Capítulo V. Cambio de Roles

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La brisa marina de Mónaco acariciaba el rostro de Checo mientras se preparaba para la fiesta post-carrera en una elegante azotea con vistas al puerto. La victoria había sido dulce, pero había una sensación de inquietud en el aire. Sabía que esa noche sería diferente; el ambiente era festivo, lleno de risas y celebraciones, pero también había una tensión palpable, un cambio inminente en la dinámica de los pilotos.

A medida que se vestía, se miró en el espejo y notó el brillo en sus ojos. Se había puesto un traje ajustado que resaltaba su figura, y sin quererlo, había capturado un aire de confianza que no sabía que poseía. Sin embargo, en el fondo, sentía un desasosiego. Había pasado días cuestionando su identidad y su conexión con Max. Sabía que estaba en un lugar complicado, pero esa noche iba a intentar ser simplemente él mismo.

Cuando llegó al evento, el ambiente era eléctrico. Las luces brillantes y la música animada lo rodeaban, pero la atención comenzó a centrarse en él más de lo que había anticipado. Mientras saludaba a algunos miembros del equipo y amigos, notó que varias miradas se fijaban en él, incluidas las de George Russell y Charles Leclerc.

—¡Checo! —gritó George desde el otro lado de la sala, acercándose rápidamente—. ¡Gran carrera hoy! ¡Estás imparable!

—Gracias, George —respondió Checo, sonriendo y sintiendo un cosquilleo en el estómago por la atención.

George lo miró de arriba abajo, su expresión se tornó curiosa y coqueta.

—Estás luciendo... diferente esta noche. Me gusta.

Checo sintió un leve rubor en sus mejillas. Esa noche, sin quererlo, había comenzado a atraer a otros, aunque no se daba cuenta de que lo que llevaba puesto, su forma de moverse, estaban enviando señales. La forma en que George lo miraba le provocaba un sentimiento agridulce; sabía que las cosas estaban cambiando, pero no estaba seguro de hacia dónde lo llevarían.

De repente, sintió una sombra sobre él. Al voltear, vio a Lando, que se acercaba con una sonrisa sardónica en su rostro.

—Mira quién decidió jugar a ser el centro de atención. ¿Te crees un modelo o qué? —dijo Lando, con un tono burlón.

—Solo estoy disfrutando de la fiesta, Lando —respondió Checo, intentando mantener la calma.

—Disfrutando o llamando la atención, parece que se te da bien —replicó Lando, lanzando una mirada despectiva a Checo—. No te olvides de que no eres el único aquí que puede robar miradas.

Checo sintió cómo la incomodidad se transformaba en rabia, pero decidió no dejarse llevar por la provocación.

—No estoy aquí para competir, Lando. Estoy aquí por el equipo.

—Claro, el equipo —dijo Lando, enfatizando cada palabra—. Solo recuerda que no todos son tan... receptivos como yo.

Checo sintió un escalofrío al escuchar las insinuaciones en las palabras de Lando. Sabía que su actitud competitiva a menudo tenía un borde peligroso, y se preguntó si había algo más detrás de su hostilidad.

Antes de que Checo pudiera responder, Max apareció detrás de él, sus ojos centelleando con preocupación.

—¿Todo bien, Sergio? —preguntó Max, sus ojos recorriendo la escena.

—Todo bien —dijo Checo, pero no podía ocultar la tensión en su voz.

Lando sonrió, el gesto lleno de sarcasmo.

—Solo está disfrutando de la atención, Max. Lo hace muy bien.

Max frunció el ceño, claramente irritado por la actitud de Lando.

BAJO PRESIÓN [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora