° Novena sesión°

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° Novena sesión°

『Rompedor de galaxias

Dejo salir el aire atorado de mis pulmones de forma lenta y pausada, tratando de que no sea evidente que me he puesto nervioso y un tanto alterado, aunque mi ritmo cardiaco sea muy alto, el respiratorio sea irregular y posiblemente mi presión este en su punto máximo. Creo que incluso mi cara está ardiendo a causa de la vergüenza. La sangre hirviente detrás de mi piel evidenciándome con ese tinte característico.

Una cosa debo admitir, el psicólogo es algo atractivo.

El aroma que desprende de su piel, su forma de vestir y su físico, es ese tipo de persona que no todos los días se ven en la calle o solo se ven de vez en cuando, en los momentos en los que estas distraído.

—Lo siento. —exhalo casi desinflándome, tratando de que la sensación de los nervios comportándose como cables enloquecidos en mi estómago desaparezcan.

Se aleja lo suficiente como para que su colonia ya no sea mi oxígeno, se incorpora y abre la ventana que da a la cuidad, ahora se escucha con más claridad el correr de los automóviles y algún murmullo humano.

El cielo toma un tinte anaranjado muy tenue, casi traslucido, combinado con pinceladas gruesas de violeta y azul obscuro, una que otra nube gris y el débil rayo lunar que anuncia que ya es demasiado tarde, admito que es un bonito panorama desde este piso y más desde el lugar donde me encuentro.

Su silueta que contrasta con el paisaje hace una escena melodramática, sin luces artificiales ni música de fondo, ese tipo de escena suspensiva en las películas románticas.

La camiseta azul claro que trae puesta se contrae junto a sus omoplatos, parece que respira muy rápido o suspira muy profundo, se lleva las manos a los bolsillos traseros en busca de la cajetilla de cigarros, esta vez no me pregunta si me incomoda o no, solo lo enciende y da dos caladas largas. Nuevamente la tela de su camiseta se contrae, con su mano libre se enreda el cabello y luego da media vuelta enfrentándome con la mirada.

—¿Fumas? —pregunta acercándome la cajetilla mirándome fijamente, me siento examinando.

Asiento con lentitud y con la misma tomo uno de los cuatro solitarios cigarrillos que quedan.

—¿Usted lo hace a menudo? —con torpeza enciendo el cigarro y exhalo el humo.

—Quedamos en que no soy "usted" —frunce un poco las cejas, como si realmente le molestara que me refiera de esa manera. —Llámame por mi nombre.

—Lo siento. —me muerdo el interior de la mejilla, por alguna razón me cuesta decir su nombre o tutearlo, necesitare preparación mental para hacerlo. — ¿Fumas muy a menudo? —repito para no dejar un silencio muy extenso entre nosotros.

Casi parece complacido.

—No, solo cuando estoy estresado o demasiado...—se pasa la lengua por los labios, da una calada profunda y mira hacia la ventana llevándose una mano a las caderas. —Demasiado desesperado. —termina exhalando el humo lentamente.

—¿Cuál es la razón ahora? —me levanto de mi lugar y me tambaleo un poco, muerdo el filtro del cigarro con los dientes.

—¿Cuál te parece que sea? —susurra sin mirarme, se lleva el cigarro a los labios, duda un segundo, como pensando en tirarse por la ventana o gritar por la misma, al final solo absorbe del tabaco.

No contesto, supongo que es un poco absurdo hacerlo, aunque me pregunto qué es lo que piensa, me pregunto si algún recuerdo le vino a la mente o piensa demasiado en algo, su actitud amable e incluso amigable ha sido sustituida de repente.

Elastic Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora