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Calles de Brooklyn

Harry avanzaba por las calles de Nueva York como un fantasma, sintiendo que el mundo a su alrededor sigue moviéndose mientras él estaba atrapado. La ciudad era inmensa, pero no podía sacudirse la sensación de que alguien lo observaba. Las notas anónimas le habían dejado claro que lo saben todo. El chantaje por dinero lo devoraba lentamente, y lo peor es que no tenía idea de cómo reunir la exorbitante cantidad que le exigían. Sabía que no podía decírselo a nadie. ¿Cómo podría? Ya no confiaba en nadie. Y esa vigilancia constante, esa sensación de estar expuesto, lo mantenía siempre al borde de un ataque de pánico.

La carta del Ministerio de Magia estadounidense solo hizo más que incrementar el pánico. Había hecho magia accidental, un estallido de desesperación, una mezcla de todo lo que ha reprimido desde Azkaban. La carta no era amenazante, solo un recordatorio, pero Harry no podía evitar sentirse atrapado de nuevo. Sabía que podría perder el control en cualquier momento, y eso lo aterraba. El solo hecho de pensar que podría destapar su secreto lo consumía

Lo peor de todo eran los recuerdos de Azkaban. Nunca podría olvidar lo que sucedió allí. Recordaba a la perfección como había llegado hasta allí, un juicio apenas existió con acusaciones terribles que jamás habría cometido: matar a Dumbledore, aliarse con Voldemort, torturar a sus compañeros de Hogwarts... Nadie lo escuchó, Nadie lo defendió. Fue condenado sin ni siquiera poder defenderse, y el miedo lo destrozó. Los dementores, los aurores, las noches interminables... no había rincón en su mente donde estuviese a salvo de la tortura mental que recibía cada vez que los recordaba. Aun ahora, fuera de la prisión, esos horrores lo perseguían en silencio, siempre listos para devorarlo en cuanto tuviesen alguna oportunidad.

Y luego estaba Tony, había sido amable, más de lo que sabía que merecía. Pero Harry no podía, no se atrevía a confiar en esa bondad. Había una calidez en Tony, algo que lo invitaba a acercarse, a dejarse cuidar, pero eso lo aterraba más que cualquier amenaza. No podía permitirse quererlo, ni siquiera intentarlo. Porque sabe cómo terminaba todo. Los Dursley lo enseñaron bien: cualquier gesto amable era solo el preludio de algo peor. Harry había aprendido a protegerse construyendo muros, a no esperar nada de nadie, porque el cariño siempre traía dolor. Si se dejaba llevar, si abría su corazón, Tony también desaparecería, lo perdería, como había perdido a todos. Y no podía, no podía soportar otro abandono. Preferiría seguir solo, atrapado en su propio miedo, antes que arriesgarse a querer a alguien y que ese alguien le sea arrebatado, como siempre había sucedido.

Harry seguía caminando, pero cada paso le resultaba más inútil. No importaba cuántas calles cruzara o cuán lejos llegara, nunca había escapatoria. Estaba atrapado en un laberinto invisible, donde los muros no eran de piedra, sino de recuerdos que lo aplastaban con cada latido. El miedo al pasado lo perseguía como una sombra oscura, inquebrantable, que nunca lo dejaba descansar, mientras el presente lo amenazaba, sofocante, con sus ojos siempre fijos en él. Y el futuro... el futuro era un abismo aterrador, una puerta cerrada que no sabía si algún día podría abrir.

Por el otro lado, la sala de estar donde se encontraba Tony estaba destrozada, había armado tanto escándalo que hasta Rogers había ido a revisar que se encontrara bien. Pero eso a él le daba igual ¡era rico por amor de Dios, ya lo volvería a comprar todo de nuevo!

La furia lo consumía desde dentro, como un fuego incontrolable que le quemaba el pecho. Por más que lo intentaba, por más que buscaba acercarse, siempre terminaba siendo en vano. Había intentado todo lo que estaba en su poder, ¡de verdad sí!, pero aun así, una y otra vez, las conversaciones se volvían discusiones, y las palabras que intercambiaban siempre se transformaban en dagas afiladas que los separaban más. Cada intento fallido era como una bofetada, una cruel confirmación de que nunca lograría entablar lazos con su propio hijo. Y eso... lo exasperaba hasta el borde de la desesperación.

Algo por lo que vivir - Harry Potter MarvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora