chenle! -llamó la mujer, y el niño levantó la cabeza, sus ojos se encontraron con los de Haechan y Mark.
-¡Hola! -dijo Chenle con entusiasmo, corriendo hacia ellos con los brazos abiertos.
Haechan se agachó para recibirlo. -¡Hola, Chenle! Soy Haechan. Y él es Mark.
Mark se agachó también, sonriendo al pequeño. -¿Te gustaría jugar con nosotros?
Chenle asintió vigorosamente, y en ese momento, Mark y Haechan supieron que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.
Pasaron la tarde jugando con Chenle, construyendo torres con bloques y dibujando en hojas de papel. La conexión entre ellos creció rápidamente, y la risa del niño llenaba sus corazones de alegría.
Cuando llegó el momento de despedirse, Haechan miró a Mark con complicidad. -¿Crees que deberíamos hablar de llevarlo a casa?
Mark asintió, sintiendo que era el paso correcto. Ambos se sentaron con la mujer y discutieron sobre la posibilidad de adoptar a Chenle. Después de una larga conversación, decidieron que querían ser su familia.
El proceso fue un torbellino de emociones, pero un par de semanas más tarde, Chenle ya era parte de su hogar. La alegría de tenerlo era indescriptible. Haechan había diseñado un cuarto especial para él, lleno de colores y juguetes, donde Chenle podía soñar y jugar.
Con el tiempo, la familia se adaptó a su nueva rutina. Haechan dedicaba sus días a trabajar en nuevos proyectos de diseño, mientras que Mark se sumergía en su escritura musical. La vida estaba llena de risas, amor y aventuras cotidianas.
Una tarde, mientras Haechan preparaba la cena, Mark estaba en la sala con Chenle, enseñándole algunas letras de canciones. Chenle estaba entusiasmado y repetía las palabras, haciendo que Mark riera.
-Eres un buen cantante, Chenle -le dijo Mark, dándole una palmadita en la cabeza.
-¿Yo también puedo ser un idol? -preguntó el pequeño con los ojos llenos de esperanza.
Mark se detuvo un momento, sintiendo una mezcla de emoción y nostalgia. -Por supuesto, puedes hacer lo que desees. Solo necesitas creer en ti mismo y trabajar duro.
Haechan, escuchando desde la cocina, sonrió al oír a Mark hablar con tanto amor y aliento. Se sintió agradecido de tener a Mark en su vida, y más aún por poder compartir esos momentos con Chenle.
Mientras la cena se cocinaba, Haechan se unió a ellos, y juntos continuaron creando recuerdos. Aquella noche, después de cenar y de contar historias, se sentaron en el sofá, disfrutando de un programa de televisión juntos. Chenle, agotado, se acurrucó entre Haechan y Mark, mientras ambos los abrazaban con cariño.
Fue en esos momentos que Haechan comprendió lo que realmente significaba tener una familia. No solo eran tres individuos viviendo bajo un mismo techo; eran un equipo, un hogar lleno de amor y sueños compartidos.
A medida que pasaban los días, Haechan continuaba con su carrera como arquitecto, diseñando no solo casas, sino también espacios que reflejaban la esencia de las familias que las habitaban. Su éxito profesional le brindaba satisfacción, pero nada se comparaba a la alegría de ver a Chenle crecer y aprender.
Por su parte, Mark seguía escribiendo canciones, creando música que resonaba con la experiencia de la vida familiar. Cada letra era una celebración de su amor por Haechan y Chenle, y su deseo de construir un futuro lleno de posibilidades.
Con el tiempo, los tres formaron un lazo inquebrantable, y cada día se sentían más agradecidos por la oportunidad de ser una familia. La vida había avanzado de manera increíble para ellos, y aunque el camino había estado lleno de desafíos, cada uno de esos momentos solo reforzaba su compromiso de construir un futuro brillante juntos.