La visita

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~Capítulo 27

Instintivamente fui a cerrar la puerta pero Federico fue más rápido y puso su mano en la puerta parando para que no la cerrara.

-Escúchame Sarah, he venido aquí por ti.-me dijo Federico entrando al apartamento con total confianza.

-No, no quiero, vete.- ¿Yo había dicho eso? ¿¡Lo había dicho!? ¡Pero si estaba como una tonta llorando por él, porque volviera y no se alegara de mí! Pero no pude aguantar el recordar cómo me había dejado solamente porque yo me iba del país. Sí, eso hizo que cambiara de opinión aunque me doliera.

-Sarah, por favor…fui un estúpido.-siguió Federico acercándose a mí pero yo me apartaba torpemente por mi tobillo lesionado, no quería que me tocara porque sabía que sería mi perdición.

-¿Quién es Sarah?-me pregunto Alan des del sofá.

-¡Nadie! Ya se va ¿a qué si?-le pregunte mirándolo fijamente.

-No me iré sin que hablemos antes.

-¿El que no entiendes que no quiero hablar contigo?

-Por favor, Sarah, he cogido un avión aquí por ti, para que hablemos las cosas. Ahora no voy a tirar la toalla tan rápidamente.

En ese mismo momento, Alan se puso delante de mí como si me intentara “proteger” mientras miraba retadoramente a su primo.

-Vete Federico. Ya lo dijo.-dijo Alan seriamente.

-Tu no pintas nada Alan. Las cosas lo tengo que hablar con Sarah, no contigo.-respondió Federico cruzándose de brazos.

-Sarah, vete a la habitación.-me dijo Alan sin mirarme, tenía su mirada fijada en su primo.

-Se me defender solita ¿sabes?-dije fastidiada de que Alan cogiera la postura de machote protector.

-Que te vayas a la habitación.-siguió.

-Ella hará lo que quiera, no lo que tú le ordenes.-dijo Federico intentando acercar a mí pero Alan le obstruía el paso.

-Es mi mujer.-respondió con simpleza Alan.

Me lleve la mano a la boca mirando fijamente a Federico que poco a poco su cara se transformó en confusión, no entendía nada.

-¿Qué?-pregunto Federico dolido mirándome fijamente.

-¡No porque sea tu mujer falsa significa que tenga que hacer lo que tú quieras!-no pude aguantar decirle a Alan después de pensar que me había dado una orden. ¡A mí nadie me da una orden!

-No entiendo nada.-habló Federico sin apartar la vista de mí.

Nos quedamos callados algunos segundos y al ver que Federico no se iba a ir de casa tan fácilmente opte por tomar yo una decisión. Eché a un lado a Alan (que aún seguía al lado mío) y me acerqué a Federico.

-¿Quieres explicaciones? Te las daré. Ven.-le dije cogiéndole de la mano. Ese acto no tendría que haberlo hecho pues, descargas eléctricas me llegaron a la palma de mi mano. Echaba tanto de menos el tacto de Federico, sus caricias…

<< ¡Sarah, céntrate! >>me grité internamente.

-Pero, ¡Sarah!-me grito Alan des del salón ya que yo estaba arrastrando a Federico hasta mi habitación para tener más intimidad y poder hablar más tranquilamente.

Hice caso omiso de Alan y llegamos a la habitación los dos. Cerré la puerta detrás de mí y arrastré mi pie vendado hasta la cama donde me senté. Cerré los ojos e inspire profundamente, pensando que todo esto era un sueño y que cuando abriera los ojos me despertaría, pero no, cuando abrí los ojos lo primero que me encontré fue esos ojos marrones que me traían loca y el pelo negro alborotado y por mala suerte, su preciosa sonrisa no se reflejaba en ella sino que confusión y algo de ¿decepción?

Como dos gotas de aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora