Capítulo 11: La boda

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Me preparé para el día más importante de mi vida

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Me preparé para el día más importante de mi vida. Después del encuentro con mis familiares me sentía más fuerte, invencible,  capaz de todo. Estaba llena de esperanza y esa energía renovadora acababa por vencer todos mis miedos. 

Era consciente del estado lamentable de mi aspecto. Me miré al espejo y constaté que mi vestido no estaba en las mejores condiciones.

"No tienes arreglo, Candy..."  me dije mientras tomaba mi móvil y llamaba a la doncella personal que me habían asignado y también avisaba a la maquilladora con la esperanza de que pudieran hacer algo por mí. Me esmeré lo que pude, me sacudí el barro de los bajos del vestido  y me recordé a mí misma  que a Albert no le  iba a importar demasiado mi aspecto. Pero yo quería causarle una buena impresión, nadie espera a una novia con un vestido descuidado o sucio y a aunque a él no le importara, a mí sí me importaba en aquellos momentos.  Quería lucir lo más hermosa posible, para él y para mí misma. 

No quería defraudar a nadie.

Cerré los ojos para intentar recobrar el control de mis emociones. Tenía tiempo para solucionar el desastre gracias a la distorsión temporal que me había permitido aparecer en mi habitación con el tiempo suficiente para prepararme. 

Me lavé la cara. Busqué una crema limpiadora y después me apliqué un tónico facial con la esperanza de que me diera algo de luminosidad a la cara. El espejo del tocador me devolvió la imagen de una mujer emocionada, de ojos brillantes y mejillas arreboladas. No había rastro de ojeras o arrugas y sospeché que quizá Rhys o mi abuela habían tenido algo que ver. 

"Tan encantadores..." pensé con gratitud. 

Recordé la rotura de mi vestido de prometida tras subirme al gran árbol del jardín de Lakewood y que él también se había roto la manga de su elegante camisa por seguirme.

—A los bienes materiales y la riqueza, yo siempre voy a preferir la naturaleza...— Me había dicho mientras silbaba al viento y  un un pajarillo acudía a su llamada. 

Era tierno, sincero y puro como un rayo de sol. 

Por supuesto que no le iba a importar que ahora mismo mi traje luciera un poco desarreglado. La caminata hasta la casa de mis abuelos en el bosque había cobrado su peaje y no  me apetecía cambiarme, ni tampoco quería hacer esperar a mi prometido. 

"No le va a importar;  en cuanto  se lo cuente, seguro que hasta le hace gracia..." me dije mientras la maquilladora  terminaba su trabajo. 

La doncella  también me había ayudado a disimular las manchas y había conseguido dejarme el vestido de novia más que presentable. 

Con encanto  [Parte II]Where stories live. Discover now