El día a día de Samuel

CAPÍTULO 25

Con el pasar de las semanas, en cada una, siguieron llegando dedos. Clara entró en un estado de supervivencia y hacía todo lo que podía para estar consciente. Las autoridades buscaban rastros y pistas de las gemelas, pero no eran muy eficientes, no le daban la importancia al caso que Clara exigía. Lo último que se supo de ellas es que salieron juntas de compras el sábado, tomaron un café a las doce del día y se les vio afuera del centro comercial. Supe que un vehículo negro sin placas las recogió sin que ellas pusieran resistencia.

La carta dejada junto con el primer dedo pedía un rescate exagerado de dinero, tenía que ser dejado en un contenedor de basura a las afueras de la ciudad. Nunca imaginé que el dinero pudiera ser causante de desgracias hasta ese momento. También decía que, si llamaban a la policía y se informaba del secuestro, matarían a las gemelas. Clara optó por dar el dinero y que los agentes hicieran su trabajo cuando las gemelas estuvieran de regreso.

Los investigadores de la procuraduría se enfocaron en buscar el paradero de Burgos, ya que fue el principal sospechoso.

Clara pidió prestado dinero a sus amistades, muchas le dieron la espalda y se negaron. La familia de Antoni, por petición de él, le dieron la cuarta parte del monto, era muchísimo dinero. Clara sacó todo el dinero que tenía del banco, los ahorros de toda su vida, ni así le alcanzaba. Hipotecó la mansión y puso en venta varias propiedades. Sin embargo, esos trámites demoraban para que el banco entregara el dinero.

Estábamos consumidos en una tristeza indescriptible y no teníamos tranquilidad alguna. El tiempo transcurría de manera irregular, los días se desvanecían en un parpadeo y lo único que nos importaba era que volvieran las gemelas. Odiaba cuando se terminaba el día y ellas no estaban de regreso. A veces escuchaba sus voces hacer eco por el pasillo, alucinaba que discutían o reían en su vieja habitación, la que compartían. Iba a revisar el cuarto, solo me encontraba la cama de Diana y sus pertenencias favoritas. En algunos días dormí en su cama, esperando encontrarla en sueños y que me dijera su paradero. Dejé de hacerlo cuando soñaba con ella riéndose de una manera macabra en la espesura de la nada.

Decidí investigar por mi parte, Antoni me ayudó en todo lo que pudo. Estaba igual de preocupado que yo. En su bonito rostro comenzaron a marcarse ojeras profundas, anocheciendo el bosque que poseía por ojos. Sospechamos de todos; Burgos, la cocinera, el chofer, algunos alumnos y el profesor de ciencias. En momentos de locura dudé de Antoni. Tuve razones fuertes para creer que fue el profesor quien se llevó a las gemelas, pero nada era seguro. Cuando no podía más, me derrumbaba exhausto y despertaba sintiéndome culpable por no continuar haciendo algo.

Los peritos encargados del caso me interrogaron, hablé del amorío que tuvo Diana con el profesor. Clara, aparte de estar triste, se molestó conmigo por no contarle los horribles secretos de su hija. Investigaron al profesor, pero él estaba de vacaciones en una playa con su amada esposa y no había pruebas de los amoríos ni nada que lo vinculara al caso. Mi teoría de que él fue se derrumbó.

De poco a poco, fui perdiendo las esperanzas, pensaba en lo peor: que jamás volvería a ver con vida a las gemelas. Pesadillas creadas por mi mente preocupada me alentaban con la idea. Seguido soñaba con Diana y Dana. Se encontraban amordazadas en un espacio oscuro, extrañamente solo ellas poseían una luz propia, sus cuerpos resplandecían. Cuando intentaba acercarme para liberarlas, la luz que emitían se ensombrecía y ante mis ojos quedaban dos cuerpos grises y pétreos, cubiertos por moscas ruidosas.

Entonces... Sucedió un milagro, encontraron a Burgos. Él no estaba fuera del país, vivía solo en un departamento ubicado en un lujoso edificio de la ciudad. Al ser interrogado y cuestionado por el motivo de haber abandonado a su familia, él explicó que fue debido a que se enteró que su esposa le era infiel con el chófer. Todo comenzó a tener sentido para mí.