Capítulo IX. Ambición

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La semana siguiente, la atmósfera en el paddock se volvió irrespirable. La tensión entre los pilotos era palpable, cada uno sintiendo el peso de la competencia. Las palabras de Max seguían resonando en la mente de Checo, dándole fuerzas, pero el entorno a su alrededor comenzaba a complicar las cosas.

Lando, sintiéndose amenazado por  el acercamiento entre Checo y Max, decidió que era el momento perfecto para actuar. Sabía que el mejor camino para desestabilizar a Checo era dirigir la atención negativa hacia él. Cada vez que se cruzaba con Checo, sus comentarios eran cargados de veneno.

—Oye, Checo, me alegra ver que aún puedes sonreír a pesar de ser el segundo piloto —dijo Lando con una sonrisa sarcástica mientras se pasaban uno al lado del otro en el paddock.

Checo intentó ignorarlo, pero las palabras de Lando se quedaban grabadas en su mente. En el fondo, sabía que la competencia era parte del juego, pero lo que Lando estaba haciendo era algo más que competencia; era una estrategia deliberada para socavar su confianza.

Mientras tanto, Charles y George también estaban al acecho, buscando su oportunidad para capitalizar la situación. Se reunieron en un rincón del paddock, cuchicheando entre risas sobre las últimas hazañas de Checo y cómo Max podría estar perdiendo su enfoque por la distracción.

—¿Te imaginas? —dijo George, sonriendo—. Si Checo se ve obligado a elegir entre su vida personal y su carrera, sería un golpe terrible para él.

—Totalmente —asintió Charles—. La Fórmula 1 no perdona a los que no pueden manejar la presión. Creo que deberíamos estar listos para aprovechar cualquier debilidad.

La carrera del fin de semana llegó rápidamente, y la tensión en la pista era palpable. Durante las prácticas, las cosas comenzaron a caldearse. Lando hizo una maniobra agresiva, intentando bloquear a Checo en la curva, lo que provocó un roce entre sus coches.

Checo, con el corazón acelerado, no pudo contener la frustración. —¿Qué demonios, Lando? ¡Esa fue una jugada sucia!

—¿Yo? Solo estoy tratando de mantener mi posición, Checo —respondió Lando, su voz llena de desdén—. Quizás deberías centrarte más en tu carrera y menos en tus distracciones personales.

La rabia creció en Checo. No solo estaba luchando contra los demás pilotos, sino también contra los comentarios hirientes que Lando lanzaba constantemente. En la siguiente vuelta, Checo se acercó a Lando y le devolvió la jugada, buscando venganza en la pista.

El altercado se intensificó, y el choque de los dos coches resonó en el aire. Las radios estallaron en el paddock mientras los ingenieros intentaban comprender la situación.

Después de la práctica, las tensiones alcanzaron un punto crítico. Mientras los pilotos se reunían para discutir la carrera, Checo se encontró cara a cara con Lando. La confrontación fue inevitable.

—Eres un cobarde, Lando —dijo Checo, su voz baja pero firme—. Sabes que lo que estás haciendo es ridículo.

—¿Ridículo? —replicó Lando, cruzando los brazos—. Solo estoy siendo realista. Si quieres ser más que un segundo piloto, necesitas aprender a luchar por lo que quieres.

—No se trata solo de ser un piloto. Es sobre el respeto y la camaradería. Algo que parece que te falta por completo —Checo contestó, su voz temblando de ira.

En ese momento, George y Charles decidieron intervenir, atraídos por el drama que se estaba desarrollando. —Oye, Checo —dijo George, burlón—. ¿No te sientes un poco abrumado por toda esta atención?

—¿Te gustaría ser el centro de atención en lugar de ser solo un apéndice? —agregó Charles, sonriendo.

Checo sintió que su paciencia se estaba agotando. —No necesito que ustedes dos opinen sobre mí. Esto es entre Lando y yo.

BAJO PRESIÓN [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora