Capítulo X. Juego Sucio

27 5 0
                                    


El circuito estaba abarrotado de fanáticos, el rugido de los motores resonando en el aire. La carrera no solo era crucial para el campeonato, sino también para la relación de Checo y Max, que parecía estar en un delicado equilibrio. Checo se ajustó el casco y respiró hondo, sintiendo la adrenalina fluir a través de sus venas. En ese momento, la única cosa que importaba era la pista, aunque sus pensamientos siempre regresaban a Max.

Mientras los autos se alineaban en la parrilla, Checo lanzó una mirada a su compañero de equipo. Max se veía concentrado, pero había un destello en sus ojos que Checo reconocía; una mezcla de determinación y una chispa de algo más, algo que no podía poner en palabras. Pero a medida que la cuenta atrás comenzaba, el rugido de los motores se convirtió en un eco distante.

La luz verde se encendió, y la carrera comenzó con una explosión de velocidad. Checo se lanzó hacia adelante, sus instintos al volante guiándolo mientras intentaba mantenerse en la parte delantera. Pero a cada vuelta, sentía el peso de las miradas de Lando, Charles y George sobre él. No eran solo competidores; eran una sombra que acechaba, dispuestos a aprovechar cualquier debilidad.

En la primera curva, Lando hizo un movimiento audaz para adelantar a Checo. Su sonrisa era despreocupada, pero Checo sabía que había más detrás de esa fachada. "No te dejes distraer, Checo. No todos son tus amigos aquí", le había susurrado Lando en la reunión del equipo, una advertencia envenenada disfrazada de amistad.

Con cada vuelta, Checo luchaba por mantenerse al día con Max, quien estaba justo delante, deslizándose a través de las curvas con una gracia que hacía que Checo se sintiera más vivo. Pero en cada curva, en cada recta, la tensión crecía. No solo estaba compitiendo por el primer puesto, sino por su lugar en el corazón de Max.

Al final de la carrera, mientras se acercaban a la última vuelta, Checo sintió que su corazón latía más rápido que el motor de su auto. La distancia entre él y Max era mínima, y con cada giro, la línea entre el deseo y la competición se volvía más borrosa. Checo tomó una respiración profunda y decidió arriesgarse; no podía dejar que el miedo a lo que podía pasar lo detuviera.

—¡Vamos! —gritó, pisando el acelerador con fuerza, decidido a superar a Max en la siguiente curva.

Pero Lando y los otros no se lo iban a permitir tan fácil. En un movimiento inesperado, Lando se coló entre ellos, interrumpiendo la línea de carrera de Checo. Checo gritó, su frustración creciendo al ver a Lando sonreír de manera provocativa, como si disfrutara de su lucha interna.

—Tienes que concentrarte, Checo —le gritó Lando, burlón, mientras lo pasaba—. Max no es el único que puede ganar aquí.

La presión aumentaba, no solo en la pista, sino en el ambiente. Con cada vuelta, Checo se sentía más acorralado. La voz de Christian en su cabeza resonaba: "La ambición puede ser un arma de doble filo. Recuerda quién eres y por qué estás aquí." Pero en ese momento, la ambición se sentía como una carga.

Finalmente, se acercaban a la última curva, y Checo sabía que debía tomar una decisión. ¿Debería arriesgarlo todo para intentar adelantar a Max, o proteger su posición y su corazón? Justo cuando estaba a punto de hacer un movimiento, sintió que la tensión era insostenible. El sonido del motor y el griterío del público se desvanecieron, y todo lo que podía ver era a Max frente a él, su mirada decidida, y a Lando sonriendo con la satisfacción de un cazador acechando a su presa.

En un instante de claridad, Checo comprendió que, al final del día, su amor por Max y su ambición no eran mutuamente excluyentes. Y mientras el auto de Checo se deslizaba hacia la curva, hizo su elección: no solo estaba compitiendo por un trofeo, sino por su felicidad, su verdad.

BAJO PRESIÓN [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora