Capítulo XVIII. Duo

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El pitido del despertador cortó el silencio de la habitación. Checo abrió los ojos lentamente, un leve resplandor de luz matutina colándose por la ventana. La ansiedad de la nueva temporada comenzaba a acecharlo, pero hoy había algo diferente. Algo que sentía más profundo, algo que había comenzado a aceptar en su interior: su identidad como omega.

El último año había sido una montaña rusa de emociones, decisiones difíciles y desafíos tanto dentro como fuera de la pista. Pero el viaje que había comenzado a emprender con Max lo había cambiado de una manera que nunca imaginó. Ahora, se sentía más seguro, más completo, abrazando su verdadera naturaleza. No era solo el piloto que competía por el campeonato; era más que eso. Era alguien que había comenzado a entenderse y aceptarse, y lo más importante, había comenzado a ver el valor que esto tenía.

Max siempre había estado cerca, como su apoyo, su compañero, y ahora, más que nunca, parecía estar reconociendo lo mismo. A pesar de las tensiones pasadas, de las complicaciones que su relación secreta había causado, ambos sabían que nada podría romper lo que habían construido. Sin palabras, se entendían en cada mirada, en cada gesto.

Mientras tanto, la situación con Lando se había vuelto más tensa que nunca. Max, por fin, había tomado distancia. Ya no estaba dispuesto a permitir que las provocaciones de su ex compañero de equipo interfirieran en lo que estaba empezando a ser una conexión sólida con Checo. Lando no era tonto; podía notar el cambio, y aunque no entendiera completamente lo que estaba pasando entre Max y Checo, sentía que había algo en el aire que no podía ignorar.

A lo lejos, Charles y George también habían comenzado a acercarse más a Checo. Sabían que algo estaba ocurriendo, algo que Max había estado protegiendo celosamente. La relación que los tres compartían había sido siempre tensa, una lucha constante por el reconocimiento, por el liderazgo. Sin embargo, ahora algo había cambiado, y Checo sentía cómo se acercaban de una manera diferente, más humana.

En la pista, la atmósfera se sentía distinta. El rugido de los motores y el eco de las estrategias se mezclaban con las nuevas tensiones, mientras los equipos se preparaban para lo que sería una temporada llena de sorpresas. Checo, con una nueva sensación de poder y claridad en su interior, observaba el trazado del circuito. Sabía que no solo se estaba preparando para enfrentarse a sus rivales en la pista, sino también a las percepciones, a los juicios que el mundo aún tendría sobre él.

—Todo está por cambiar, ¿verdad? —dijo Max, acercándose a Checo mientras ambos se preparaban para la sesión de práctica. Su tono era más cálido de lo habitual, menos calculador, más abierto. Las manos de Max encontraron las de Checo, un gesto simple, pero lleno de significado.

Checo miró sus manos unidas, sintiendo un cosquilleo en el pecho. No importaba lo que el resto pensara, en ese momento solo importaban ellos dos.

—Lo sé —respondió Checo, su voz tranquila pero segura—. Es hora de que el mundo vea quién soy realmente.

Max asintió, una sonrisa fugaz cruzó su rostro. Sabía que Checo había comenzado a aceptarse, a abrazar quién era en su totalidad. Y por fin, Max entendió que no solo era su compañero de equipo, sino algo mucho más profundo: su igual, su otra mitad.

La primera carrera de la temporada llegó rápidamente. Checo se sentó en su coche, mirando el horizonte con concentración. Estaba listo, no solo para la carrera, sino para lo que representaba. El momento había llegado, y él no iba a dejar que nada lo detuviera.

La tensión en el aire era palpable. Lando se mantenía a una distancia respetuosa, pero no podía evitar lanzar miradas desafiantes a Max, consciente de que algo había cambiado entre ellos. Charles y George, por otro lado, estaban más cercanos, observando con atención cada movimiento que Checo hacía. El ambiente se había cargado de una nueva energía, una mezcla de rivalidad y curiosidad.

BAJO PRESIÓN [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora