Capítulo XIII. Confusión

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El sol quemaba el asfalto del circuito, y la tensión en el ambiente era palpable. Cada piloto en la parrilla de salida parecía estar allí no solo para ganar, sino también para marcar una posición personal. Las dinámicas habían cambiado, y todos lo sabían. Especialmente Checo.

Desde la última carrera, las miradas se volvían más insidiosas, y las palabras, cuando eran dichas, estaban cargadas de intenciones ocultas. Checo ajustó su casco, buscando en la adrenalina de la competencia una vía de escape a sus pensamientos. Pero cuando sus ojos se cruzaron con los de Max, aún sentía aquella punzada de dolor y decepción.

El sonido de los motores ensordeció el silencio cuando el semáforo cambió. La carrera comenzó con una intensidad furiosa, y Checo se encontró en un combate cercano con Charles y George, quienes parecían competir no solo por el puesto en la pista, sino por algo más.

—¡Dale, Checo! ¡Aprovecha en la curva! —gritó su ingeniero por radio, pero Checo apenas podía concentrarse con el remolino de emociones que llevaba dentro.

En la pista

La carrera avanzaba, y en cada curva se sentía una mirada, una presión invisible. Charles intentaba bloquearlo en la primera vuelta, mientras George lo presionaba en las rectas. Y Lando... Lando parecía siempre en el lugar equivocado, provocando interferencias que eran todo menos accidentales. Checo sabía que Lando estaba actuando intencionadamente, buscando desesperarlo, y tal vez haciéndolo para que Max lo notara también.

En una curva particularmente cerrada, Checo se defendió del avance de Lando, logrando sobrepasarlo. La tensión entre ambos era evidente cuando, al salir de la curva, Checo le lanzó una mirada feroz, una advertencia silenciosa.

Pero fue Charles quien rompió el silencio en la radio.

—Checo, parece que tienes a todo el equipo encima hoy, ¿eh? —su voz estaba llena de ironía, pero con una preocupación apenas disimulada—. No dejes que te saquen de foco.

Checo solo pudo responder con un simple: "Estoy bien", aunque no estaba seguro de cuán cierto era. La presión de sus sentimientos por Max y la rivalidad de los otros pilotos lo mantenían en una constante montaña rusa emocional.

Mientras tanto, en el paddock

Christian observaba la carrera con el ceño fruncido. No era usual ver una competencia tan desorganizada en las posiciones delanteras, ni tampoco las tensiones internas que habían surgido entre sus propios pilotos. Lo que estaba sucediendo entre Checo, Max, y los demás pilotos amenazaba con desbordarse en algo que ni siquiera la prensa podría ocultar.

—Esto no es sostenible, Christian —murmuró uno de los ingenieros a su lado—. Sabes que esta tensión va a explotar tarde o temprano.

Christian asintió, sus ojos fijos en la pantalla, donde Checo y Max parecían librar una guerra silenciosa en la pista. Sabía que lo que había entre ellos iba más allá de la competencia, y aunque prefería mantenerse al margen, comprendía que, si no hacía algo, podría perder el control del equipo.

Última vuelta

Al acercarse la última vuelta, Checo notó que Max se le acercaba peligrosamente, como si quisiera decirle algo, o tal vez solo recordar quién seguía dominando en el equipo. Pero antes de que pudiera procesarlo, escuchó la voz de George en la radio.

—¿Necesitas que te cubra la espalda, Checo? Porque parece que alguien más está buscando problemas.

Checo no respondió. No quería favores, ni distracciones. Pero sabía que George, al igual que Charles, estaba intentando protegerlo de algo que él mismo no lograba entender.

BAJO PRESIÓN [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora