Capítulo 36

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Víctor del Salvador

Estoy en mi despacho, pensando en cómo mierda voy a recuperar a mi hijo, aunque no quiera aceptarlo mi amada Olivia supo mover sus fichas y saber cual era mi talón de aquiles.

Escucho como tocan mi puerta con insistencia y pasa unos de mis hombres más fieles.

–Don, uno de mis hombres me acaba de informar su sobrina murió hace menos de unas horas, por un accidente automovilístico- dice y siento como si me hubiesen echado un balde de agua fría.

–¿Dime que es mentira?- Le digo.

–No, Don no es una mentira, un camión se le llevó por medio y murió en el hospital, tubo cuatro costillas y un golpe fuerte en la cabeza, murió unas horas después.

Siento un pitido en mi cabeza, todo me da vueltas, ella no tuvo que morir así, yo quería su sangre en mis manos, yo quería ser el creador de cada herida y ser el creador de cada lágrima derramada de su hermoso rostro.

¡Joder! Así no era su final.

¿Que mierdas paso? para que ella terminara así, ella no era tan despistada así.

¡Mierda!

Pongo mi cabeza entre mis manos, y mi hombre de seguridad sale.

¡Mierda, Mierda, Mierda!

Me levanto de golpe y tumbo todo lo que está encima de la mesa, rompo toda las botellas de licor que tengo aquí en el mini bar, dejo todo mi despacho vuelto nada.

De repente veo como la puerta de mi despacho se abre y veo a la última persona que quería ver hoy: Mi hermana, cuando me la traje le costo acostumbrarse a un mundo de mafias, le toco verme como su jefe además de su hermano, a ella le dije que Olivia estaba muerta, y ahora no se que mierda decirle.

–¿Pero que coño te pasa mamaguevo?- pregunta.

–Ese no es tu problema, tu solamente encargate de tu trabajo,  no te metas en lo mío- le digo y ella gira los ojos para salir de mi despacho, como de decirle a tu hermana que estas enamorado de su hija, como mierda le digo que tengo una maldita obsesión por mi sobrina que ahora esta muerta, ¡Mierda! Ella no tenía que morir así.

Salgo de mi despacho y me encierro en mi habitación, agarro la primero botella que veo y me tomo un sorbo siento como quema mi garganta pero no le doy importancia, miro la foto que tengo de mi Olivia, es una de ella cuando cumplió veintidós, sale con un vestido negro, corto hasta los muslos y unos tacones igual, sale mirando a la nada desde el balcón de un restaurante donde su padre la llevó, yo mismo le tomé la foto por que estaba en el edificio de enfrente, cuando la vi la reconocí de inmediato por que no cambió nada, tiene la misma cara pero sus ojos azules vacíos como si no tuviera ningún tipo de sentimiento ya no era la misma niña de trece años y ahora... ahora ya no está.

Me tomo otro trago y me siento en mi cama, con la botella en mis manos y solo me quedo así pensando, en mi pequeña que ahora yo no está.

La venganza de la dama: Libro II de la dama de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora