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Katsuki no era fácil de convencer, y menos cuando la propuesta venía de Denki y Kirishima. Habían pasado al menos 20 minutos insistiendo para que saliera con ellos y Kaizu de paseo, con promesas de que sería un rato tranquilo y que todo iría bien. Porque Denki y Kirishima estaban ansiosos de salir a pasear con Kaizu.

—Vamos, Bakubro, solo un par de horas —insistió Kirishima, sonriendo con esa energía que siempre lograba desarmar un poco a Katsuki—. Te vendrá bien despejarte.

—Y Kaizu también, ¡así aprovechas para pasearlo un rato sin Deku! —añadió Denki, sonriendo de oreja a oreja—. Además, podríamos ir a esa cafetería nueva que han abierto. Dicen que está muy bien.

Katsuki los miró entrecerrando los ojos, suspirando en frustración. Sabía que no se darían por vencidos, y aunque le molestaba que insistieran tanto, parte de él también sabía que no le vendría mal salir un rato.

—Está bien, maldita sea —gruñó finalmente, cruzándose de brazos—. Pero si se ponen pesados o si Kaizu se molesta, nos largamos.

—¡Prometido! —dijeron Denki y Kirishima al unísono, dándose una palmada en la mano con entusiasmo.

Unos minutos más tarde, los cuatro estaban caminando por el parque hacia la nueva cafetería que Kirishima había mencionado. Kaizu iba en su carrito, observando todo a su alrededor con esos ojos verdes brillantes y curiosos, mientras su cabello rubio se movía con el viento suave. Denki, siempre el más inquieto, se agachaba de vez en cuando frente a Kaizu, con una sonrisa exagerada.

—¡Vamos, Kaizu! Di "Denki". O "tío Denki", lo que prefieras —animaba Denki, con la esperanza de que el pequeño soltara alguna palabra.

Kaizu, con su típica travesura, no hizo más que mirarlo por un momento antes de estirar su mano hacia el dedo de Denki, mostrando esa pequeña sonrisa de bebé que siempre provocaba carcajadas.

—¡No, no otra vez! —exclamó Denki, justo cuando Kaizu mordió suavemente su dedo con sus pequeños dientes.

Kirishima y Katsuki, que lo habían visto venir desde hacía rato, estallaron en una carcajada simultánea.

—¿Nunca aprendes, Denki? —se burló Katsuki, con una sonrisa genuina mientras observaba cómo Kaizu seguía juguetón con el dedo de Denki.

—No es justo —se quejó Denki, sacando su dedo rápidamente y agitándolo frente a Kaizu—. Algún día lo dirás, lo sé. ¡No puedes evitarlo para siempre!

Kaizu, divertido con la reacción de Denki, soltó una risita, lo que hizo que Kirishima sonriera aún más.

—Lo que pasa es que le gustas tanto que siempre quiere morderte, bro —bromeó Kirishima, dándole una palmadita en la espalda a Denki.

—Sí, claro —resopló Denki, aunque en el fondo le gustaba que Kaizu le prestara atención, aunque fuera de esa forma.

Tras unos minutos más de caminata, llegaron a la nueva cafetería. Era un local moderno, con un estilo minimalista y grandes ventanales que dejaban entrar mucha luz natural. Estaba bastante concurrida, lo que no sorprendía considerando que había sido la sensación desde que abrió. Entraron y se acomodaron en una mesa al aire libre, con vistas al parque cercano. Kirishima empujó suavemente el carrito de Kaizu hasta su lado, mientras Denki miraba el menú con curiosidad.

—Dicen que las bebidas aquí son de lo mejor —comentó Denki, entusiasmado—. ¡Voy a pedir algo nuevo!

Katsuki estaba más relajado de lo que había esperado, disfrutando del ambiente tranquilo mientras observaba a Kaizu jugar con su pequeño sonajero. Todo iba bien... hasta que notó que una chica joven, una Omega de aspecto llamativo, se acercaba a su mesa con una sonrisa coqueta. El aire a su alrededor comenzó a impregnarse de un aroma dulce, claramente liberando sus hormonas para atraer la atención de Katsuki.

Padres primerizos - katsudeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora