Capítulo 19

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20 de noviembre.

Manhattan, distrito de New York. Estados Unidos.

No quería seguir hablando, pero he tenido que vivir con esto toda mi puta vida. Pero sé que él nunca me dejará en paz y sé cuan capaz es de hacerles daño. Es aquí o nunca. Porque sino los vere morir como sucedió con Théo.

Tome un respiro antes de volver a hablar – Para ser sincera, la niña busco la forma de salir de aquel sótano, sin embargo, la puerta nunca se pudo abrir, y por más que busco algo que le ayudara solo encontró juguetes, colores y libros. Nada que sirviera. Al anochecer, él regreso con una bandeja con comida, espero que ella terminara de comer para recoger todo y volver a subir cerrando con seguro la puerta. – Hice una ligera pausa para limpiarme las lágrimas que había soltado desde que empecé a contarle mi historia, en ningún momento dejo de acariciar mi cabello tratando de tranquilizarme. Pude sentir como se estiraba para coger la botella de vino y servía otro poco, pensé que seria para él, pero para mi sorpresa él me termino pasando la copa. – Gracias Ezra. – Él solo asintió y espero que le entregara la copa para dejarla en la mesa.

–Al ver que él no regreso, la niña se dispuso a ir al armario que tenía el sótano. Encontrando prendas similares o iguales a las que tenía en su casa y que eran su talla para todas las estaciones, busco y terminó por encontrar un pijama térmico porque, aunque arriba se encontraba la chimenea, allá abajo, el frio era penetrante. Al día siguiente, él bajo las escaleras y la despertó para que desayunara. Sucedió la misma rutina, él espero que terminará para luego volver a subir. Al estar sola, se dio cuenta que el sótano tenía un pequeño baño, así que se bañó y se puso ropa cómoda.

Durante el almuerzo, fue exactamente igual, nada cambio.

En eso se convirtió la rutina para aquella niña.

Fueron semanas que conto la niña esperando el regreso de sus padres, pero nunca llegaron. Todas las noches se quedaba dormida después de llorar, siempre rogando a Dios que alguien llegara a rescatarla. Pero eso nunca sucedió, trato de escapar incontables veces, pero él siempre lograba impedir absolutamente cualquier intento, así que, al quinto intento, la niña se resignó a dejar de intentarlo y asumir que nunca escaparía. La rutina durante ese primer año fue exactamente igual, nada cambio, hasta que llego su cumpleaños, un 23 de marzo, realmente la niña no tenía esperanzas de nada, pero ese día él bajo las escaleras fuera del horario normal y venia con una sonrisa, que para ser sinceros le genero un escalofrío a la niña.

Mi querida Aria, te tengo una sorpresa. Le dijo él hombre sonriendo en lo que se acercaba hasta la cama en la que estaba ella. Vamos a jugar un juego, te dejare salir de la cabaña, tendrás que esconderte y si logras escapar antes de que te encuentre podrás ser libre. Ese será tu regalo de cumpleaños mi querida Aria. Termino de decir aquel hombre. Antes de cogerla del brazo y bruscamente empujarla por las escaleras para subir al primer piso. La niña no entendía que sucedía, simplemente subió a tropezones las escaleras para luego salir a la intemperie, a pesar de que estaban en plena primavera aún se sentía las bajas temperaturas. – No había terminado de hablar cuando sentí sus grandes brazos abrazarme, me hizo sentir como en casa.

–No es necesario que sigas, si quieres dejar ahí, lo entenderé Aria o por lo menos tomémonos un descanso, yo también lo necesito. – Me interrumpió él para luego tomarme del mentón y girarme la cara. Se acerco a mí y pensé que me besaría, pero simplemente me dejo un pequeño beso en la frente. No pude evitar sonreír.

Me cogió de la cintura para volver a colocarme en el sofá. - ¿Dónde esta el Whisky? – Yo solo le señalé uno de los cajos superiores, él se acerco y se estiro buscado el licor. Pude fijarme en su espalda ancha y en un ligero tatuaje en la parte inferior que la camiseta dejaba al descubierto. Yo seguía mirándolo cuando me fije que me estaba mirando. No pude evitar sonrojarme la ver esa sonrisa picara en su rostro. Termino por girarse completamente. – ¿Algo que quieras decirme? – Yo solo negué con la cabeza.

Me centré en mirar mis manos hasta que lo sentí nuevamente en el sofá. Dejo el vaso son el licor en la mesa para nuevamente acomodarme sobre sus piernas. – ¿Quieres continuar? – Yo asentí.

–Tras sentir el viento en su piel, él habló. Vas a correr a esconderte, y trata de encontrar una salida mi querida Aria, si escapas, ya sabes podrás volver a tu casa. Si no, volverás conmigo. La niña solo asintió para salir a correr. Se podía sentir como su corazón latía tan rápido, que creía que se me saldría de su pecho, pero sabía que eso no sucedería, simplemente era el pánico que le generaba que él la encontrar. La niña empezó a correr, pero los animales al sentirla salían corriendo o en su defecto volando, y lo que ella no sabia en ese momento era que con eso él la encontraría. Pero pues, ¿Que se podía esperar de una pequeña de tan solo 11 años?

Ella no paro de correr, hasta que sus piernas no pudieron más, sentía que en cualquier momento dejarían de responderle y desfallecería en aquel bosque, sentía que se quedaba sin aire y tenía muchísima sed, se detuvo detrás de un gran árbol, para poder recobrar un poco el aire y que los pulmones pudieran recibir el oxígeno suficiente para poder respirar adecuadamente. Al sentarse en las ramas de aquel árbol bajo la vista a sus manos y se dio cuenta que temblaban de una forma inusual. Era el miedo que sentía.

Trato de levantarse, pero sintió una mano en su hombro. Pegó un grito que asusto a todos los pájaros que se encontraban cerca de ella, los únicos testigos de aquella escena. Te encontré mi querida Aria, será para otra ocasión. Dijo aquel hombre mientras pasaba su mano por toda su clavícula hasta cerrar toda su mano por su cuello ejerciendo una ligera presión. Me gustan los retos y esta vez lo hiciste demasiado fácil para mí, te castigare por eso. Lo dijo entre dientes mientras le quitaba la respiración ejerciendo cada vez mas presión, hasta que todo se volvió pura oscuridad. – Termine de hablar. Podía sentir como me quitaba un peso de encima al cortar todo pensando que nada pasaría si decía algo.

–No te contare como me castigo. Solo te diré que me marco para siempre y que nunca podre olvidar por mas terapia que tenga. – Él asintió.

–La rutina volvía a ser exactamente igual. Volvió a prometerle a la niña dejarla libre en navidad, luego en año nuevo y nuevamente en su cumpleaños. Todo fue exactamente igual y como lo hacía cada vez, él siempre la encontraba. Con el tiempo, se volvió más repetitivo convirtiéndose en la rutina de la niña por cinco largos años y realmente la niña nunca tuvo siquiera una oportunidad de poder escapar, tenía todo planeado tan minuciosamente que por más que lo intentara jamás lo había logrado. Había aprendido a esconderse en el bosque, a hacerle difícil la tarea de encontrarla tratando de disminuir los castigos, pero eso nunca sucedió.

Estaba segura de que sus padres se habían olvidado de ella y había perdido toda la esperanza de volver a su hogar y tener una vida normal, pero para su cumpleaños número 15 paso lo inevitable, él bajo al sótano y terminó por marchitar a esa pequeña flor por no decir algo más. – Pare para limpiarme las lágrimas que habían salido sin mi permiso y que escurrían por mi cara. Ezra simplemente me abrazo hasta que pude calmarme un poco para seguir hablando.

–A mitad del verano de ese año, mientras buscaba una forma de esconderse lo que más pudiera, ella logro encontrar una madriguera hecha por animales, esa fue su oportunidad de poder escapar de su secuestrador. Se escondió hasta que se terminó de oscurecer el cielo. Podía escuchar su voz llamándola una y otra vez, debió de haber pasado mas de 5 horas desde que había corrido de la cabaña hacia el interior del bosque. Espero mas tiempo hasta poder salir y empezar a buscar una salida real, una que la llevara a la libertad.

Camino hacia el sentido contrario de donde estaba la cabaña, miraba repetidamente sobre su espalda esperando que él no la encontrará esta vez. La ansiedad la estaba matando. Se cayo múltiples veces con las gruesas ramas de los arboles que cada vez eran más frondosos haciendo difícil poder ver por donde caminar. Hasta que en algún momento de la noche pudo oír un motor, aunque débil, no dudo en empezar a correr hacia el sonido. Era una carretera.

Ese fue su boleto de salida.

Se oculto entre los troncos de los árboles esperando que pasara otro auto, hasta que vio un camión acercarse. Salió a la carretera buscando ayuda gritando para que el conductor se detuviera. Gracias a Dios, si lo hizo. Fue en ese momento en el que la esperanza que había perdido durante esos años había regresado como una corriente llena de adrenalina. – Tome otro respiro. Ya había pasado la peor parte, ya solo quedaba terminar de contar como volví a mi hogar y terminaría por cerrar este capítulo de mi vida. Me acerque a la mesa y termine todo el contenido de mi copa, realmente lo necesitaba.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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