—Entonces, yo tengo sangre feérica, como Aderyn...—Afirmé sintiendo una repentina aprensión.
Que yo guardara algo de parentesco con semejante criatura era una información muy difícil de asimilar.
En cambio, mi abuelo parecía muy tranquilo.
—Sí, ella es tu prima en segundo grado. Mi hermana, la reina Titania es su madre. — Repuso Rhys con naturalidad mientras seguíamos el sendero que hacía que nos adentráramos cada vez más en el bosque que rodeaba la mansión de mi prometido.
Yo lo seguía con gusto. Todo parecía igual, pero lo sentía diferente. El bosque en sí era distinto y majestuoso.
Las ramas de los árboles que nos salían al paso ahora ya no mostraban ningún signo de daño, ni tampoco de enfermedad. Los troncos habían ganado en diámetro y altura. Eran magníficos y su corteza era blanca, lisa, sin mácula o imperfecciones aparentes. Las lentejuelas que conformaban la parte externa de su corteza eran plateadas y las hojas eran doradas y estaban vivas.
Nada parecía indicar que estábamos en pleno otoño.
Podía escuchar el sonido alegre de las hojas contra el viento. El crujido de las ramas y el susurro de los árboles, como si hablaran entre sí. Y cerré los ojos, al comprender: los árboles cantaban.
El aire era limpio y fragante. Y me sentía plena y feliz.
—No te preocupes por Aderyn, pequeña. — Dijo mi abuelo.
—¿Entonces ella es una princesa fae? — pregunté mientras sentía una extraña calidez recorrerme el cuerpo.
Mi abuelo se dio cuenta enseguida del efecto que aquel lugar estaba teniendo sobre mí.
—Así es, querida.— Me dijo con suavidad.
Yo estaba cada vez más confundida.
—Y tú eres hermano de la Reina Titania. Pero en ese caso ¿No deberías ser tú el Rey?
Él se empezó a reír, como si mi pregunta le hiciera mucha gracia. Y era el sonido de una risa clara, divertida, franca. Lo cual me desconcertaba y también me tenía fascinada. ¿Cómo era posible que yo estuviera vinculada por sangre a un ser tan magnífico como aquel?
—Las mujeres tienen el mismo derecho que los hombres a reclamar el Trono de Plata. Yo renuncié voluntariamente porque me vi envuelto en otros asuntos más mundanos aunque no menos graves a los ojos de mi gente.—Me dijo a medida que avanzábamos hacia lo que deduje era su hogar.
En ese momento me detuve.
—¿Te refieres a mi abuela ...?
Aquel ser feérico sonrió mostrándome una dentadura perfecta, mientras sus verdes ojos me miraban con diversión y también con algo parecido al afecto.
—No puedo llamar mundano a eso, aunque ella sí fue uno de los motivos principales que me llevaron a tomar esa decisión. Y no me arrepiento de nada, si eso es lo que te preguntas. Los momentos vividos con ella en este mismo lugar son algo que guardo en el recuerdo y en mi corazón. — Me dijo conmovido.—Ahora ella ya no puede andar por vuestro mundo con libertad. Y es algo que lamento.— Confesó con la voz ensombrecida por la tristeza.
Sentí la intensidad de sus emociones y pude ver con sus ojos la imagen de ambos caminando de la mano por el sendero que ahora nosotros recorriamos con tranquilidad bajo la atenta mirada de sus guardianes: los cuervos.
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Con encanto [Parte II]
Fiksi PenggemarEl inmortal William Albert Ardlay ha decidido compartir su vida con la enfermera Candice Etwih. Sin embargo, el amor que ambos se profesan será puesto a prueba cuando el hada que lo maldijo lo reclame a su lado. Porque después de todo...una promesa...