Capítulo 35

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Di'Marco

Ver cómo todos corren y yo aquí sin saber que mierda pasa, ¡Joder! Se que la cague al besar a la tipa esa de la sirvienta, ella se me echo encima y yo... yo en vez de quitarla seguí, veo como Cristian llega con Ángeles y ella llora pero ¿Porque? Ella me ve con odio y se lanza hacia mi.

–¡Por tu culpa! ¡Por tu maldita culpa mi hermana ya no está!- me quedo confundido ante sus palabras, ella me sigue golpeando, hasta que Diego me la quita de encima, el también está llorando.

Miro a Cristian en busca de una explicación y solo veo el dolor en su mirada, el agacha la cabeza.

–Ella ya no está Di'Marco, mi hija... mi hija está muerta- siento que mi mundo se tambalea y quedó en shock como que no está, como que mi Olivia está muerta.

–¿Pero como?- es lo único que logro articular.

–Cuando ustedes seguían discutiendo ella se fue, y aceleró a fondo sin percatarse de él camión de carga que venía desde la izquierda- caigo sobre mis rodillas, mis manos tiemblan, mis ojos arden, ella ya no está por mi maldita culpa- Por favor Cristian dime que es mentira- digo en un susurro y lo miro, no es mentira, sus ojos brillan de dolor, quiere llorar pero se mantiene fuerte.

–Jamás mentiría menos por mi hija- dice y se da la vuelta y sale.

Los muchachos están en la sala y las chicas no dejan de llorar junto a ellos, ellos me miran con cara de querer matarme.

Voy hacia mi despacho y agarró una botella de whisky voy hacia el cuarto de mi Olivia, ya no está, se fue y todo por mi maldita culpa, tiene que ser mentira, pero Cristian jamás jugaría con la vida de su única hija, me siento en la cama de Olivia y miro su cuarto, me pego de la botella y siento El líquido quemar mi garganta, veo la pared y el recuerdo de cuando la empotre en la pared llega a mi y lloro como jamás lo hice, veo la puerta y el recuerdo llega.

–Maldita águila de mierda desde que llegué me tienes la polla dura cuando te vi llena de sangre sentí la polla a casi explotar pero hoy no puedo no aguanto maldita águila- le digo a lo que ella me responde con una sonrisa de medio lado me da un último picó y me suelta.

–Di'Marco no juegues con fuegos que te vas a quemar, eres hijo de unos de unos de los socios de mi padre y no quiero broncas por eso mantén tu distancia y si quieres una oportunidad habla con mi padre- me dice para salir de su cuarto y dejarme aquí.

Recuerdo cuando la vi llena de sangre cuando le dispararon a su padre.

Cuando la vi con ese vestido negro el día de su ascenso.

Cuando la vi el día del cumpleaños de cata.

Por cada recuerdo un trago quemando mi garganta.

Cuando el señor Cristian nos presentó, y ella se sabía nuestro apodo.

Me acuesto, y sigo recordando.

Recuerdo cuando le dije lo que sentía.

–Hola diavolessa ¿te desperté?- pregunto nervioso.

–No, Di'Marco, no te preocupes ¿que te trae por acá?- pregunto toda llena de curiosidad.

–Bueno... yo ... yo te quería decir- estoy súper nervioso- diavolessa es que desde que te vi me llamaste la atención, eres una mujer hermosa, inteligente, astuta, y sanguinaria eres una mujer hermosa tanto por fuera como por dentro y quiero que me des una oportunidad para estar a tu lado, ser tu diablo y que me permitas amarte quiero que confíes en mi por que quiero estar para ti en cada momento.

Quedo totalmente en blanco ante mi confesión, en la cara se nota que no sabe qué decir.

–Tranquila diavolessa no me des una repuesta ahora te voy a dar el tiempo que quieras- me acerco a ella a paso dudoso y le doy un beso en la frente para salir de su cuarto.

¡Joder! Todavía pienso que es mentira, ella no puede estar muerta, me niego.

Me tomo de un solo tirón todo lo que resta de la botella, aun sigo llorando.

Olivia.

Mi Olivia, ya no está.

La venganza de la dama: Libro II de la dama de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora