Percy Jackson siempre había sido diferente, pero a los catorce años, su vida dio un giro inesperado. Una noche, mientras caminaba por las calles oscuras de Nueva York, una extraña sustancia negra se deslizó sigilosamente hacia él, envolviendo su cue...
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ESA noche, después de la cena, había mucho más entusiasmo de lo habitual. Por fin, llegó el momento de capturar la bandera. Cuando los platos estuvieron fuera, la caracola sonó y todos se quedaron en sus mesas.
Los campistas gritaron y aplaudieron cuando Annabeth y dos de sus hermanos corrieron al pabellón con una bandera de seda. Era aproximadamente de tres metros de largo, gris brillante, con una pintura de una lechuza sobre un árbol de olivo. Desde el lado opuesto del pabellón, Clarisse y sus amigos corrieron con otra bandera, de idéntico tamaño, pero de un rojo llamativo, pintado con una lanza ensangrentada y una cabeza de jabalí.
Percy se volvió hacia Luke y gritó por encima del ruido:
—¿Esas son las banderas?
—Sí —respondió Luke.
—¿Ares y Atenea siempre lideran los equipos?
—No siempre, pero a menudo —dijo Luke.
—Así que, si se captura otra cabaña, ¿qué se hace? ¿Pintar la bandera?
Luke sonrió, como si supiera algo que Percy no sabía. La cicatriz en su rostro le hacía parecer malvado a la luz de las antorchas.
—Ya lo verás. En primer lugar, tenemos que conseguir una —dijo Luke.
—¿De qué lado estamos? —preguntó Percy.
Luke le dio una mirada socarrona.
—Hemos hecho una alianza temporal con Atenea. Esta noche, tendremos la bandera de Ares. Y vas a ayudar.
Los equipos fueron anunciados. Atenea había hecho una alianza con Apolo y Hermes. Percy sentía una mezcla de emoción y nerviosismo. Mientras se preparaban, la voz de Venom resonó en su mente.
—Percy, esto será divertido. Podemos patearles el trasero.
Percy sonrió levemente, sintiendo la energía de Venom mezclarse con la suya. Apolo y Hermes, las dos grandes cabañas, parecían haber logrado acuerdos comerciales para ganar apoyo: horarios de ducha, horarios de tarea, los mejores espacios para las actividades. Por otro lado, Ares se había aliado con todos los demás: Dionisio, Deméter, Afrodita y Hefesto. Los niños atletas de Dionisio eran realmente buenos, aunque solo había dos de ellos. Los hijos de Deméter eran hábiles en habilidades naturales y otras cosas al aire libre, pero no eran muy agresivos. Los hijos de Afrodita no estaban demasiado preocupados; en su mayoría se quedaban fuera de cada actividad, comprobando sus reflejos en el lago y chismeando. Los hijos de Hefesto eran grandes y fornidos por trabajar en el taller de metal todo el día, aunque solo eran cuatro. Podrían ser un problema. Por supuesto, eso dejaba a la cabaña de Ares: una docena de los más grandes y más rudos hijos en Long Island, o en cualquier otro lugar del planeta.
Quirón clavó sus pezuñas en el mármol y anunció:
—¡Héroes! Conocen las reglas. El arroyo es la línea divisoria. Todo el bosque es juego justo. Todos los objetos mágicos son permitidos. La bandera debe ser destacada, y no deben tener más de dos guardias. Los presos pueden ser desarmados, pero no pueden ser consolidados o amordazados. No está permitido matar o mutilar. Serviré como árbitro y médico del campo de batalla. ¡Ármense!
