EL restaurante estaba tranquilo, y a Jungkook le gustaba que fuera así. Por eso solía ir cuando estaba en Nueva York.
Mientras el camarero les repartía el menú, Jungkook no podía parar de pensar, por qué diablos lo había invitado a cenar. No tenía sentido.
Debería haber regresado al hotel, cenar en la habitación y tomar su vuelo a Milán al día siguiente. Después, el fin de semana pensaba dirigirse al sur, a Umbria, en el corazón de Italia. Donde cambiaría su vida para siempre.
Con un doncel muy diferente al que había llevado a aquel restaurante.
Jungkook levantó la vista y vio que el doncel que le habían presentado estaba centrado en la carta. Su cabello fabuloso y brillante, sus largas pestañas y su boca sensual. Llevaba los labios pintados suavemente con un brillo.
Sensual... Él se había percatado desde el momento en que lo vio bailar. Era imposible no mirarlo, sin embargo, era muy distinto a los donceles con los que él solía salir.
Aquel doncel no se parecía a ninguno. Recordó al doncel que él había escogido y que lo esperaba en Italia, en la otra punta del mundo, con su rostro angelical y sus ojos de color azul cielo.
Su imagen desapareció enseguida. Como si ya no existiera. Al menos en ese momento.
Únicamente permanecía en su cabeza el doncel que tenía sentado delante.
«¿Por qué? ¿Por qué estoy haciendo esto si no es lo que tenía planeado? ¿Y por qué con el?».
Las preguntas no encontraron respuesta, así que trató de centrarse en elegir su plato.
—¿Has decidido? cerró el menú y lo dejó sobre el mantel.
« Jung Hoseok». Su nombre rellenaba el espacio que había entre ambos. Coreano-Italiano Una combinación potente. Él le había preguntado sobre el nombre en el taxi. Le había parecido un tema neutral para comenzar la velada.
—¿Jung? Entonces, ¿hablas italiano perfectamente? le había preguntado él.
—Padre coreano-irlandés, madre italiana contestó el doncel Hoseok ni siquiera lo había mirado en el taxi.
Sin embargo, el doncel sabía que era tan consciente de su presencia como la del hombre Se notaba. Igual que cuando sus miradas se cruzaron cuando el dejó de bailar, o cuando se alejó después de que la esposa de Charles los presentara, o cuando salió del ascensor en recepción.
Él lo notaba en ese instante, por la manera en que el evitaba mirarlo a los ojos mientras contestaba a su pregunta tratando de que pareciera una respuesta casual.
—Seré predecible, creo que voy a tomar...
Jungkook oyó la respuesta a su pregunta y se alegró de poder pesar en otra cosa.
—Los tournedós Rossini. Él asintió.
—Buena elección. Yo también comeré eso.
Jungkook llamó al camarero y observó que también se acercaba el sumiller. Después de pedir, se fijó en Hoseok el que había invitado a cenar sin saber por qué.
Y a lo que surgiera después.
Hoseok alcanzó su copa de vino. Lo necesitaba. ¿Qué diablos estaba haciendo? Había permitido que aquel hombre lo llevara en taxi a aquel restaurante francés.
«No estaba buscando esto...». Sin embargo, ahí estaba.
—¿Por qué? la pregunta se escapó de sus labios.
—No seas aburrido.
Él parecía impaciente, como si el doncel lo hubiera enojado con su pregunta y la respuesta fuera evidente.
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La promesa
RomanceSu escandalosa afirmación ¡Y la venganza del coreano-italiano! Jung Hoseok necesitó todo su valor para presentarse en la boda de su primo y confesar que después de pasar una noche con Jeon Jungkook, el prometido, llevaba a su hijo en el vientre. El...