Capítulo 10: Familia

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—¡Abuela...!—Exclamé  levantándome del colchón de mi cama.

Miré hacia el techo y reconocí  con desgana las molduras con motivos vegetales de los altos techos de la mansión Ardlay. Ya no  estaba en aquel país de las maravillas, ni tampoco  veía a  mis familiares. No, no podía ser cierto. El corazón se me encogió lleno de  temor y  me angustié pensando que quizá todo  había sido un sueño. El vacío por su ausencia me dolía y sentí mis ojos a punto de llenarse de lágrimas. 

"Ay no, abuelo...abuelita. Esto no puede ser cierto"

De forma automática llevé la mano al pecho y allí estaba la joya que él me había regalado. 

Mi corazón se hinchó de alegría y una indescriptible sensación de calidez y amor por ellos me invadió anulando cualquier resto de miedo o de angustia. El colgante de plata era  la prueba suficiente que demostraba que el encuentro con mi familia en el bosque encantado había sido real. 

Miré el reloj y comprobé con asombro que aún tenía tiempo de sobra para prepararme para la boda. Una ceremonia que mi amado había organizado para los dos y que se celebraba en una época del año en concreto. 

Y ahora me daba cuenta de que él no había elegido la fecha del primero de Noviembre de manera casual.  

"El tiempo transcurre de manera distinta en el país de las hadas..." recordé que me había dicho mi abuela en la magnífica  casa del bosque que había construido Rhys para ella.

Y una profunda sensación de  afecto y gratitud me invadió.

 No iba a dejar llevarme por el rencor, ni por ningún sentimiento negativo. No quería perder a mi amor por culpa de mis sentimientos. No podía permitirme dejarme llevar por el afán vengativo que se apoderaba de mí cada vez que evocaba el rostro perfecto de mi prima y el odio que parecía sentir por mí. 

Mi abuelo me había dicho que solo el amor que sentía por William lo liberaría del hechizo de Aderyn. Comprendí gracias a mi abuela *Ciara lo que William intentaba al regresar a Escocia: la tierra de sus antepasados.

—William quiere romper el maleficio de Aderyn invocando el poder de Dios, ante el altar de la Iglesia donde se va a celebrar vuestra unión...—Me h había revelado  mi abuela tras indicarme que me sentara en una cómoda butaca junto al fuego de la chimenea.

Había dispuesto bebida y  comida sobre una mesa auxiliar de robustas patas adornadas con motivos vegetales e intrincados símbolos que no supe descifrar. Me sentí tentada inmediatamente y comí un trozo de pastel de frutas del bosque que me supo delicioso. 

—Pero entonces ¿por qué no me había dicho nada de la prima Aderyn?—Inquirí mirando los azules ojos de Ciara.

Ella miró hacia Rhys con el reproche escrito en sus ojos, pero tras esa expresión había una sonrisa que delataba la profundidad de sus verdaderos sentimientos. 

—Veo que ya se lo has dicho, querido...

Mi abuelo sonrió y también se sirvió un trozo de pastel.

—Ella ha preguntado antes, mi señora Ciara.— Respondió  mirándola con ternura tras hacerle una galante inclinación con la cabeza.

Los cabellos dorados de mi abuelo enmarcaban su hermoso rostro y tras levantar la mirada y encontrarse con los azules ojos de ella,  mi abuela;  es decir, la joven rubia  que ahora tenía frente a mí,  se recolocó con coquetería el tocado de plata con una gema blanca que llevaba sobre la frente. 

Con encanto  [Parte II]Where stories live. Discover now