Jake estaba en la biblioteca de Alec, absorto en los libros polvorientos y antiguos que llenaban las estanterías. Había pasado horas buscando algo que pudiera ayudarles en su búsqueda, pero no había encontrado nada de interés.
Alec, el bibliotecario, se acercó y le puso una mano en el hombro. -Lo siento, Jake. No tengo libros nuevos aún, pero encontré algo curioso cuando estaba transcribiendo algunos documentos antiguos.-
Jake levantó la vista, intrigado. -¿Qué es?-
Alec le entregó un pergamino amarillento, con letras desgastadas pero aún legibles. -Es una solicitud de anulación de matrimonio.-
Jake frunció el ceño, confundido. -¿Por qué es importante eso?-
Alec señaló una parte del documento con su dedo. -Porque fue solicitada por tu padre, Lord Hamilton. La iglesia se lo negó, pues el matrimonio había sido consensuado por Teresa Hamilton y Cedric Reed.-
Jake tomó el pergamino y lo leyó detenidamente. La revelación lo dejó atónito. No podía creer que su padre hubiera intentado anular el matrimonio de su hermana. Si el matrimonio había sido consensuado, no había habido secuestro. Ella había escapado con el príncipe.
Ellie, vigilante desde una de las ventanas de la fortaleza de Hamilton, hizo una señal a Jake. El gesto era claro y urgente. Jake, consciente de que su padre debía estar durmiendo por borracho, vio la oportunidad perfecta para entrar sin ser descubierto mientras James vigilaba.
Sin perder tiempo, Jake hizo una señal a Hunter, y ambos se acercaron sigilosamente a la fortaleza. La tensión en el aire era palpable, pero había una determinación inquebrantable en sus pasos.
Ellie abrió una puerta lateral para permitirles la entrada. -Rápido, antes de que alguien los vea - susurró, con una mirada preocupada.
Jake y Hunter asintieron y entraron, moviéndose con cuidado a través de los pasillos oscuros y familiares, dirigiéndose hacia el estudio de su padre.
Era de día y la luz del sol se filtraba por las ventanas, proyectando sombras alargadas en el suelo de piedra. A medida que avanzaban, Jake no pudo evitar que sus pensamientos se inundaran de recuerdos de su infancia en ese lugar, especialmente de los momentos compartidos con Hunter.
Mientras caminaban, Jake recordó los días en que él y Hunter jugaban en esos mismos pasillos, transformando la fortaleza en su campo de aventuras. En aquel entonces, el mundo era más simple y sus preocupaciones no pasaban de descubrir nuevos rincones y secretos de la fortaleza.
Jake y Hunter continuaron avanzando con cautela por los pasillos, dirigiéndose al estudio. Al llegar, Jake se detuvo un momento, mirando la puerta cerrada frente a él. Los recuerdos de su infancia lo inundaron, trayendo imágenes de tiempos más sencillos y momentos compartidos con Hunter.
-¿Recuerdas cuando nos escondimos aquí después de robar manzanas del jardín? - murmuró Jake con una sonrisa melancólica.
Hunter asintió, esbozando una pequeña sonrisa. -Sí, y tu padre casi nos descubre. Nos castigaron por días, pero valió la pena.
Respiró hondo y giró la manija, abriendo la puerta lentamente. El estudio estaba en penumbra, con el olor a libros viejos y tinta llenando el aire. Jake entró primero, seguido de cerca por Hunter. Ambos sabían que tenían que encontrar cualquier pista que pudiera ayudarles a entender mejor la situación de Tom.
-Tenemos que buscar entre los papeles de mi padre - susurró Jake, dirigiéndose hacia el escritorio desordenado. - Seguro que hay algo aquí que nos dará una pista.-
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Aquel Día
RandomQuizá el gran lobo feroz solo estaba solo, confundido y asustado. Quizá la caperuzita no estaba indefensa y el rojo no era de la tela. Quizá el cazador solo estaba enamorado y siendo controlado. Quizá la abuelita era de armas tomar y guardaba más de...