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N.A:¡Hola! ¡Capitulo sorpresa! Un premio por haberme escrito varios comentarios. Cada comentario aumenta la velocidad y acorta los días antes del siguiente.


Barrio de Queens

Harry había decidido hablar con Tony, pero a medida que el mes de marzo avanzaba, el silencio entre ambos se volvía cada vez más pesado, como si las palabras se negaran a salir.

Tony no estaba seguro de si lo que había hecho al responder a la carta era lo correcto, pero esperaba la respuesta con ansia, había pasado ya unos 15 días desde que la contestó y no comprendía la tardanza.

Quién iba a saber que Harry estaría en una situación completamente diferente, pues en su bolsillo iba una de las peores cartas que había tenido en su vida: una nota con tan solo una fecha, una hora y una dirección. No había nombres, ni siquiera un comentario, pero Harry sabía perfectamente quien era, su chantajista. Este le citaba ese mismo viernes para realizar el pago, con el dinero que no tenía.

A través de la ventanilla del auto de Happy, Harry observaba los coches que pasaban y a la gente caminando apurada o charlando despreocupadamente. Parecían tan ajenos a su mundo, viviendo lo que para él era un anhelo distante: una vida normal. Algo que nunca tendría.

– Ya hemos llegado Harry – Interrumpió sus pensamientos el que antes era el chofer personal de Tony.

– Gracias Happy – le dijo mientras bajaba del auto.

Subió las escaleras del edificio de Peter intentando disipar sus pensamientos, su preocupación, no quería que lo notara su amigo.

Peter lo invitaba todos los días a su casa, y Harry no se negaba, pues le ayudaba a no pensar demasiado en lo importante, algo que luego lo atacaba con remordimientos por el resto de la noche. pero no le importaba. Estar con Peter, aunque fuera para ver maratones de películas, lo ayudaba a descansar y, de paso, escapaba de Tony y del peso de tener que hablar con él, aunque sea algo que le prometió a Peter que iba a hacer. Pero en ese momento se dedicaría a prestarle atención a James Bond. Además, siempre estaba la tía May, que ya le había adoptado como a uno más.

A Harry le encantaba la tía May, era encantadora y siempre estaba intentando hacer que engordara un poco o intentando hacerlo sonreír, lo cual, de muy de vez en cuando pasaba.

Casi se podía sentir bien.

Harry se dejó caer en el sofá, sintiendo cómo el peso de los últimos días se desvanecía. Las luces tenues y el suave zumbido de la televisión lo envolvían en una burbuja de calma mientras Peter bromeaba sobre los villanos de Bond. Sin darse cuenta, su cabeza se deslizó hacia las piernas de Peter, el calor reconfortante contrastando con los recuerdos fríos de Azkaban. Poco después, el cansancio lo venció, y se quedó dormido.

Mientras la película comenzaba, el brillo azul de la pantalla envolvió la habitación, y Harry sintió cómo sus músculos empezaban a relajarse por primera vez en semanas. No recordaba cuándo había dormido por última vez sin sobresaltarse. Su mente siempre volvía a las noches interminables en Azkaban, a los gritos que perforaban el aire helado, a la sensación de que los dementores estaban siempre cerca, absorbiendo cualquier chispa de esperanza que pudiera aferrarse. Incluso ahora, rodeado de tranquilidad, había algo en él que no podía bajar la guardia del todo.

Peter, ajeno a los pensamientos oscuros de Harry, estaba absorto en la película, murmurando de vez en cuando algo sobre las escenas de acción y los artilugios de espías que tanto le emocionaban.

– Mira eso, una pluma que dispara dardos. Clásico – Harry dejó escapar una pequeña risa, no tanto por lo que decía Peter, sino por lo absurdo que le parecía ese mundo en comparación con el suyo. Bond tenía gadgets, chicas guapas y enemigos caricaturescos; Harry tenía varitas, mortífagos y una oscuridad mucho más real.

Algo por lo que vivir - Harry Potter MarvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora