Capítulo IV. Conexión

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La carrera en Baréin había sido intensa y emocionante, y Sergio Pérez había cruzado la línea de meta con una sensación de triunfo que nunca había experimentado antes. La adrenalina aún fluía en sus venas mientras el ruido del público y el rugido de los motores comenzaban a desvanecerse. Había algo en esa victoria que lo hacía sentir más seguro, más fuerte. Sin embargo, la sombra de Lando y la confusión sobre su relación con Max aún pesaban sobre él.

Tras las celebraciones y las entrevistas post-carrera, Checo se encontró en el garaje, aún vestido con su traje de carrera, que llevaba la marca de la victoria y la emoción de la competencia. Max estaba allí, revisando los datos de la carrera en su tablet, pero había una tensión en el aire que Checo podía sentir, una mezcla de emoción y nerviosismo.

—¡Increíble carrera, Checo! —dijo Max, levantando la vista con una sonrisa que iluminó su rostro.

—Gracias, Max. No podría haberlo hecho sin tu apoyo —respondió Checo, sintiendo que sus palabras eran más que un simple cumplido. Había un peso en la gratitud que sentía hacia Max, una conexión que se estaba volviendo innegable.

Max se acercó un poco más, y por un momento, el mundo exterior pareció desvanecerse.

—Realmente estuviste impresionante hoy. Tu estrategia fue perfecta —dijo Max, y sus ojos se encontraron, una chispa de complicidad surgiendo entre ellos.

Sergio sintió un calor en su rostro y se preguntó si era la emoción de la carrera o algo más. La cercanía de Max lo hizo sentir vivo, y por un momento, todas las dudas y confusiones parecieron disiparse.

—Gracias, pero creo que tú también jugaste un papel importante. Estar a tu lado me da confianza —Checo admitió, su voz baja y cargada de significado.

Max sonrió, pero en sus ojos había un destello de vulnerabilidad.

—A veces me pregunto si yo también te doy la confianza que necesito. —La frase quedó flotando en el aire, como si ambos supieran que estaban cruzando una línea delicada.

En ese instante, mientras revisaban los datos en la tablet, sus manos se rozaron accidentalmente. La electricidad que recorrió el brazo de Sergio fue casi palpable, y ambos se quedaron congelados, como si el tiempo se detuviera.

—Lo siento —dijo Checo, retirando su mano, pero la conexión ya se había establecido.

—No, no, está bien —respondió Max rápidamente, su voz más suave, casi un susurro. —A veces, los toques involuntarios pueden significar más de lo que pensamos.

Sergio se quedó en silencio, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Había algo en esa afirmación que resonaba profundamente en su interior. Era como si Max pudiera leer sus pensamientos, sus miedos.

Pero la llegada de Lando rompió el momento, su presencia interrumpiendo la atmósfera cargada entre ellos.

—¿Qué pasa aquí, chicos? —preguntó Lando, su tono burlón y desafiante. —¿Están compartiendo secretos o algo más?

Sergio sintió que su estómago se revolvía nuevamente. Era como si Lando tuviera un radar para detectar cualquier señal de intimidad entre él y Max.

—Solo estábamos revisando los datos de la carrera —respondió Max, tratando de mantener la calma, aunque sus ojos revelaban una mezcla de frustración y desafío.

—¿Ah, sí? Espero que no se estén volviendo demasiado cercanos. No querría que la competencia se convierta en algo personal —dijo Lando, con una sonrisa astuta, sus palabras como un veneno encubierto.

Checo no podía evitar sentirse amenazado por la presencia de Lando. Sabía que había algo más entre Max y Lando, algo que Max intentaba ocultar, y esa revelación lo hacía sentir incómodo.

BAJO PRESIÓN [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora