La promesa

Epilogo

Hoseok se sentó con cuidado en la silla que estaba en la terraza semicircular de la casa del lago. Era muy agradable estar fuera del hospital. En casa.

Su casa.

Aunque Jungkook todavía poseía el apartamento de Milán, la casa del lago se había convertido en su hogar. La primavera estaba dando paso al verano y el jardín estaba lleno de flores.

Hoseok miró a Jungkook, que salía de la casa con un pequeño bulto entre los brazos. Las dos personas que más amaba del mundo.

—Aquí está dijo Jungkook, dejando al bebé entre los brazos de Hoseok. Completamente despierto.

A Hoseok le encantaba escuchar la ternura que él expresaba al hablar de su querido hijo. Y lo amaba por ello.

—¡Y otra vez hambriento! se rio Hoseok, desabrochándose la blusa para darle de mamar.

Ambos miraron al pequeño con adoración y agradecimiento.

Hoseok sintió que las lágrimas afloraban a sus ojos y, al verlo, Jungkook se sentó a su lado y le agarró la mano que tenía libre.

—Me gusta pensar dijo Jungkook, consciente de por qué estaba llorando, que es el bebé que perdimos, pero que esta vez ha llegado sano y salvo.

Hoseok le apretó los dedos y dijo:

—Somos afortunados, Jungkook.

Miró a su alrededor, hacia la casa que había reformado y hacia el lago. Después al hombre que tanto amaba.

Y que lo amaba. Como nunca pensó que alguien podría amarlo. Él se inclinó hacia delante y lo besó.

—Afortunados, sin duda.

Se incorporó y se sentó frente al doncel, cruzando las piernas.

Se había recuperado casi por completo y ese era otro motivo por el que sentía una profunda gratitud. Jungkook había hecho un generoso donativo al hospital donde le habían operado las piernas y al centro de rehabilitación donde le habían enseñado a volver a utilizarlas.

Y ese no fue el único sitio donde invirtió su dinero. Hoseok sonrió y le dijo:

—Tu inversión en la carrera de Yoongi sigue dando frutos. Jimin y él están de gira con su último disco. Jimin dice que vayamos a visitarlos cuando vengan a Italia, Jungkook lo miró.

—Iré encantado hizo una pausa. Hoseok, el fue un sueño, un espejismo. Algo irreal. Me equivoqué con el igual que contigo.

—Eso es pasado, Jungkook ¡Y los dos hemos encontrado la felicidad! Todavía me sorprendo de que Jimin haya sido el secreto del éxito de Yoongi. El tiene una voz tan bonita. ¡Y cómo me alegro de que nuestro abuelo se haya reconciliado con el!

Era verdad. Un músico sin recursos y un nieto huido se habían convertido en un dúo musical de gran éxito. Un dúo del que Tomaso se sentía orgulloso y con el que procuraba pasar mucho tiempo en el palazzo.

Y aunque Hoseok sabía que su abuelo nunca se sentiría orgulloso de el, tener un nieto que se había casado con Jeon Jungkook, era motivo de reconocimiento. ¡Aunque fuera el nieto equivocado!

—Creo que algún día descubrirás que tú también has subido en su escala de valores al darle su primer biznieto...

El doncel se rio.

—¡Dudo que mi madre me perdone por haberla convertido en abuela!

—Lo adorará en cuanto lo vea le prometió Jungkook. Igual que tu abuelo.

En ese momento, su hijo los miró y comenzó a gimotear de nuevo.

—Hora del postre dijo Hoseok, y se lo cambió de pecho, consciente de cómo Jungkook bajaba la vista y contemplaba su seno desnudo. Pasaría un tiempo antes de que pudiera hacer algo más que mirar, pero Hoseok ya estaba impaciente...

Lo miró a los ojos y recordó cada detalle de la pasión que habían compartido. Por el momento, solo era un recuerdo, pero pronto...

—No me mires así dijo Jungkook. Ser padre es maravilloso, pero tiene sus desventajas...

El doncel rio y abrazó al bebé contra su pecho. Pasarían los días y su cuerpo se recuperaría... Entonces... Oh, entonces...

Jungkook se inclinó para besarlo con delicadeza, prometiéndole todo lo que estaba por llegar.

La promesa del amor eterno y la felicidad, de todos los días que les quedaban juntos.

Y todas las noches...

Sin duda, todas las noches.