° Final de Terapia °

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«Cíñeme, embriágame a caricias, bésame hasta que caiga en coma, cíñeme estrecha y dulcemente con amor grande como el soma.»

— "Un mundo feliz" de Aldous Huxley.

° Final de Terapia °

『De aquí hasta nunca.

«Entre las hojas manchadas de tinta, entre los pedazos rotos de papel, jamás me había dado cuenta que todas mis historias trataban de ti.»

Dejo el vasito de papel rojo sobre la mesa, viendo las manchas verdes de helado de menta, con una que otra chispa de chocolate muriendo allí mismo. Como un pobre desgraciado caído en guerra.

Una mesera de coletas rubias se acerca hasta nuestra mesa y pregunta si necesitamos algo más, aprovecho para pedir de nueva cuenta otro helado de menta con chispas de chocolate. La chica me sonríe y lo anota en su libretita diciendo:

—En un momento se lo traigo.

Un hombre más allá le dice a la mesera que necesita más servilletas para limpiar el rostro manchado de dulce de su pequeña hija que no deja de lanzar carcajadas.

—No dejas los malos hábitos, ¿Eh?

—No es un mal hábito, es una costumbre. —contesto.

Nos quedamos en silencio por un largo rato, escuchando las risas tiernas de los niños que visitan el local, olisqueando el dulce aroma del café y el azúcar, pensando en que más agregar para que el silencio no se alargue. Aunque en cierta manera los silencios en si siempre han sido parte de nuestra extraña relación, no es algo que nos moleste, pero por alguna razón él se siente obligado a decir algo más.

—Lo siento.

—No tienes por qué disculparte, no tuviste nada que ver en todo esto. —sin ser capaz de enfrentarlo revuelvo las manchas de helado dentro del vasito con la cuchara de plástico dorado.

—Tienes razón, pero no dejo de sentirme culpable. Si tan solo...

Dejo la cuchara sobre la servilleta y alzo la mirada.

—Papá, ya déjalo. Lo hecho, hecho esta. Nada de lo que puedas sentir o decir ahora va a cambiar lo que sucedió.

La mesera llega a nosotros con una sonrisa y deja el helado en la mesa, si la necesitamos no debemos dudar en llamarla.

—Tal vez nunca la entendamos. —dice.

—Nunca la entenderemos. —agrego.

Él sonríe.

—Es extraño que hayas llamado. Pensé que luego de aquel día jamás volveríamos a saber de ti, esta vez de verdad.

—Así planeaba que fuera, pero mira, aquí estoy. —a pesar de mi memoria fracturada, aun recuerdo que vine en contra de mi voluntad a verlos, yo de verdad quiero mantenerme lejos de este sitio, no volver, pero creo que también necesito ponerle un punto final a esta historia tan dañina.

—Me alegra saber de ti. —me sonríe y me da una palmada sobre el dorso de mi mano que sostiene la cuchara del helado. —Y felicidades por la premiación del libro.

—Ah, eso.

Hace un par de meses Hanji llamo sumamente emocionada, casi gritando la noticia que no le entendí hasta que después de una larga hora se pudo calmar y decirme que habían nominado otra de mis obras para los premios estatales de Literatura. Como estaba en anonimato fue ella la que se presentó a la ceremonia y recibió el premio. Ahora el cacharro de metal lo uso para detener la puerta del baño cada que necesito darme una ducha. Eso como seguro de que no hay nadie más que yo en casa. Hanji dice que es un desperdicio y que debería hacer un lugar para los premios que he estado ganando últimamente, le respondí que en realidad no escribía para ser reconocido. (¿O sí?)

Elastic Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora