Capítulo 12: La boda II

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—¡NO...! — Bramó la voz de nuevo.

Espantada pude ver cómo la cara del chófer se transformaba en el denostado rostro de mi prima. Podía percibir la intensidad del aura maléfica que la rodeaba, era poderosa. Tal y como me había advertido Rhys.

La lucha era inevitable. Me empecé a indignar, estaba lejos de sentir la compasión a la que había apelado mi abuelo.

¿Cómo se atrevía a estropear mi boda...? La odiaba, me daba ganas de acabar con ella en aquel preciso momento. No entendía cómo no se daba cuenta de que el corazón de William no la pertenecía y me enfadaba que por culpa de su capricho él estuviera condenado a una vida de soledad.

"Te regresaré al infierno..." pensé sintiendo hervir mi sangre feérica y mi sangre de bruja por igual. En ese momento yo ya no me sentía humana y los sentimientos de bondad y compasión que había en mi se fueron diluyendo, disolviéndose en la nada.

El poder de mis antepasados empezó a fluir hacia mis manos. A su vez, la piedra que me había regalado mi abuelo empezó a cambiar de color. Ahora era blanca y me hacía sentir fuerte, poderosa.

La expresión de William no era de calma. Yo sabía que él también tenía poderes sin embargo, no quería utilizar la fuerza para derrotar a la fae que lo había hechizado.

Ella lo miró con la advertencia escrita sobre su rostro cerúleo. Me amenazaba a mí directamente lo cual no contribuía a que mis sentimientos por ella cambiaran. Se iba diluyendo poco a poco la promesa que le había hecho a mi abuelo.

Sus cabellos plateados flotaron rodeando su rostro sobrenatural como si estuvieran suspendidos en el agua y sus ojos brillaron con una luz demoníaca que me hizo estremecer de puro pavor.

—Candy... — Murmuró alertado William interponiendo su cuerpo delante para protegerme de la fae que había prometido acabar conmigo. —No cedas a la tentación, por favor. No debes obrar desde el odio. —Me suplicó.

—Lo intentaré.— Le dije mientras él me apartaba los cabellos de la cara y me daba un beso furtivo en los labios.

—Por favor, recuerda que no la podemos vencer desde el odio...

Pero mis ojos estaban fijos en la figura espantosa que ahora nos amenazaba a los dos.

—No te atrevas a besarlo, maldita. Él me pertenece...— Me ordenó con voz cavernosa.

El ente que la poseía había hecho bien su trabajo. Las mejillas de mi prima, antes lozanas y llenas, ahora se veían hundidas y sin color.

—Vuelve al lugar de donde has salido, engendro... ¡Regresa al infierno, maldito! —Ordené con autoridad.

No podía permitir que él sufriera ningún daño, ni que ella me lo arrebatara.

Eché de menos la presencia de Elroy. Estaba segura de que ella sí que podría ayudarme en aquel  momento.

—O si no ¿qué? ¿qué se supone que me vas a hacer con la baratija que te ha regalado mi tío Rhys?

—¿Cómo lo has sabido?—Pregunté con aprensión.

El ser sonrió con maldad.

—Olvidas que yo tengo mis recursos...

Recordé a los pájaros que nos habían estado observando durante el camino a casa de mis abuelos.

Con encanto  [Parte II]Where stories live. Discover now