Epílogo

51 9 11
                                    

Dimos la vuelta al mundo, decidí acompañarlo en sus viajes. Conocí lugares increíbles y a personas asombrosas. Mi marido tenía muy claro lo que me gustaba y casi siempre conseguía sorprenderme. 

—He tenido mucho tiempo para saber lo que quiero de la vida, Candy. —Me dijo mientras observábamos el mar turquesa de las Islas Fidji donde él había construido un resort de lujo.

—Este lugar es increíble. Casi tanto como el hotel de Miami...—Dije pensando en Neal. Me preguntaba si a su espectro le gustaba haberse convertido en un fenómeno de feria. 

—No vamos a regresar a ese lugar, Candy. Esa propiedad continúa bajo el influjo de mi sobrino.— Me dijo apoyando los brazos en la barandilla del balcón al que nos habíamos asomado para admirar el paisaje marino que se divisaba desde allí. 

El aire estaba cargado del perfume del salitre, del mar, del yodo... Me gustaba el sentir la brisa, el sol que había dado a mi cuerpo un hermoso tono tostado. Cerré los ojos sintiendo los rayos del sol en la cara y después lo miré a los ojos. 

—Pobre alma maldita. Deberíamos intentar ayudarle a cruzar al otro lado.— Dije pensando en Neal.

—Eres muy generosa, Candy.— Me dijo tomándome de la barbilla y depositando un tierno beso en los labios.—Pero ahora mismo lo único que quiero es perderme en tí...

—Y yo en tí... 

—De acuerdo entonces....Haremos una cosa...— dijo sonriendo de aquella manera que me hacía arder.

—¿Qué...? —Suspiré  anticipando lo que él me iba a pedir.

—  Primero quiero que te desnudes aquí y ahora... y después... tomaremos mi jet privado.  —Murmuró besando mi clavícula. 

Empecé a reírme. 

—¿Y después qué piensa hacer usted, señor Ardlay?— Le pregunté sin aliento sintiéndome atrapada por el embrujo de sus ojos azules. 

—Mmmm...quiero sorprenderla, señora Ardlay.—Susurró en mis oídos mientras sentía que me derretía. 

No hizo falta mucho más para que me sintiera arder y le concediera todo lo que me iba sugiriendo. No podía evitarlo, mi cuerpo lo deseaba y nos consumimos en la pasión arrolladora de los amantes que se redescubren, se necesitan y se complementan. El éxtasis de saberse amada por alguien que conoce todo de tí; imposible no rendirse a la evidencia de que él era todo lo que yo deseaba.

No pasó demasiado tiempo antes de la primera falta. 

La emoción de ser madre me hizo sentir plena, nuestro amor había hecho posible el milagro. Yo sabía lo mucho por lo que había tenido que pasar él;  la pérdida temprana de sus padres, de su amada hermana, de su sobrino...aquel joven que una vez amé. Pero esta vez la vida nos obsequiaba no solo con un regalo, sino con dos. La ecografía nos había  revelado que esperábamos mellizos: niño y niña. 

La vida estaba siendo generosa, nos devolvía algo de felicidad después de tanta tragedia. Pensaba en mis padres, en mis abuelos y también en la tía Elroy de la que nada sabíamos desde el incidente de la Iglesia Ardlay. 

A veces él se sentía culpable de no haber estado mas pendiente de aquel proyecto. Pero el peso de la pena por mi pérdida y su condición de inmortal hechizado lo había vuelto descuidado. Me di cuenta después de haber hablado con él sobre aquel día. 

Con encanto  [Parte II]Where stories live. Discover now