ᑕᗩᑭITᑌᒪO 7

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Parole era tan hermoso como pensé que seria. El ambiente era impresionante, con su luz tenue y ambiente romántico. Los pisos de mármol eran excelentes, al igual que las pinturas que colgaban en las paredes. Las mesas estaban cubiertas con manteles de satén, y las comidas eran servidas en porcelana delicada.

-¿Te gusta el lugar? –pregunto El cuando noto que yo miraba alrededor.

-Sí, es un hermoso restaurante. –Sonreí.

El camarero nos trajo la cena mientras El estaba a punto de hacerme una nueva pregunta.

-Dijiste que eras voluntaria ¿En que?.

-en un comedor comunitario.

-¿se puedes saber, por que? –la expresión de su rostro me dijo que se sentía algo intrigado por ello.

Tome mi tenedor y cuchillo y corte mi carne mientras procedí a responder a su pregunta.

-Me gusta ayudar a la gente necesitada, debería saber eso a estas alturas, señor Gallego.

Negó con la cabeza. –Sí, fue una pregunta tonta, ¿no?

-Tuve una infancia difícil y digamos que no hubo nadie que me ayudara. –Sus ojos nunca dejaron los míos; escuchaba de cerca cada palabra que yo decía.

-¿Qué hay de sus padres? ¿No le ayudaron? –Baje la mirada, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

-Mi madre murió de cáncer cuando yo tenia seis, y mi padre fue un alcohólico que murió justo antes de mi decimo octavo cumpleaños.

La expresión de su rostro cambio, paso de dura a suave en cuestión de segundos.

-Es por eso que me ayudo anoche, ¿Por qué cree que soy un alcohólico? –pregunto. Tome el último bocado de mi cena y deje el tenedor.

-No, mi padre murió ahogado en su propio vomito en una de sus noches de borrachera. Lo encontré muerto en su cama a la mañana siguiente. No quería ese mismo destino para usted. La gente no comprende cuan difícil es que algo así suceda. Pase toda mi vida cuidando de mi padre, quien absurdamente bebió hasta el olvido casi todas las noches porque no podía superar la muerte de mi madre, así que para mi es una segunda naturaleza ayudar a la gente.

No sabia que decir, yo creo que lo sorprendí. Levanto su copa e indico que hiciera lo mismo.

-Bueno, gracias por su ayuda anoche, a pesar de que me moleste esta mañana por encontrarle en la cocina, lo aprecio.

-De nada –Sonreí.

Cuando estábamos dejando el restaurante, note que varias mujeres miraban a Luis Miguel con lo que parecía lujuria. Algunas se relamían los labios mientras pasábamos, y otras le analizaban de arriba abajo. Fue bastante desagradable, pero entendía por que lo hacían. Él era, sin duda, algo para ser admirado. Caminamos hacia fuera, y me miro.

-¿Se le antoja un helado? –pregunte.

Me miro desconcertado, como si yo estuviera loca o algo así.

-No, no quiero helado, la llevare a su casa y luego tengo otro lugar en el que estar. –Aquí venia su grosería otra vez, me sorprendió que le tomara tanto tiempo.

-Oh, vamos, yo invito. Conozco una heladería muy buena, a un par de cuadras de distancia, que está abierta las 24 horas.

-Señorita Solís, no quiero ningún helado, ahora entre al auto, así James la podrá llevar a casa. –Su tono era firme.

Empecé a caminar calle abajo. Quería un helado. Si él no quería, era su problema, pero yo conseguiría mi helado con o sin él.

Moví mi mano mientras me alejaba. –Gracias de nuevo por la cena, señor Gallego, nos veremos por ahí nuevamente.

𝍖𝍖𝍖 𝚂𝚘𝚕𝚘 𝚝𝚞 𝍖𝍖𝍖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora