El aire de la noche era excepcionalmente cálido para septiembre, y quería hacer algo más que irme a casa a un apartamento vacío.
–James, ¿podrías llevarme a la playa, por favor?
Me miro por el espejo retrovisor. –Lo siento, señorita Alma, pero mis ordenes eran llevarla directamente a su casa.
Sonreí educadamente. –James, o puedes llevarme a la playa o llamare a un taxi al minuto que me dejes ahí. El señor Gallego no me posee ni tiene derecho a decirme qué hacer. No me importa si te dijo que me llevaras a casa; te estoy diciendo lo contrario. Ahora, por favor déjame en la playa.
-Muy bien, señorita Solís, si usted lo dice –suspiro.
-Lo digo, y si el señor Gallego tiene un problema con ello, entonces yo lidiare con el.
Me quite los zapatos y cargue con ellos cuando mis pies tocaron la suave y cálida arena. El océano se veía hermoso esta noche con la luz de la luna brillando, iluminando cada ola que se abría paso hasta la orilla. Tiré los zapatos y corrí hacia el borde del agua. Me reí mientras el agua fría salpicaba mis pies haciéndome sentir viva y eufórica. El pacifico sonido de las olas rompiendo contra la costa y el dulce olor del agua salada eran las olas rompiendo contra la costa y el dulce olor del agua salda eran suficiente como para dejarme escapar de mi propio mundo, un mundo que había creado. No se cuanto tiempo llevaba ahí, pero estaba disfrutando de la serenidad de mi mundo cuando escuche:
-¿Qué crees que estás haciendo? –Suspire porque conocía muy bien a esa enfurecida voz. Gire la cabeza para ver a Micky de pie a unos metros detrás de mí.
-¿Qué estás haciendo aquí, no tienes asuntos que concluir? –Consideré la posibilidad de que "concluir sus asuntos" involucrara sexo y esa hermosa mujer alta.
-Estoy aquí porque no fuiste a casa y obligaste a mi chofer a desobedecer mis órdenes. –Su voz sonaba enojada.
-Bueno, era una bonita noche, y quería estar aquí; es mi lugar favorito.
-Hay tiempo y lugar para estar aquí, Alma, pero no ahora.
-Lamento que te sientas así, pero no he terminado aquí todavía y no me voy a ir- Dije tranquilamente.
Alzo la voz. –Alma, vámonos.
¿Quién cojones se creía que era este hombre?
–No seas tan gruñón y si quieres que me vaya entonces tendrás que atraparme. –Me reí cuando comencé a correr por la playa.
-Puta madre, Alma. me estás cabreando, de verdad –grito mientras empezaba a perseguirme.
Volví la cabeza y mire hacia atrás mientras me alcanzaba; juro que vi una pequeña sonrisa escapar de sus labios. Era una buena corredora, pero tenia el ventaja, no llevaba puesto un vestido largo. Comencé a jadear y a reducir la velocidad mientras se acercaba por detrás de mí, levantándome y poniéndome sobre su hombro.
Pateé y grité:
- Bájame, Luis Miguel.
-De ninguna forma, volverás a salir corriendo, y he terminado de jugar.
-No lo hare, lo prometo, de todas formas estoy sin aliento por si no te has dado cuenta.
Gentilmente me bajo, y me senté en la arena. Bajo la vista y sacudió su cabeza cuando le tendí la mano para que se sentara a mi lado.
-No voy a sentarme en la arena con este esmoquin.
-Vive un poco, Micky, la vida es demasiado corta –dije mientras miraba hacia el agua iluminada por la luna. Suspiro y se sentó junto a mi.
Permanecimos en silencio por un momento, y estaba sintiéndome un poco emotiva, con el vino, cuando empecé a hablar
-Era mi decimosexto cumpleaños cuando me diagnosticaron cáncer. –Le sentí mirarme cuando me quede observando y escuchando los susurros del océano-. Oye, felices dieciséis, ¿adivina que? Tienes cáncer. –Sentí las lagrimas comenzando a picar en los ojos.
Micky tomo mi mano y susurro-: No tienes que hacer esto. –No iba a mirarle porque si observo sus hermosos ojos verde-azules estaría perdida, así que procedí con mi historia.
-No podía soportar la idea de que mi padre tuviera que pasar por esa tortura y dolor de nuevo como con mi madre, así que decidí hacerle prescindir de eso.
-Alma... –susurro mientras se inclinaba más cerca.
-Él se iba a una de sus borracheras, y yo sabia que no estaría en casa hasta la medianoche, así que era mi oportunidad para poner en acción mi plan. Llene la bañera con agua caliente, me relaje y tome una hoja de afeitar para ambas muñecas. –Le escuche respirar hondo mientras frotaba suavemente la cicatriz con el pulgar.
-Puedes creer que fue la única noche que olvido su billetera y regreso a casa antes, hablando de suerte, ¿no? Me encontró y llamo a emergencias. Casi no lo logro; había perdido mucha sangre.
El no dijo nada, pero no tenia que hacerlo, podía decir que estaba sorprendido.
-Supongo que Dios tenía otros planes para mí. Pase por un año de quimioterapia y entre en remisión. Me dieron una segunda oportunidad en la vida, y por eso estoy agradecida. Como dije ayer, era joven y estúpida, y cometí un terrible error.
Micky soltó mi mano, me rodeo con el brazo y me arrastro hacia él. Descanse la cabeza en su hombro. Era firme, y se sentía bien ser sostenida.
-Es por eso que tienes esta imperiosa necesidad de ayudar a los demás, ¿no? –pregunto mientras besaba ligeramente mi cabeza-. Eres una buena persona, Alma Solís –susurro en mi oído.
Sonreí y cerré los ojos. Sentí sus fuertes brazos levantándome mientras me llevaba por la arena hacia su coche, el cual no era su limusina, si no el Ferrari rojo. Cuidadosamente, me puso en el asiento delantero cuando me removí; susurro:
-Duerme, pequeña...
Nos llevo a mi apartamento, abrió el bolso para encontrar las llaves y luego me subió hasta mi puerta. Mis brazos estaban fuertemente apretados alrededor de su cuello. Inserto la llave en la cerradura y abrió y me acomodó suavemente en la cama. Era algo consiente de lo que hacia, pero estaba demasiado cansada para moverme.
Me cubrió con una manta y me acaricio suavemente la mejilla con el dorso de su mano.
–Duerme bien, pequeña, y dulces sueños.
Continuara...
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𝍖𝍖𝍖 𝚂𝚘𝚕𝚘 𝚝𝚞 𝍖𝍖𝍖
Romance▱▰▱▰▱ Luis Miguel, emocionalmente muerto y dañado, derivado de una tragedia personal, hizo una promesa de nunca amar o enamorarse de una mujer hasta que Alma Solís entra en su vida por casualidad. ▱▰▱▰▱