Capítulo VII. Inesperado

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La carrera en Mónaco había terminado, y la euforia en el paddock se sentía eléctrica. Checo había tenido una actuación destacada, logrando un tercer lugar que le valió los aplausos de todos, pero la celebración se sentía diferente. A pesar del entusiasmo, una tensión palpable se había instalado entre él y Max.

Mientras los demás pilotos disfrutaban de las festividades posteriores, Max no podía apartar la mirada de Checo. Cada risa que compartía con Charles, cada broma que hacía con Lando, parecía irrompible, y el corazón de Max se retorcía con celos y frustración. No podía ignorar cómo otros pilotos se fijaban en Checo, admirando su destreza y carisma. Aunque él lo sabía, no podía dejar de sentirse posesivo.

Esa noche, después de la carrera, el grupo decidió ir a un bar local para celebrar. La atmósfera era animada y llena de risas, pero la mente de Max estaba en otra parte. Se sentó en una esquina, observando a Checo mientras conversaba con Charles, quien parecía estar más interesado en él de lo habitual.

—¡Vamos, Max! No te quedes ahí, únete a nosotros! —gritó Lando, invitándolo a acercarse.

Max dudó, pero al ver a Checo sonreírle a Charles con esa chispa en los ojos que solo él conocía, no pudo resistir. Se levantó y se unió al grupo, pero la tensión solo aumentó cuando Charles se movió más cerca de Checo, casi tocándolo.

A medida que la noche avanzaba, las risas se mezclaban con la música del bar, y Checo se sentía cada vez más cómodo en medio de sus compañeros. Sin embargo, a pesar de la alegría a su alrededor, había una creciente sensación de confusión en su interior. Las feromonas que lo rodeaban se volvían abrumadoras, y comenzaba a cuestionar sus propios sentimientos.

Charles, consciente de la influencia que tenía sobre los demás, aprovechó la atmósfera cargada para acercarse a Checo. —¿Te gustaría bailar? —preguntó, su tono suave y seductor.

Checo, sorprendido por la propuesta, dudó un momento. Miró hacia Max, que estaba sentado con los brazos cruzados, una expresión de desaprobación en su rostro. Aunque algo dentro de él lo atraía hacia Charles, no quería herir a Max.

—No sé, Charles... —dijo Checo, sintiendo la presión de la situación.

—Vamos, solo un baile. No tiene que significar nada —insistió Charles, extendiendo su mano hacia él.

Finalmente, Checo se dejó llevar, sintiendo que la música y el ambiente lo arrastraban. Se movió hacia la pista de baile, donde Charles lo tomó de la cintura, acercándolo a él. En ese momento, Checo sintió la presión de la mirada de Max en su espalda, una mezcla de celos y frustración. Pero a pesar de ello, las feromonas de Charles comenzaban a nublar su juicio, haciéndolo sentir más atraído hacia el piloto francés.

Max, observando desde su rincón, sintió cómo la ira se acumulaba en su pecho. La imagen de Checo sonriendo y riendo junto a Charles lo golpeó como un tren. El dolor y la ira se entrelazaron en su corazón, y la sensación de impotencia lo envolvió. Se movió como si estuviera en un trance, empujando a la multitud mientras avanzaba hacia ellos.

Cuando finalmente llegó, Checo y Charles estaban tan inmersos en el momento que no se dieron cuenta de su presencia. La música se intensificó, y en un instante de pura conexión, Checo se encontró mirando a los ojos de Charles, la atracción era palpable. Las feromonas de Charles, que lo envolvían en una nube de deseo, comenzaban a afectar a Checo más de lo que él comprendía.

—Eres increíble, Checo —susurró Charles, acercándose más.

Checo, sintiendo un tirón irresistible hacia él, intentó resistirse. —Charles, espera. No creo que esto sea buena idea...

BAJO PRESIÓN [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora