Capítulo 16: No me sueltes

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—¡Abre los ojos, Candy! por favor

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—¡Abre los ojos, Candy! por favor...— Escuché decir a alguien.

—¿Qué...?—me oí murmurar quejicosa.

Aún me sentía algo aturdida.

Los abrí a duras penas y  lo primero que vi fueron las caras preocupadas de mis amigos en torno a mi cama. Estaba en la habitación de un hospital y la habían llenado de flores y globos.

—¡Por fin...! Menudo susto nos habías dado.—Dijo Stair visiblemente aliviado.

Me reincorporé en la cama trabajosamente.

—¿Dónde estoy?—Pregunte todavía confusa.

—En el  Sunnyside Hospital, por supuesto. Llevas un par de días inconsciente, Candy. Esta vez sí que conseguiste asustarnos. Él doctor ha dicho que padecías agotamiento extremo.  —Dijo Archie con un leve tono de reproche en la voz.

Me alarmé.

—¿Y Albert...? ¿Por favor, dónde está Albert?—Pregunté angustiada al no verlo con ellos.

Annie sonrió.

—Se ha ido a descansar...tranquila. Él está perfectamente.

Estaba vivo, estaba bien. Me apoyé en la almohada sonriendo, sintiendo un enorme alivio.

"Lo hemos conseguido..."

—-Menos mal...pensé que le había pasado algo.

Mi amiga me recolocó la sábana sobre las piernas.

—Sí, desde que llegaste no se ha movido de tu lado, el pobre .—Dijo Annie.

Me moría de ganas de abrazarlo. No tenía mi móvil cerca, tampoco sabía dónde estaban el resto de mis cosas.

—Por favor, avisadle. Quiero verlo enseguida. —Les pedí a mis amigos.

Estaba agradecida por su visita pero necesitaba con urgencia confirmar con mis propios ojos que él estaba vivo y que estaba bien.

—De acuerdo, pero primero te tendrá que visitar el doctor.—Recomendó Archie.

Pero yo ya no quería estar allí. Me sentía totalmente renovada y con ganas de retomar las cosas donde las había dejado.

—¡Estoy bien...! Por favor, no necesito que ningún médico  me confirme lo que ya sé.—Dije con la intención de abandonar aquel lugar en cuanto pudiera. Yo era una maldita enfermera y sabía lo que estaba diciendo.

—Qué obstinada...—Bromeó Archie a su vez.

Annie tenía los ojos llenos de lágrimas. Lucía un elegante jersey de lana de cuello vuelto y unos pantalones de pinza oscuros que le favorecían mucho. Supe inmediatamente que Archie había tenido algo que ver.

Se acercó al borde de mi cama y me tomó las manos.

—Tiene razón, Candy. Te desmayaste en la Iglesia después de que todo aquello terminara. Albert te llevaba en brazos y por poco  nos morimos del susto.—Me recriminó dolida.

Con encanto  [Parte II]Where stories live. Discover now