Capítulo 16

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20 de noviembre.

Universidad de New York. Sala 405F.

Manhattan, distrito de New York. Estados Unidos.

Habíamos llegado a la sala 405F del edificio y llevábamos casi 10 minutos en los que yo me encontraba apoyado contra la puerta mirándola fijamente mientras que ella estaba sentada sobre la mesa mientras jugaba con sus dedos. El ambiente se encontraba tenso y ninguno era capaz de dar el primer paso para iniciar la conversación. Se que yo la traje hasta aquí para poder hablar en paz y solamente los dos, sin interrupción, pero, por la actitud que tenía podía intuir que cualquier cosa que preguntara podría alterarla por más de que no quisiera. Y era lo que menos quería que pasará, no quería volver a verla en esa crisis nerviosa como la que tuvo esa mañana.

Llevaba casi 20 días buscándola en el campus para poder hablar sobre lo que había sucedido esa mañana en mi apartamento, pero por más que quisiera, había sido imposible, incluso Magnus me trato de ayudar y fue en vano. Hasta hoy que sin buscarla me la encontré en el campus de la universidad y no se si fue mi instinto, mis ganas acumuladas por verla, la cantidad de preguntas que tengo a partir de lo que leí aquella mañana; porque simplemente en mi cabeza no cabe que una chica como ella este teniendo ese tipo de mensajes, o la preocupación que tenía por no saber que había sucedido con ella, pero no pude evitar exigirle una respuesta y buscar a cualquier costo tener un espacio a solas para poder hablar. Pero aquí nos encontrábamos, sin poder decir ni mierda.

Me arme de valor, cerré con seguro la puerta para evitar cualquier interrupción, me dirigí hacia ella e inicie la conversación.

–¿Cómo esta Aria? – Ella levanto la mirada. – ¿Cómo siguen tus crisis? – No pude evitar preguntar. Se que no me incumbe, pero realmente eso era lo primero que me preocupaba. Su cara lucia sorprendida, asumo que no esperaba que me acordara de la crisis nerviosa o que me preocupara por saber cómo seguía después de eso.

–Bien, gracias por preguntar. – Respondió ella, sin dejar de jugar con sus dedos. Es un gesto muy tierno. – ¿Para que me trajiste hasta aquí? ¿Qué necesidad tienes de saber cosas que no son tuyas? Tú no eres nadie para andar preguntando cosas que nadie te ha dicho. Si tanto te quieres hacerte el héroe por lo que sucedió esa noche en la fraternidad, te doy las gracias y ya. Fin de la conversación. – Okay. Se notaba que estaba a la defensiva. Bueno, un poco mucho realmente, pero no me iba a dejar con la cantidad de dudas que tengo a causa de ella.

–La verdad, me dejaste muy preocupado cuando saliste de esa forma de mi apartamento. – Le digo la verdad mientras me acercaba un poco más, ¿Qué más podría decirle sin que sienta que me estoy metiendo en sus asuntos? Yo soy igual y la entiendo, pero no evita que me haya preocupado de sobre manera. – Necesito que me digas que fue lo que sucedió. –

Ella se quedo en silencio sin decir nada. Le di el tiempo suficiente para responder hasta que abrió la boca para hablar. – No te diré nada, Ezra. Ya déjame en paz. – Siguió ella a la defensiva sin levantar la mirada.

Me termine de acercar lentamente a ella tratando de que bajara esa actitud, ella siguió con la mirada en sus manos sin siquiera mirarme. Termine de eliminar el poco espacio que quedaba entre nosotros para coger sus manos y lentamente le separe las manos para que dejara de juguetear con ellos, ella levanto la mirada lentamente y yo ubique mis manos en su cintura y con mis piernas trate de abrir sus piernas lentamente para ubicarme entre sus piernas.

Quedamos en esa posición mirándonos fijamente mientras yo consentía su cintura lentamente con mi mano derecha, empecé a subir la izquierda hasta su mejilla para poder tocarla con mi pulgar. Coloque mi mano en su cara, acomode un mechón de su cabello detrás de su oreja y poder acariciar su pómulo con mi dedo pulgar. – Confía en mi Aria, ¿Qué fue lo que paso? – Le volví a preguntar con un tono de voz bajo. Ella se me quedo mirando, mordiendo ligeramente su labio inferior, estaba dudando. – Es algo privado y no debo de decirlo. – Dijo ella con voz baja.

No dejaba de mirarme, y no podía dejar de pensar en lo linda que era con esos ojos verdes, su cabello rubio y sus labios rojos. Me acerque un poco más, tanto que podía sentir su respiración, separo sus labios, puso sus manos en mi pecho y yo me acerque. Estábamos tan juntos y no podía omitir el hecho de que me sentía atraído por ello, no lo pude evitar y terminé por cerrar el espacio que quedaba entre nosotros.

Nos besamos.

Empezó despacio, no esperaba que me correspondiera. Fue una sorpresa que lo hiciera, al ver esto y ver que yo no me separe de ella, empezó a aumentar el ritmo y no pude evitar agarrarla con más fuerza de la cintura y atraerla a mí, ella no se resistió y termino subiendo su mano derecha a mi nuca para empezar a acariciarme por detrás. No nos separamos hasta que ambos nos quedamos sin aire, nos quedamos mirando de frente con la respiración acelerada.

Nos miramos fijamente. Sin decir nada. En la misma posición.

–No se que decir. – Dijo ella, para ser realistas yo tampoco sabría que decir después de esto. Esto no estaba entre mis planes. – ¿Quieres hablar de esto, o de lo que paso la ultima vez que nos vimos? – Pregunte yo, realmente me parece muy linda pero no estoy para tener una relación en este momento, no con todo lo que tengo en la cabeza, pero eso no quita el hecho de que me preocupe por ella.

–No es seguro, así de sencillo. No te puedo contar Ezra – Me respondió ella, mientras se alejaba de mi para poder bajarse de la mesa, logra poner la punta de sus pies y antes de que acabara de bajarse la detuve cogiéndola de la mano. – No te aísles, tu propia amiga lo dijo, llevan días sin verte en la universidad. Se que soy un extraño para ti, pero me dejaste muy preocupado después de que saliste corriendo de mi apartamento, además mi hermana no ha dejado de preguntar por ti y la razón por la que nunca te despediste Aria. – Le hago saber.

Ella se queda callada sin terminar de bajarse de la mesa, vuelve a la posición anterior dejando que me ubique entre sus piernas y con nuestras manos unidas. No había terminado de acomodarme cuando ella ya había pasado sus brazos por mi espalda para abrazarme, no voy a negar que su acción me tomo por sorpresa, pero trate de que no se notara, así que pase mis brazos por detrás de ella para abrazarla y acomodarla en mi pecho. Se sintió tan bien estar así junto a ella, hace mucho no me sentía así de tranquilo con alguien, solo lo lograba cuando estaba con mi hermana. No sé cuánto tiempo duramos abrazándonos, pero sentí como mi camiseta se empezaba a mojar.

Estaba llorando.

Lo único que pude hacer fue consentirle la espalda y pasar mis dedos por su largo cabello castaño, similar al de mi hermana, una y otra vez de forma repetitiva. Pude sentir su respiración agitada, sus suspiros y como mi camiseta seguía mojándose; mas no le dije nada prefería que ella misma se calmara hasta que pudiera hablar.

–Todo esta bien. Tranquila. – Le dije. Ella solamente asintió.

Nos encontrábamos en esa posición cuando logre escuchar como trataban de abrir la puerta, ella se separo de mi asustada, mas yo no la aleje y me acerque a su oído a hablar. – Esta con seguro, no te preocupes. – Le dije y por como suspiro asumo que eso la tranquilizo. Me gire mirando hacia la puerta, se notaban que había dos sombras que estaban tratando de abrir la puerta por debajo del espacio que sobraba de la puerta. – Si esta cerrada cariño, no puedo abrirla. – Hablo un hombre. – No importa bebe, busquemos otra que estoy muy ansiosa. – Le respondió la otra voz, que por lo visto era una mujer. Ambos se alejaron y siguieron caminando, tras ver esto, ambos soltamos un suspiro tranquilizador. Me voltee a mirarla, ya tenía un mejor semblante, pero aún era notable algunas lágrimas en sus mejillas, sus pómulos y su nariz roja y el leve temblor que tenían sus manos. Me acerque a tomarlas para tranquilizarla, ella giro su cara para mirarme, trate de hacerle entender que estaría aquí para ella y le sonreí, ella me imito.

En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora