CAPÍTULO 24

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Formaba parte de una familia incompleta, extraña, con muchos secretos, pero era una que daba todo por funcionar. Todos procurábamos estar presentes a la hora de la cena, para conversar del día a día y hablar de los planes en el futuro. Las gemelas hablaron sobre que entrarían a la universidad después de vacaciones, no paraban de contar lo emocionadas que estaban.

Pensé en lo rápido que pasaba el tiempo. Cuando llegué a la mansión era un adolescente de catorce años y ahora era casi un adulto que no se reconocía al verse en el espejo. Especulaba mucho en mi futuro, parecía resuelto, estudiar, estar con Diana y seguir trabajando en el salón de eventos. No era lo que mi corazón deseaba, pero era lo más estable.

Clara no tardó en sacar el tema y volverme a insistir con la adopción. Entonces, para ocuparla de la idea, recordé la carta que encontré en el estuche del violín de mi madre y se la enseñé. Clara la leyó pensativa, su rostro se ensombreció y pareció que algo andaba muy mal con esa carta. Me arrepentí de habérsela mostrado.

—Me gustaría encontrar a mi padre, saber quién es... antes que nada —mentí.

—Ay, hijo, puros pretextos contigo —me regañó frustrada—. Estoy algo cansada, iré por una copa de vino y después a la cama —dijo ella agotada.

Me preocupó aquello, temía que volviera a la bebida. Sin embargo, me di cuenta de que esos problemas no se arreglaban de la noche a la mañana, ni con el pasar de los meses. Clara seguía luchando, con todas sus fuerzas. Ella sabía que era el pilar principal de su hogar, eso le daba fuerzas para no dejarse vencer de nuevo. Burgos había desaparecido, el chófer también, el bebé murió y a Clara no le quedó de otra que refugiarse en el trabajo. No podía darse el lujo de rendirse, de caer de nuevo víctima de la bebida.

En las vacaciones de invierno me la pasé ayudando a Clara, tenía muchos eventos, bodas y fiestas programadas para ser llevadas en el antiguo salón. Los fines de semana de fiestas eran todo un caos: proveedores por todos lados, meseros, ruido, dramas y escándalos.

En una de las fiestas descubrieron a la novia besándose en el baño con el padrino, pensé que aquello solo pasaba en las películas cliché. Fue toda una escena, hubo una pelea y muchos golpes de por medio. Como algunos invitados estaban ebrios, en el proceso de la pelea dañaron varías pinturas antiguas que había en el salón, en especial mi favorita, la de la niña en un jardín con su madre. Clara cobró un gran importe por los daños causados y mandó a reparar las pinturas. Los dramas se daban seguido en las fiestas, no faltaba quien lloraba y se expresaba a gritos. Los niños accidentados, adornos robados, gente perdida, enemistades que llevaban a pleitos.

Al estar ayudando y presente en muchos eventos, me tocó ver todo tipo de cosas. Mis momentos favoritos eran los emotivos, donde agradecían, proyectaban fotografías viejas y hablaban de las cualidades que amaban de sus parejas. No sé porque siempre pensaba en Antoni en esos momentos. Cuando veía un chico rubio andar por ahí, también pensaba en él. Siempre estaba en mi mente. Lo extrañaba con locura, pero era algo que no podía decir.

En un fin de semana libre de pendientes por parte del salón, fui a dar en la sala de estar. Tenía ganas de leer algo y pasar tiempo a solas. Encontraba cierta paz cuando me sumergía en la lectura, era como si desapareciera de mi realidad y fuera de viaje a otro mundo, guiado por las letras. En el momento que me senté en el sillón, recibí una llamada, era Antoni. Dudé en responder, no porque no quisiera hacerlo, sino porque lo extrañaba tanto que era capaz de todo con tal de volver a ser su amigo particular.
Antes no solía utilizar celular, no tenía a quién llamar ni quién me llamara, pero desde que Clara comenzó a tratarme como su hijo, insistió en darme uno y hablarle seguido a través de este. También era útil para el trabajo en el salón, me llamaban cuando no me veían y hacía falta algo. Ella se preocupaba por mí, algo que me daba pena, puesto que estaba comprometido en secreto con Diana. Muchas veces, más de las que puedo recordar, me consideré un asqueroso traidor. Le iba a romper el corazón a Clara cuando le hablara con la verdad.

El día a día de SamuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora