La fiesta terminó mal para mí, llevar a Diana conmigo fue un error. Cuando regresamos no me dirigió la palabra y así fue en todo el fin de semana.
Diana se había contentado con el profesor, hablaba mucho por teléfono con él. Dana no dijo mucho al respecto, estaba ocupada escribiendo una nueva novela que se le ocurrió. Al parecer, su nuevo vicio era la escritura y el café.
Lo peor llegó el lunes, el profesor me pidió quedarme después de clases. No pude negarme. Antoni, antes de dejar el salón, me miró con cierta preocupación. No se marchó, pude ver su sombra debajo del relieve de la puerta del salón, sentí un poco de confianza al saber que estaba cerca de mí.
—¿Por qué no le diste la carta? —inquirió enojado el profesor.
—No me dio la gana de hacerlo. —Lo miré directamente a los ojos, sin dudar ni mostrar algún temor.
—¿Por qué no? —preguntó aún más enojado con su vozarrón.
—Es casado y solo está jugando con Diana —hablé sin disimular mi enojo.
—No lo hago, ella es muy buen partido —dijo y esbozó una amplia sonrisa maliciosa—. Me divorciaré y me casaré con Diana cuando salga del colegio. Así que, Samuel el huérfano, no te metas en donde no te incumbe, si no quieres problemas... —amenazó.
—No tengo problemas con las decisiones que Diana tome —expresé enojado.
Odié como el profesor se sentía igual a sus alumnos y no los respetaba en lo más mínimo.
Salí molesto del salón, con el corazón agitado y la respiración acelerada. Antoni se encontraba cerca de la puerta con un semblante de preocupación.
—¿Qué te dijo? —cuestionó con el ceño fruncido.
—Su plan. En algún momento se divorciará y se casará con Diana. Ella ya no es mi problema... Nunca lo fue.
Enojado, caminé veloz por el pasillo del colegio, no entendía del todo bien por qué me enojaba algo tan ajeno a mí.
—Es mentira, Sam. El profesor se ve con más alumnas. Jamás le va a ser fiel a nadie. Yo lo he visto de coqueto con otras. Si él se casa con Diana, ella va a ser muy infeliz. —Antoni me siguió el paso y dijo lo que sabía.
—Ese será el problema de Diana. Ella no me habla y menos me creerá si le digo.
—Cuenta conmigo, sabes que te apoyo en todo. —Antoni tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos. Su afectó disipó mi enojo.
—Gracias. —Correspondí la mano ofrecida.
Ciertamente, sin la compañía de Antoni me hubiera derrumbado, él hacía de mi entorno algo mejor con su presencia.
Fuimos a la biblioteca, buscamos tranquilidad entre los libros y lejos de las miradas burlonas de los alumnos. No tenía ganas de nada, ni de pensar. No había casi nadie en la biblioteca y decidí ir hasta el fondo, donde varios libreros creaban un muro entre la bibliotecaria. Tomé el primer libro que se me cruzó y me senté en una silla donde estaban las alargadas mesas con lámparas. Abrí el libro y dejé caer mi cabeza encima, como si se tratara de una almohada.
—¿Te gusta Diana? —preguntó en voz baja Antoni cuando se incorporó en una silla junto a la mía.
—No, pero... siento que es como una hermana mayor molesta. —Dejé por un momento la almohada de libro, me pareció que Antoni necesitaba mi atención. Observé su encantadora figura contorneada con la luz amarilla de la lámpara y sentí como si estuviera hablando con un príncipe escapado de algún libro de los que me rodeaban.
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El día a día de Samuel
Novela JuvenilVersión 2024 El día a día de Samuel (Cómo los gatos hacen antes de morir) La madre de Samuel murió y él se ha tenido que mudar. Todo lo que conocía desapareció. Ahora Sam deberá lidiar con la tristeza de perder a un ser amado, con un par de gemelas...