Capitulo 17

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Tomo asiento en el mismo sillón amarillo de cada semana. A Vanesa le encanta ese color y piensa que es alegre. Le hablé sobre van Gogh, sus pinturas tóxicas y la locura que lo llevó al suicidio. Ella respondió diciendo que el amarillo brillante nos estimula como la luz del sol, está asociado con la felicidad y la alegría. Luego tomó algunas notas.

-¿Cómo has estado esta semana? -pregunta emocionada ocupando el otro sillón cerca de la ventana- ¿terminaste el cuadro?

-Aun no -digo inflando los cachetes para luego soltar el aire por la boca- estoy cerca.

Sonríe y menea la cabeza.

-Hace un mes ya me parecía perfecto -opina encendiendo la grabadora.

-Sin duda conozco más que tú sobre mi propio trabajo -por suerte mi psicóloga no sabe que esas son palabras de Marta.

-¿No crees que una de las cualidades más importantes en un artista es su capacidad de reconocer el final?

Tuerzo la boca, yo puedo con eso. Supe que era el final cuando Marta me dejó en la puerta de mi casa y prometió que se encargaría de que estuviera bien.

No lloré, no corrí detrás de ella, aunque el corazón suplicaba que me arrastrara a sus pies por el resto de mi vida. La vi marcharse sintiendo que todo se rompía y los colores me abandonaban, pero permanecí de pie.

Cuando estuve en mi cama ya no fui tan valiente y lloré. Lloré demasiado por tantos días que cuando volví a ver su rostro en twitter, anunciando su compromiso con Carmen, ya no hubo lágrimas para expresar mi dolor.

En esos días también recibí llamadas de periodistas. No me quedé bajo la cama a lamer mis heridas y con la frente en alto y el alma en pedazos respondí a sus preguntas; confesé que abusaba de sustancias cuando decidí quemar ese cuadro, que estaba en rehabilitación y que Marta de la Reina fue mi profesora durante un tiempo breve, describiéndola como una mujer talentosa, inflexible y ante todo profesional.

Marta me enseñó que un artista atormentado vende más y cuando me convertí en la oscura representante del arte contemporáneo llegaron muchas ofertas.

-Según da Vinci una obra de arte nunca se termina, sólo se abandona.

-En ese caso esperamos que no te tome diez años pasar a un nuevo lienzo -bromea y una sonrisa divertida se contagia a mis labios.

Diez años y hoy es el gran día.

Esta noche Marta expondrá y mañana yo tomaré el primer avión a Londres.

¿Terminamos o solo nos abandonamos?

-Estoy cerca de un nuevo final -murmuro inexpresiva.

-¿Preparada? -pregunta Vanesa siguiendo el rumbo de mis pensamientos.

-No duele -digo mirándola a los ojos.

Es verdad, cuando un resquicio de dolor se asoma en mi pecho tomo el cuaderno y dibujo. Soy la mejor, hay personas pagando por obras que ni siquiera he empezado.

-Pero esta vez pregunté algo diferente -puntualiza.

A veces no hay otra opción más que seguir adelante, incluso sin saber a dónde deberías llegar.

-Lo estoy. Me iré a Londres -declaro firme.

No me volví loca, aunque en muchos momentos el dolor me acercaba a la demencia. Es verdad, lo que no te mata te hace más fuerte y en los últimos meses me siento invencible.

-¿Pasamos página entonces?

-Mejor que eso -sonrío de lado- toca empezar una nueva pintura.

◇◆◇◆

Tengo un don especial para los disfraces.

No me considero una mujer atractiva. Pero tengo nueve millones de seguidores en twitter y no hay duda de que cualquiera que esté en el New Art va a reconocerme, por eso esta noche usaré la ropa que nunca se pondría la atormentada artista que todos conocen.

Me decido por tacones altos, un vestido negro de tirantes y me paso por un estudio de belleza. Ahora soy invisible para las personas correctas.

No le mentí a Vanesa, estoy lista para tomar ese avión. Solo necesito ver a Marta una vez más, en especial esta noche, quizá será la más difícil de su vida; recolectaron firmas contra el New Art para que retiraran sus obras, hay grupos dispuestos a todo con tal de sabotear su carrera, incluso se advierte de un posible ataque. Aunque los medios más importantes tratan de moderar el impacto de esos señalamientos, dándole el respeto que se merece por su trayectoria y mostrándose impacientes por descubrir aquello en lo que ha trabajado los últimos diez años.

El conductor se detiene dos calles antes porque se han cerrado las avenidas principales alrededor del New Art. Es el evento más importante del año y la invitación es exclusiva para actores, políticos y empresarios. Posiblemente las personas más ricas del país se reúnen esta noche y yo debo actuar como si mereciera estar entre ellos.

Una misión que se complica cuando veo a un grupo de protestantes forcejear con unos hombres uniformados.

«En el New Art protegen a pedófilos»

Bien, esa es una pancarta poco creativa, pero cumple su función al informarme que están aquí por mí, mejor dicho, por Marta.

¿Cambiaría algo si digo que las de la Reina me pagan terapia con la mejor psicóloga de la ciudad?

Creo que Marta ha cometido muchos errores a lo largo de su vida. Ella misma me confesó sus delitos. Pero, ¿por qué estas personas con pancartas no me permitieron decidir sobre mi propia vida? ¿Por qué no me preguntaron si me siento cómoda con su apoyo del mismo modo en que Marta preguntó si estaba cómoda cuando me abrazó?

¿Soy una tonta a quien de la Reina podría manipular a su antojo? Tal vez la respuesta es sí, pero cometer ese error era mi derecho.

Algunos guardias se acercan corriendo para apoyar a sus compañeros, una chica lanza algo que empieza a soltar una cantidad enorme de humo azul y aprovecho ese momento de caos para pasar entre ellos y colarme al New Art seguida por unos cuantos manifestantes.

Gracias a mi elegante vestido no necesito correr a esconderme cuando llego a una de las salas y fácilmente consigo mezclarme entre los invitados.

Hay todo tipo de personas, pero muy pocas mujeres rubias, aunque la busco con algo más efectivo que su color de pelo. Me dejo guiar por el caos que provoca su presencia y llego a una sala atiborrada de personas, en primera fila un variado grupo de periodistas apuntan sus cámaras a un cuadro que por primera vez puedo mirar de frente.

Marta de la Reina renace y al mismo tiempo me cede su lugar en una sola pintura.

Necesito ponerme de puntillas para ver mejor. Mis ojos recorren el cuerpo desnudo y ensangrentado de una mujer tan hermosa que no parece humana.

-Solo lo sabemos tú y yo -dicen a mis espaldas.

Sonrío de lado.

-Sabía que era tu musa.

Giro para mirar a la artista.

La profesora de la Reina no es guapa, es un abismo caótico y seductor.







PROFESORA DE LA REINA (MAFIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora