POV CHRISTIAN
¡Papi!
La tierna vocecita de mi hijo quien demuestra su felicidad al verme. No dudo en correr a su encuentro y tomarlo entre mis brazos, estrechar su pequeño cuerpo contra el mío y aspirar su delicioso aroma. El aroma de mi bebé, mi favorito después del de su madre.
- Te amo tanto, mi campeón – le confieso mientras no dejo de abrazarlo y llenarlo de besos.
De repente siento como unos brazos me toman por detrás y me enrollan tanto a mí como a Teddy al tiempo que unos suaves labios depositan un tierno beso en mi cuello haciéndome estremecer, haciéndome sentir amado como nunca antes. Los labios de mi nena, mi Ana, la única mujer que tocó mi corazón, la única que le he permitido que me toque.
- Este es mi lugar feliz – confieso con mis ojos cerrados mientras permanezco con mi niño entre mis brazos y me dejo hacer por mi nena quien aun me sigue rodeando con sus brazos como una enredadera y con su cabeza apoyada sobre mi hombro. Es todo lo que necesito. – Los amo. Gracias por volver a mí, por dejarme ser parte de ustedes.
Sin embargo, al abrir mis ojos me doy cuenta que estoy solo en medio del salón del Escala. ¿Qué? ¿En dónde están?
- ¡Ana! ¡Hijo! – mi grito delata mi desesperación y lo vacío que me siento.
Me niego a aceptar esta asquerosa realidad. Subo corriendo las escaleras tras oír el llanto de mi hijo, me quedo petrificado al encontrarlo dentro de mi cuarto de juegos. Joder ¿cómo llegó aquí? ¿por qué esta maldita puerta estaba sin llave? Pero lo que más me perturba es la postura de mi hijo, llora sin consuelo arrodillado y con la cabeza gacha. Maldita sea, no. Mi hijo no. Estas mierdas no pueden tocarlo a él. Corro desesperado y lo tomo en mis brazos para consolarlo.
- Tal como me lo imaginaba. Un futuro y excelente sumiso – dice una voz a mis espaldas que me estremece al sólo escucharla. Al voltear, veo a Elena parada en el lumbral de la puerta, vestida solamente con unas botas de tacón y guantes, llevando una fusta en la mano. Maldita. No tocarás a Ted.
- Fuera de aquí, zorra – gruño entre dientes.
Ana aparece por detrás de Elena y su rostro refleja los peores sentimientos, tanto hacia mí como hacia mi ex ama.
- Nena – balbuceo nervioso. Joder Ana, por favor, ni lo pienses.
Como una leona que ve en riesgo a su cachorro camina hacia mí y me arrebata con furia a Ted de los brazos. Dejándome atónito.
- NO VUELVAS A PONER TUS MALDITAS MANOS ENCIMA DE MI HIJO – me escupe con odio ante lo que yo no sé como reaccionar. Ana por favor – ERES UN MALDITO HIJO DE PUTA.
- Ana, no por favor, no...
- Hasta nunca, Grey – no Ana, no puedes dejarme y llevarte a mi hijo. Yo los amo, son todo en mi vida.
En cuanto intento correr a ellos y suplicar que no me abandonen, desaparecen mágicamente y yo caigo de rodillas, preso del dolor y la tristeza.
- ¡¡¡NO!!! – grito desesperado.
- ¡NO!
Por Dios. Otra maldita pesadilla. Despierto y siento que el corazón va a salirme por la boca. Miro mi alrededor y me veo solo en mi habitación, sudado y con la respiración agitada después de tan horrible pesadilla. Las palabras de Ana me persiguen, me torturan y no dejan de recordarme lo miserable que soy.
Salgo de la cama y voy a la cocina por un vaso de agua. Una vez que calmo mi sed analizo esa pesadilla tan espantosa. De sólo imaginarme a mi hijo de sumiso me siento tan miserable, ahora puedo sentir lo que fue para mis padres el saber de mi historia con Elena y eso que no llegaron a descubrir nuestra relación ama – sumiso que ahora tanto me asquea y no desearía que mi hijo supiera siquiera de que se trata. "No pienso permitir que tú y tus malditas sombras perturben la crianza sana y limpia que le estoy brindando a mi hijo. Hasta nunca, Grey." Ana me lo dijo. Yo tampoco quiero mi oscuro pasado en nuestras vidas, nena. Soy demasiado egoísta como para seguir alejado de ti y de Ted. Sólo dejando atrás todas esas mierdas, seré digno de tu perdón y del amor de mi hijo. Dejo el vaso sobre la encimera de la cocina y busco la llave de mi cuarto de juegos, una vez que me hago de ella subo a la planta alta y entro al lugar que durante tantos años significó un templo para mí y hoy sólo lo veo como la causa de todas mis desgracias. Ya es momento de que desaparezca, debí haberlo hecho cuando me casé con Ana y quizá no estaría pasando todo esto. Hasta siempre cuarto rojo del dolor, como te bautizó mi nena aquella vez.
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Basta de sombras
FanfictionAnastasia decide marcharse del lado de Christian luego de que él la dejara sola al enterarse de su embarazo y vuelva a contactar a Elena Lincoln, su ex ama. Mientras Ana se convierte en una mujer fuerte y dispuesta a todo para sacar adelante a su hi...