Primera Parte

479 29 2
                                    




El sonido de sus pasos trepa por las gradas del anfiteatro universitario y los estudiantes enmudecen.

Ella es Marta de la Reina, una maldita leyenda y mi próxima pesadilla. Lo sé cuándo posa sus radiactivos ojos azules sobre mí.

Dicen que las heridas de un accidente nuclear no son visibles al inicio, solo escuchas a las víctimas proferir alaridos de dolor, se queman desde dentro. Del mismo modo que los bomberos en Chernóbil ignoro todas las advertencias y sostengo su mirada.

La profesora de la Reina curva los labios hacia un lado con arrogancia. Dando la impresión de que se burla por algo que solo ella entiende.

-¿Para qué sirve el arte? -pregunta dirigiéndose a sus alumnos.

Posee una voz firme, aunque las palabras abandonan sus labios con pereza.

-Para expresar sentimientos -participa un hombre en la primera fila.

-Para rehabilitar sociedades.

-Es una herramienta de difusión.

-Funciona como referente estético.

La célebre rubia se acaricia la sien, no hay que ser experta en lenguaje corporal para saber que sus estudiantes la decepcionan y levanta la mano izquierda solicitando silencio.

-Señorita Valero, ¿piensa que está por encima de sus compañeros?

Esto sí que no me lo esperaba. Abro mucho los ojos y varios estudiantes se giran para mirarme mejor.

-¿Yo qué? -pregunto a la defensiva y con voz ahogada- si no he dicho nada.

-A eso me refiero -entrecierra los ojos, me está retando y no acabo de entender mi papel en esto- ¿Necesita que le explique cada concepto dentro de la interrogante?

Volteo a los lados, pero ya sé que no hay otra señorita Valero en su clase.

-El arte sirve para conocernos y trascender -respondo, agazapándome en mi asiento.

-No esperaba más de alguien que dibuja flores -dice inyectando desprecio a cada palabra, el sonido de las risas me enciende las mejillas y la profesora continúa su clase- Cuando ven la Bóveda de la Capilla Sixtina, leen a Cervantes o Dickens, escuchan a Beethoven... es esa sensación; si saben de lo que hablo, si sienten eso ya está, han entendido lo que es el arte y para qué sirve -mientras explica hace gestos con las manos- aunque la prensa los quiera convencer de adular a cualquiera que pinte girasoles, no todos pueden ser van Gogh -nuevamente me ve- la fama, señorita Valero, no es suficiente para estar en mi clase. Largo de aquí.

Hora de hablar sobre mí y la lista de casualidades que me trajeron a Crowell. He pintado desde antes de aprender a caminar. Cada año vendo mis pinturas en una feria local y hace cuatro meses fui descubierta por la persona correcta. Alguien escribió sobre mí en un sitio web muy importante y me cambió la vida, recibí ofertas de academias de prestigio, incluso llegaron dos propuestas del extranjero. Entre todos los interesados estaba Crowell, y diré que acepté venir aquí por la mujer que ahora me mira como si fuera una mancha de excremento en sus botas.

Cuando el decano dijo que mi profesora sería Marta de la Reina, grité hasta quedarme afónica y luego dije que sí (o fue al revés). Empiezo a entender por qué esta mañana me dio un sobre sellado y me aconsejó que fuera paciente.

La profesora de la Reina aún no sabe que me la entregaron, ¿o yo he sido entregada a ella? Con las piernas temblando, bajo las escaleras y le doy nuestra sentencia.

El gesto que se dibuja en su rostro termina por confirmar una de mis primeras impresiones. Ella será mi próxima pesadilla.

◇◆◇◆

PROFESORA DE LA REINA (MAFIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora