Capitulo 5

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POV CHRISTIAN

 

Como era de esperarse, la reunión con los integrantes de la secretaría académica de la Universidad de Washington fue un éxito. Al abandonar el edificio sólo quiero volar de regreso a Seattle, no soporto permanecer un minuto más en Portland, pero Taylor me informa que por cuestiones climáticas no podremos usar el Charly Tango hasta mañana. Mierda. Tendremos que pasar la noche aquí, en el Heathman, donde ya está mi suite reservada. Es la primera vez que regreso en mucho tiempo, la última vez que estuve aquí fue con Ana en su cumpleaños. 

El día está nublado y gris, como mi estado de ánimo desde hace tiempo, no deja de llover, no me gustan los días así de lluviosos, como si el cielo quisiera abrirse y acabar con el mundo. Aunque ya mi mundo está acabado desde que Anastasia me dejó.Intento concentrarme en mis asuntos mientras trabajo con el ordenador, pero es imposible. Toda esta suite pareciera tener impregnado el recuerdo de Ana y no es para menos. Fue en este cuarto donde dormimos juntos por primera vez, aquella noche en la que se emborrachó y acabé rescatándola del imbécil del fotógrafo. Aquí celebramos su cumpleaños, el primero como mi esposa. No aguanto más, si permanezco un segundo más aquí acabaré por volverme loco. Apago el ordenador, tomo mi americana y salgo de la habitación. Decido manejar y dejar que Taylor descanse, ya casi atardece cuando me incorporo al tráfico en el R8. Me urge un bar en donde beber una buena copa antes de la cena, lo necesito. Voy conduciendo hasta un buen lugar que conozco cuando sin proponérmelo, estoy frente a la ferretería de los Clayton. Sigue igual de siempre, pero lo que me llama la atención es un letrero en la puerta que desde el coche no alcanzo a leer bien. Aparco y me bajo a investigar.

"Cerrado por duelo" reza el letrero el cual cuelga junto a un listón negro. ¿Quién se murió? Al estar frente a esta ferretería me es imposible no recordar a aquel sábado en el que me presenté aquí tras la investigación que Welch me envió sobre Anastasia, aquí trabajaba, que encuentro más bochornoso ese, ella estaba nerviosa ante mi intimidación. También ese día conocí al imbécil de Paul y supe de sus intenciones con Ana. Hijo de puta. Ella era mía, ya era mía. Me hierve la sangre de sólo imaginarlo ahora con ella.La puerta de la ferretería se abre en ese momento sacándome de mis locos pensamientos y frente a mí se aparece una mujer joven, rubia, ojos verdes con una apariencia muy parecida a la de Kate con un niño en brazos, de no más de seis meses. Yo no sé que hacer. ¿Se habrá dado cuenta de que estaba parado aquí afuera?

- Buenas tardes. Lo siento, pero la ferretería no está atendiendo – me dice con amabilidad. 

- Sí, ya me he dado cuenta por el letrero – respondo muy nervioso - ¿Se trata de algún familiar suyo? En ese caso, mis condolencias. 

- Nos dejó el dueño de esta ferretería ¿lo conoció?Carajo. El ex jefe de Ana. 

- No. No lo conocí. Vine algunas veces aquí por algunas cosas, pero siempre me atendió una muchacha que ya no trabaja más aquí. 

- Seguro fue Ana – dice la chica con entusiasmo. 

¿Y si Ana está aquí? La ocasión lo amerita. Debió acompañar al idiota de Paul. Tengo que saber más. 

- Ella misma. También conocí a Paul, el hermano del dueño – digo para continuar la conversación. 

- Paul es mi esposo – dice la mujer sumamente orgullosa

¿Qué? ¿Esta muchacha es la esposa del imbécil de Paul? ¿pero qué carajos? No entiendo nada. Se supone que... ¿qué mierda hice? 

- ¿Paul Clayton es su esposo? – pregunto atónito. 

- Sí y este pequeño es nuestro hijo. Se llama Noah – me enseña al niño que se muestra sumamente tranquilo en los brazos de su madre. 

- ¿Con quién hablas, Rachel? – se oye una voz masculina desde el interior de la ferretería. A los pocos segundos, Paul está frente a mí. 

Basta de sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora