° Catorceava sesión°

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° Catorceava sesión°

『Mundos encontrados

«Era la primera vez, pero estaba seguro de que podría desperdiciar mi vida entera observándolo durante todas las mañanas, [...] cada día de lo que restaba de mi eternidad, perderme entre los pliegues de su piel me parecía el pasatiempo más hermoso de todos.

Estaba enamorado de todos modos, [...] en él hasta respirar podría parecerme el mismo paraíso.

Lo malo fue que esto solo era un viejo cuento de hadas y su magia en algún momento tendría que terminar.» —Akira Cassie. (Renace una vez)

°

Las calles de esta ciudad me gustan mucho, son empedradas y tienen un estilo único a la antigua, como en esas postales viejitas que los abuelos guardan en el cobertizo dentro de una cajita bellamente tallada en madera. Las torres de los edificios también lucen hechos a la antigua, muy hermosos a mi parecer.

El reloj de la gran catedral marca quince minutos después de la hora acordada, tiene manecillas toscas hechas de metal negro, los números son romanos, la piedra parece muy desgastada, roída por el tiempo.

El cielo es de color gris el día de hoy, aunque no parece que vaya a llover o a nevar demasiado, pero hace el frío suficiente como para salir perfectamente abrigado de pies a cabeza, guantes, botas de plástico y bufanda. Tal vez durante la noche se suelte una tormenta de nieve. Eso es lo que he oído de un par de hombres que han pasado frente a mí.

Mi madre solía amar este tipo de lugares, decía que tenían el toque justo de dramatismo y perfección, daban ese melancolismo sobre el tiempo y lo mucho que ha cambiado a lo largo de estos últimos años. Me gustaba cuando me contaba cosas de su niñez, adolescencia y prematura adultez, cuando llego a estas ciudades de joven después de salir de su pueblo natal, adoraba sus historias y relatos, era como ver otra vida a través de sonidos e imaginación. Muchas veces podía ver cómo se perdía en su propia línea de tiempo y cuando menos lo pensaba ya no estaba conmigo, estaba en aquel bello y viejo entonces. Adoraba escucharla, me encantaba. También escuchar mis propias historias cuando era un bebé y antes de mis primeros recuerdos, travesuras y todas las cosas que mis padres pasaron mientras intentaban educarme.

Un hombre de gran saco sale de la librería donde se supone que pasare el resto de la tarde con Petra, quien no ha llegado aún, hace un gesto de disgusto y luego pega una gran lamina en la ventana principal del lugar, le grita algo a una de las chicas de adentro, luego sigue con su labor para que la lámina no se caiga. No alcanzo a ver las letras, mi vista falla con cada minuto que pasa, así que solo veo borrones rosas y amarillos, tal vez aquello sea un dibujo de un espejo, algún corazón y cosas parecidas.

Mordisqueo la galleta de helado que he comprado para pasar el rato mientras espero, si fuerzo mucho la vista empieza a dolerme la cabeza, así que trato de no prestarle más atención a ese anuncio, tal vez cuando nos acerquemos poder ver de qué trata.

—Lo siento, lo siento. Lamento la tardanza.

Parpadeo varias veces antes de agachar un poco la vista, la chiquilla está jadeando, sosteniéndose de las rodillas para inhalar un poco de oxígeno, tiene las mejillas rojas, la nariz moqueada y los ojos llorosos, al parecer ha estado corriendo en las últimas calles.

—No importa. —trato de sonar amable y casual.

Pero importa, me ha hecho perder quince minutos en los que posiblemente pude hacer cualquier otra cosa de mi vida, no solo estar aquí parado viendo como la vida pasa y como mis viejos recuerdos regresan, eso es algo que no me gusta mucho hacer.

Elastic Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora