Capítulo XI. Enfrentando la Verdad

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El ruido ensordecedor de los motores llenaba el aire mientras Checo trataba de mantenerse concentrado en la pista, pero la voz de Lando resonaba en su mente. Las palabras despectivas de su rival lo seguían como una sombra, tratando de sembrar la duda.

—¡Lando, juega limpio! —gritó Checo, sintiendo cómo la rabia comenzaba a burbujear en su interior.

—¡Todo vale en la pista, amigo! —respondió Lando, riendo con desdén mientras mantenía su posición.

Aquel enfrentamiento había dejado en claro que los demás pilotos estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para ganar. Mientras se miraban en silencio, Checo sintió que su mente giraba. La presión de la competición y el peso de sus sentimientos por Max lo estaban desgastando.

—No puedes dejar que Lando te afecte —dijo Max, acercándose a Checo—. Tienes que concentrarte en la carrera.

Checo lo miró, sintiendo una mezcla de frustración y deseo. —Lo sé, pero es difícil, Max. Todo esto es complicado, y a veces siento que estoy perdiendo el control.

Max frunció el ceño, consciente de que la tensión estaba creciendo. —Entonces, ¿qué necesitas? ¿Que me aleje? ¿No sería más fácil enfrentarlo juntos?

—Tal vez deberíamos estar en diferentes equipos —respondió Checo de forma abrupta, sin pensar en las repercusiones de sus palabras.

El aire se volvió pesado entre ellos. Max lo miró con sorpresa y decepción. —¿Qué? ¿Estás bromeando? No puedes estar en serio, Checo.

—Mira, no estoy diciendo que sea lo que quiero, pero tal vez eso es lo que necesitamos. Un espacio. Tú tienes tus prioridades, y yo tengo las mías.

—¿Dejar todo por un impulso emocional? —preguntó Max, su voz más dura de lo habitual—. Eso no es lo que hacemos. No deberías tomar decisiones apresuradas solo porque te sientes presionado.

—¿Presionado? —replicó Checo, sintiendo cómo la frustración comenzaba a desbordarse—. Estoy lidiando con mis sentimientos, Max. No puedo simplemente ignorarlos y actuar como si todo estuviera bien.

En ese momento, Christian se acercó, habiendo escuchado la conversación. —¿Qué está pasando aquí? —preguntó, su tono autoritario cortando la tensión en el aire.

Checo se volvió hacia Christian. —Nada, solo estábamos hablando de la carrera —dijo, aunque sabía que su tono no era convincente.

—No me engañes, Checo. Sé que hay algo más —Christian lo miró fijamente—. Necesito que todos estén concentrados. La próxima carrera es crucial. No hay lugar para distracciones emocionales.

Max miró a Checo, esperando que dijera algo más, pero él se sintió atrapado. Lando, acercándose, sonrió con un aire de superioridad. —¿Así que están hablando de separarse? Siempre supe que la presión podría romper incluso a los mejores.

Checo lo ignoró, sintiendo que el aire se volvía denso. —No es eso. No me iré. Estoy aquí para competir —dijo, tratando de mantener la compostura.

—¿Compitiendo o huyendo de tus sentimientos? —Lando le lanzó una mirada provocadora.

Checo sintió cómo sus palabras calaban hondo, pero no quería darles poder. —No voy a huir. Solo estoy intentando entender qué es lo que realmente quiero.

Max, frustrado, interrumpió. —¿Entender? ¿Y qué hay de nosotros? ¿Acaso no importa lo que hemos construido juntos en este equipo?

Checo sintió que su corazón se rompía un poco al escuchar eso. —No es fácil, Max. La presión de ser un piloto de F1 no solo se trata de velocidad; se trata de saber quién eres realmente.

BAJO PRESIÓN [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora