Los colegios para chicos ricachones solían tener actividades excéntricas, claro que no participaba en muchas de estas al sentir que no pertenecía al lugar y por considerar no ser igual a los demás alumnos. Estaba en desventaja, era un huérfano sin apoyo de ningún tipo, abandonado por el doctor bonachón que lo trajo a vivir en el único lugar que podía considerar hogar. Para mi desgracia, llegó el día que esperaban muchos alumnos, menos yo, el campamento escolar. Era realizado cada año, supervisado por el rector y el profesor de ciencias. El objetivo era explorar el bosque, aprender de éste y realizar actividades al aire libre. Clara firmó el permiso y me pidió que me cuidara mucho. Dana me animó a que asistiera, ella lo disfrutó mucho cuando le tocó ir con su clase. Me habló de la fogata, quemar bombones, contar historias de terror, nadar en el lago de agua helada y la caminata en el bosque. Lamentó estar asistiendo a una escuela pública y perderse de ese tipo de actividades, pero terminó concluyendo que igual no sería lo mismo que antes. Ella ya no confiaba en los demás como antes, ser traicionada le hizo aprender que muchas personas fingían bondad para luego actuar con maldad.
Lo único que me motivaba era saber que Antoni asistiría. La idea de pasar tiempo libre con un amigo me emocionaba. Siempre quise tener a alguien a quien llamar mejor amigo y vivir junto con él muchas aventuras amenas, las cuales me alegrarían el corazón al recordarlas.
Empaqué, pensativo.
Diana entró a mi cuarto, como solía hacerlo, sin pedir permiso y de manera escandalosa. La puerta se golpeó contra la pared.
—Muchas de mis compañeras aprovecharon el campamento para dormir con otros chicos —contó burlona—. Tal vez tengas suerte. —Jaló uno de mis mechones al ver que no le presté atención.
—Espero —respondí sarcástico.
—Ni se te ocurra —Jaloneó con más fuerza mi cabello.
Me quejé y aparté su mano de un manotazo.
—¿No era lo que querías escuchar? —Fruncí el ceño.
—Claro que no. —Cruzó los brazos.
La ignoré y seguí guardando cosas que consideré esenciales para sobrevivir el fin de semana. Diana me observaba con tanta determinación que logró incomodarme de sobremanera, más cuando comencé a doblar mi ropa interior en la mochila.
—Si por mi fuera, no iría, no encajo en esos lugares, con esa gente. Nada más me agotaré al estar tanto a la defensiva —conté irritado.
—Siempre puedes mentir —sugirió—. No tienen por qué saber que eres un huérfano piojoso, diles que eres un mocoso mimado que tiene todo lo que quiere.
—¿Tú les mientes a tus compañeros?
—Todo el tiempo, son unos estúpidos que no veré al graduarme. Las supuestas amistades se diluyen y muchos solo te utilizan. Lo aprendí desde muy joven. —Tomó asiento en la esquina de la cama e inspeccionó mi mochila—. En secundaría tenía un supuesto mejor amigo —comenzó a contar mientras hurgaba mis cosas—, el muy desgraciado se juntaba conmigo para usarme de tapadera y lo defendiera, era un afeminado. —Frunció el ceño—. Hizo que le agarrara cariño y confianza con el pasar del tiempo, me enamoró y luego me dejó. Despechada, me eché de novio a un idiota que lo molestaba, luego este me dejó por mi hermana, y mira lo que le hizo. Todo por culpa del menso ese.
—Ahora entiendo todo y comprendo porque eres tan huraña, te han traicionado mucho, pero no es mi culpa, no te desquites conmigo y me trates como si fuera alguien que te ha hecho daño. —Aparté la mochila de sus curiosas manos y la cerré—. Es injusto que a mí no me des una oportunidad por malas experiencias del pasado.
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El día a día de Samuel
Novela JuvenilVersión 2024 El día a día de Samuel (Cómo los gatos hacen antes de morir) La madre de Samuel murió y él se ha tenido que mudar. Todo lo que conocía desapareció. Ahora Sam deberá lidiar con la tristeza de perder a un ser amado, con un par de gemelas...