Capítulo XVII: La Curva Final

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El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados. La tensión en el aire era palpable mientras el equipo se preparaba para la última carrera de la temporada. Para Checo, sin embargo, la carrera ya no solo representaba el campeonato, sino una encrucijada mucho más profunda. Su corazón latía con fuerza, sabiendo que esta carrera no solo decidiría su futuro en la Fórmula 1, sino también el destino de su relación con Max.

Había pasado días en constante reflexión, sopesando las consecuencias de su elección. Sabía que la relación con Max no solo era peligrosa para su carrera, sino que también desafiaba todo lo que había sido hasta ahora. Pero, por otro lado, el deseo y la conexión con él eran innegables.

Max, por su parte, estaba igualmente atrapado en su propia tormenta emocional. Su amor por Checo había crecido con cada momento que pasaban juntos, y mientras las luces de la pista comenzaban a iluminar la recta final de la temporada, él también enfrentaba una elección difícil: ¿Debería continuar luchando por Checo, incluso si eso significaba un riesgo para su propia carrera, o seguir la tradición, centrarse únicamente en el campeonato, sin distracciones emocionales?

El equipo se encontraba en medio de una tormenta de presión. La posibilidad de que Max y Checo compartieran el campeonato era real, pero las tensiones internas comenzaban a aflorar. En el garaje, Lando se mantenía en un silencio pesado, sabiendo que su rivalidad con Max estaba lejos de haberse resuelto. Las palabras entre ellos eran cada vez más escasas, pero los gestos y las miradas hablaban de un conflicto mucho más profundo.

—Te has vuelto más blando, Max —dijo Lando, cortante, mientras se acercaba al espacio de Max en el paddock. La chispa de rivalidad estaba nuevamente encendida—. Estás jugando un juego peligroso.

Max levantó la vista, una sonrisa fría cruzando su rostro. Sabía que Lando disfrutaba con cada momento de tensión. Pero la verdad era que ahora las cosas eran diferentes. No era solo una cuestión de carreras. Era una cuestión de sentimientos, de decisiones que no podían ser ignoradas.

—Y tú, Lando —respondió Max, su voz grave y cargada de desafío—, ¿qué esperas? ¿Que te ponga al frente solo porque me conviene?

Lando lo miró fijamente, sin bajar la guardia.

—No estoy pidiendo nada, Max. Pero no olvides lo que significa tener todo el peso del equipo sobre tus hombros. Y lo que pasa cuando se empieza a tomar decisiones emocionales en lugar de estratégicas.

La tensión entre ellos aumentaba, pero lo que Lando no sabía era que las verdaderas decisiones no solo se jugaban en la pista. Max había tomado un riesgo mucho mayor: su relación con Checo. Cada vez que miraba a su compañero de equipo, sabía que estaba comprometiendo más que solo su carrera. Era un dilema que lo atormentaba: ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar por amor?

Mientras tanto, Checo estaba a solas en su camión, observando las imágenes del circuito en su teléfono. Sabía que la carrera era crucial, pero algo dentro de él no lo dejaba concentrarse completamente en las pistas. Los recuerdos de las noches que había compartido con Max lo acechaban constantemente. Esa conexión, esa llama que se había encendido entre ellos, no era algo que pudiera ignorar, pero la realidad del campeonato lo golpeaba con fuerza.

Un golpe suave en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Al abrirla, se encontró con Max, que lo miraba con una intensidad que solo él podía reconocer.

—Checo, necesitamos hablar —dijo Max, su voz seria, pero con una suavidad que hacía eco en su pecho.

Checo asintió y lo invitó a pasar. El silencio entre ellos era pesado, pero lleno de algo más. Algo que ninguno de los dos podía negar.

BAJO PRESIÓN [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora