Hogar, dulce hogar

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~Capítulo 24

-¿Quién te llama?-me pregunto Alan intentando mirar la pantalla de mi móvil intrigado pero no le deje que lo viera.-Deberías quitar la tarjeta a este móvil, tus padres te podrían localizar.

No dije nada. Solamente veía como la pantalla de mi móvil salía la foto de Federico y vibraba ya que lo tenía en silencio. ¿Qué hacía? ¿Lo cogía? La verdad es que después de lo que me hizo, no merecía que le llamara pero es que me había enviado unos mensajes tan bonitos…y lo echaba de menos pero no, de momento no podía contestarle. Mi orgullo podía conmigo aunque tuviera unas ganas inmensas de escuchar otra vez su voz.

Cerré los ojos y cogiendo aire di a la tecla de colgar.

-¿Por qué cuelgas?-me pregunto otra vez Alan. Me iré a mirarlo con el ceño fruncido.

-Alan por favor, párate ya de preguntas.-estaba irritada y no tenía ningunas ganas que Alan me controlara como si fuera mi padre.

-Dame la tarjeta del móvil, no quiero que te localicen, sé que no tardaran en intentarlo.-me dijo abriendo la palma de su mano para que le diera la tarjeta.

-Por lo menos déjame que me apunte algunos números ¿no? Que me haya ido del país no significa que tenga que desaparecer del mundo. Tengo amigos ¿sabes?

Alan bufó rondando los ojos-Mira, haz lo que te venga en gana pero como nos localicen será culpa tuya.

-¡Solamente te he dicho que me quiero apuntar unos números!-replique.

-¡Callar ya! Parecéis un matrimonio de verdad. Tenemos que vivir juntos ¿Saben? Como comencemos así no duraremos ni dos meses juntos en una misma casa.-salto de golpe John.

-Pues si alguien se tiene que ir de casa que sea Alan-agregue mirando fijamente a Alan.

-¿Y porque yo si seré el que traiga el dinero a casa y quien pagara vuestros estudios?-dijo Alan con una sonrisa socarrona. Mierda, era verdad.

-Pero… ¿sabes?-pase mi dedo por su barbilla sonriendo-estamos casados querido. Lo tuyo, me pertenece ¿no es así?

-Yo nunca dije que en esto de casarnos pusiera que lo mío seria tuyo-contrataco Alan zanjando el tema. Me había ganado.

-Fallo.-dijo John chasqueando los dedos.

Después de pasar calles y más calles, el coche se paró. El chofer comenzó a hablar otra vez con ese ingles cerrado que no entendía, ni una mierda para ser más exactos, y por lo visto habíamos llegado ya a dónde íbamos a vivir.

Bajamos del coche mientras que el chofer sacaba las maletas del maletero. Una corriente de frío me invadió. Aunque fuera verano, hacia un poco de frio en Londres y eso no me gustaba nada ya que estaba acostumbrada a un clima donde hacía calor y ahora había pasado a otro que solamente hace frio y llueve. Vaya asco.

Me abrace a mí misma y eché una ojeada al edificio que tenía en frente de mí. Donde viviríamos. Mi casa “temporal” porque una cosa que tenía clara era que después de acabar mis estudios me iría de Londres para volver a España, o eso esperaba.

El edificio era de color blanco y se veían unos grandes ventanales. El chofer acabo de sacar las maletas y despidiéndose, entro otra vez en el coche y se fue.

Estaba embobada mirando el gran edificio cuando Alan me hizo regresar de mis pensamientos.

-Ey, vamos a entrar anda-me dijo cogiendo su maleta y con dificultad las tres mías.

-Dame anda, que te ayudo a cogerte una maleta por lo menos-le dije intentando arrebatarle una de las manos.

-Yo puedo tranquila, aunque las has cargado bien de ropa ¿eh?-dijo subiendo unas escaleritas que había antes de llegar al portal, que, John sacó unas llaves y abrió la puerta del portal mientras que también arrastraba otras maletas.

Como dos gotas de aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora